Con este hermoso título -de su ópera prima- popularizó Ildefonso Falcones de Sierra (Barcelona, 1959) la iglesia barcelonesa de Santa María del Mar. Narra la vida de la Barcelona del siglo XIV, la historia tiene como nexo de unión la construcción de la iglesia de Santa María del Mar. En 2007 se convirtió en la novela más leída en España. La novela ha sido traducida al menos a 15 idiomas y ha vendido más de seis millones de ejemplares en 32 países. Ahora, estos días, le toca el turno a la serie de televisión.
Bien, este es el aspecto que presentaba en octubre de 1936, cuando el fotógrafo Jaime Ribera Llopis (1878-1948) tomó esta impresionante placa de Santa María de la Mar.
Conviene conocer cómo era, tras ver cómo quedó:
Joan Bassegoda Nonell
Joan Bassegoda fue un famoso arquitecto e historiador(1930-2012), que ejerció de arquitecto titular de la S.I. Catedral Basílica de Barcelona entre 1969 y 2003, año en que se jubiló. Nombrado arquitecto emérito de la Catedral, recibió de manos del Cardenal Ricardo Mª Carles la medalla pro Ecclesia et Pontifice, que le concedió San Juan Pablo II.
En un artículo sobre El patrimonio artístico-religioso de Barcelona (1936-1939) -cuyo enlace podéis consultar al final-, explica:
Se ha querido atribuir el desastre [de la destrucción del patrimonio religioso] del verano de 1936 únicamente a los anarco-sindicalistas y a los inmigrantes, cuando en realidad la responsabilidad fue de todos y especialmente de quienes tenían en sus manos el gobierno. Es evidente que hubo grandes tensiones entre el gobierno autónomo y los revolucionarios y que las ideas de unos y otros, sobre los bienes eclesiásticos o privados eran muy distintas. El primero reguló todo lo que pudo y los segundos quemaron cuanto estuvo a su alcance. En Barcelona se intentó, con las incautaciones, evitar daños mayores, aunque se actuó cuando el mal estaba ya en parte consumado. En las comarcas ni esto se logró, lo cual demuestra la falta de autoridad del gobierno.
Las fuerzas del orden al servicio de la Generalidad evitaron el saqueo e incendio de la catedral, San Severo, y Santos Justo y Pastor, edificios casi colindantes con el palacio de la Generalidad, pero San Jaime, Santa María de la Mar y Santa Ana, bien cercanos a la sede del gobierno, ardieron como teas. El autor de esta comunicación asevera que la Generalidad tuvo que hacer frente a la guerra y a la revolución social vigilando que los anarco-sindicalistas y marxistas no lo atacaran por la espalda. Por tanto no fue posible trazar un plan para evitar la catástrofe, puesto que previamente nada se había previsto, en una clara demostración de miopía política. Hubo que dar la impresión de que la Generalidad asimilaba las ideas revolucionarias y que los gobernantes iban más lejos aún en la transformación social propugnada por las masas. Fue algo grotesco y ridículo.
http://www.plataforma2003.org/memoriahistorica/
patrimonio_artistico_religioso_cataluna.pdf
Otra imagen de principios de siglo XX, esta vez del exterior:
Bien, este es el aspecto que presentaba en octubre de 1936, cuando el fotógrafo Jaime Ribera Llopis (1878-1948) tomó esta impresionante placa de Santa María de la Mar.
Conviene conocer cómo era, tras ver cómo quedó:
Joan Bassegoda Nonell
Joan Bassegoda fue un famoso arquitecto e historiador(1930-2012), que ejerció de arquitecto titular de la S.I. Catedral Basílica de Barcelona entre 1969 y 2003, año en que se jubiló. Nombrado arquitecto emérito de la Catedral, recibió de manos del Cardenal Ricardo Mª Carles la medalla pro Ecclesia et Pontifice, que le concedió San Juan Pablo II.
En un artículo sobre El patrimonio artístico-religioso de Barcelona (1936-1939) -cuyo enlace podéis consultar al final-, explica:
Se ha querido atribuir el desastre [de la destrucción del patrimonio religioso] del verano de 1936 únicamente a los anarco-sindicalistas y a los inmigrantes, cuando en realidad la responsabilidad fue de todos y especialmente de quienes tenían en sus manos el gobierno. Es evidente que hubo grandes tensiones entre el gobierno autónomo y los revolucionarios y que las ideas de unos y otros, sobre los bienes eclesiásticos o privados eran muy distintas. El primero reguló todo lo que pudo y los segundos quemaron cuanto estuvo a su alcance. En Barcelona se intentó, con las incautaciones, evitar daños mayores, aunque se actuó cuando el mal estaba ya en parte consumado. En las comarcas ni esto se logró, lo cual demuestra la falta de autoridad del gobierno.
Las fuerzas del orden al servicio de la Generalidad evitaron el saqueo e incendio de la catedral, San Severo, y Santos Justo y Pastor, edificios casi colindantes con el palacio de la Generalidad, pero San Jaime, Santa María de la Mar y Santa Ana, bien cercanos a la sede del gobierno, ardieron como teas. El autor de esta comunicación asevera que la Generalidad tuvo que hacer frente a la guerra y a la revolución social vigilando que los anarco-sindicalistas y marxistas no lo atacaran por la espalda. Por tanto no fue posible trazar un plan para evitar la catástrofe, puesto que previamente nada se había previsto, en una clara demostración de miopía política. Hubo que dar la impresión de que la Generalidad asimilaba las ideas revolucionarias y que los gobernantes iban más lejos aún en la transformación social propugnada por las masas. Fue algo grotesco y ridículo.
http://www.plataforma2003.org/memoriahistorica/
patrimonio_artistico_religioso_cataluna.pdf
Otra imagen de principios de siglo XX, esta vez del exterior: