La presencia de Jesús en el libro santo de los musulmanes arrastra la de otros personajes bien conocidos del lector evangélico, entre los cuales San Juan Bautista, los apóstoles y notablemente, su madre, la Virgen María, mencionada en hasta treinta y tres ocasiones, bien es verdad que, de ellas, sólo once como personaje autónomo, y las otras veintidós para caracterizar a su hijo, Jesús hijo de Maria. Un honor, éste de ser llamada por su nombre, que el Corán dispensa a una única mujer, María precisamente, y que ni siquiera cabe a la madre del Profeta o a ninguna de sus quince esposas: ni Jadicha, la primera y más importante, ni Aisha, la favorita.
El Corán contiene toda una cristología, que comienza con el nacimiento de Jesús y termina con su pasión, inspirados en el relato cristiano, con el que sin embargo, registra importantes diferencias, como, concretamente, la concerniente a la relación existente entre Jesús y Allah-Dios, y sazonada con curiosos episodios procedentes del mundo de la literatura apócrifa cristiana, algo que no deja de llamar poderosamente la atención.
Y todo ello dentro de un sentimiento tanto hacia los seguidores de Jesús como hacia sus compatriotas judíos que se ha de calificar, como poco, de tornadizo y veleidoso.