Los mentideros medjugorianos están que arden con la visita del cardenal Schönborn, arzobispo de Viena, durante las pasadas navidades. El Príncipe de la Iglesia arribó a la aldea de Herzegovina el día 28, y pasó allí unos cuantos días.
Se dijo que era una visita privada, de vacaciones, como si los cardenales arzobispos tuviesen muchas, y en Navidad. Los viejos del lugar medio sonríen al pensar que su cartera de trabajo se ha colado en la maleta y que ha podido llevar instrucciones tanto para el titular de la diócesis de Mostar -a la que pertenece Medjugorje-, mons. Ratko Peric, el mayor perseguidor del fenómeno que investiga la Iglesia, como para la comunidad franciscana de la parroquia.
Se dijo que era una visita privada, de vacaciones, como si los cardenales arzobispos tuviesen muchas, y en Navidad. Los viejos del lugar medio sonríen al pensar que su cartera de trabajo se ha colado en la maleta y que ha podido llevar instrucciones tanto para el titular de la diócesis de Mostar -a la que pertenece Medjugorje-, mons. Ratko Peric, el mayor perseguidor del fenómeno que investiga la Iglesia, como para la comunidad franciscana de la parroquia.
Siempre he dicho, y lo mantengo, que mi ilusión es que la Iglesia no se pronunciara sobre el fenómeno de Medjugorje ni aún sabiendo que fuese auténtico. ¿Por qué? Porque el silencio al respecto, a quien le hace auténtico es al peregrino. Es decir, que el que va allí, va a porta gayola, sin que nadie le haya dicho desde la institucionalidad que hay que ir allí. El famoso tienes que ir que tanto peregrino comparte con sus familiares y amigos a la vuelta de Medjugorje, es un tienes que ir desde el corazón, auténtico, sentido, dubitativo por el qué dirán, por carecer de apoyo eclesiástico institucional. Pero es un tienes que ir convencido. Dicho de otra manera: si “borrarse” de una peregrinación de la parroquia a Lourdes o Santiago, pej., puede quedar mal visto, lo que está mal visto es apuntarse a una a Medjugorje. Una peregrinación a Medjugorje, con la que está cayendo, es una peregrinación muy auténtica, una búsqueda de Dios sincera, porque a priori, nadie gana nada visitando Medjugorje. Luego, el peregrino que va allí, con la sombra del obispo machacando aquello, se rompe en dos rezando en aquellos montes, en los confesionarios o en la adoración de la parroquia. Es genial, porque así, sin que la Iglesia diga nada, se quedan a solas el peregrino y Dios. La Virgen María le señala entonces al peregrino la Iglesia, y es el peregrino el que habla de Medjugorje a la Iglesia, en la Iglesia, y no al revés. Entrando en la Iglesia y viviendo más profundamente su fe.
La presencia de un obispo tan acérrimamente contrario es en mi opinión el elemento providente para certificar la autenticidad del fenómeno ante la Historia. Ya ha pasado tantas veces…
Lo más gracioso de todo lo que ha pasado últimamente es que la visita del cardenal austriaco ha desviado la atención de los peregrinos, que aguardaban la visita de todo un cardenal, mientras entre ellos confesaba y paseaba, como un cura más, un sencillo y humilde prelado español. Iba solo. Bueno, le acompañaban un amigo y una estampa, seguro, de la Virgen del Coro. Tal vez otra de la Virgen de la Calle… La cosa es que el hecho de que un obispo español visite Medjugorje es todo un acontecimiento. En los casi treinta años de fenómeno han visitado la aldea obispos de más de cien países, y salvo la posible excepción de algún prelado castrense por aquello de los militares en Bosnia, es la primera vez que uno de los nuestros tiene los arrestos y la humildad de asomarse por allí para ver con sus propios ojos a los videntes y hablar con ellos, subir resoplando aquellos montes que tantos fieles españoles han escalado ya, y tocar con sus propias manos esos confesionarios que más que confesionarios parecen milagros adosados, donde tantos españoles hemos dejado nuestras miserias acumuladas durante años. Ahora, este prelado creyendo o no en la veracidad de las apariciones, comprenderá más y mejor a tantos fieles que han conocido a Dios en aquel lugar, que han entrado en la Iglesia por esa puerta llamada Medjugorje.
Gracias monseñor. Y gracias a Dios, porque solamente algo bueno puede surgir del conocimiento y la oración hecha por el hombre del momento, en el Fenómeno de nuestro tiempo.
www.virgendemedjugorje.org