Año del Señor 2018
18 de mayo  

Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.                              

IGUALES PERO DIFERENTES

Hace ya un tiempo, unas hermanas nuestras, dominicas de clausura, nos enviaron una caja muy especial. Resulta que en su huerta se dan muy bien los kiwis, y habían tenido una cosecha tan abundante... ¡que decidieron compartir con nosotras! 

El kiwi me gusta, aunque admito que no es de mis frutas favoritas. Sin embargo, aquellos... ¡¡estaban deliciosos!! ¡Insuperables! Dulces como no los había probado nunca. Tal es así que, después de probar esos kiwis tan especiales, decidí que me apasionaba esa fruta. 

Ayer volví a coger un kiwi. Estaba blandito, tenía una pinta buenísima. Pero, al probarlo... 

-¡Puaaaaj! ¡Esto está ácido! 

Israel, que vio mi mueca, me sonrió. 

-Es que estos ya no son de las monjas -me explicó. 

-Pues hay que ver cómo se nota el cariño de las monjas... Con lo buenos que estaban los otros...

¡¡Menuda diferencia!! Inmediatamente, el kiwi cayó en picado en mi “ranking de frutas favoritas”. 

Orando esto me di cuenta de que, realmente, ¡lo importante está en el interior! Sí, porque todos los kiwis eran idénticos por fuera, ¡pero eran muy distintos por dentro! 

Y, efectivamente, a eso estamos llamados todos los cristianos. Nuestras acciones no son distintas a las de cualquier otro ciudadano: trabajamos o estudiamos, hay que hacer la comida, planchar o poner la mesa... Las acciones, por fuera, pueden parecer iguales a las de cualquiera y, sin embargo, están llamadas a ser diferentes. Cada una de nuestras acciones debe ir marcada por la dulzura del amor. Así, aunque parezca lo mismo, ¡es muy distinto! 

Esto es lo que ocurre con Jesús. Porque, ¿quién no ha mirado a los ojos alguna vez? Y, sin embargo, ¿qué tendrán los ojos de Jesús, que con sólo su mirada transformaba? No era una mirada cualquiera, ¡era una mirada llena de amor! 

Hoy el reto del amor es que hagas algo ordinario... ¡con un amor extraordinario! Te invito a que hoy cumplas con la rutina de tu día, a que hagas las mismas cosas, ¡pero pidiéndole a Cristo que ame a través de ti! Pídele que hoy vaya contigo. Tal vez los frutos parezcan iguales, pero, por dentro, son muy distintos: ¡la dulzura del cariño se nota hasta en la fruta! ¡Feliz día! 

VIVE DE CRISTO


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¡Feliz día!

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