Leyendo una revista italiana me he encontrado con una vieja anécdota de Mons. Lorenzo Albacete, sacerdote que fue responsable de Comunión y Liberación en los Estados Unidos y que falleció en 2014. Tuve la suerte de conocerle y era todo un personaje: puedo imaginarme sus caras, su fina ironía, su socarronería en la anécdota que él mismo narra. Una anécdota que tiene mucha gracia, pero que, como quien no dice nada, nos da una de las claves para entender qué ha ocurrido en la Iglesia durante el último siglo.

Les dejo con el propio Lorenzo Albacete, que lo explica así:

“Recuerdo que en los años 70 me invitaron una vez a hablar a un encuentro de sacerdotes. El responsable de la diócesis me preguntó cuál sería el tema de mi charla. Como aún quedaban muchos meses, le contesté que aún no había pensado en ello. Le dije que no había pensado en ello, pero insistió. Así que le dije: “Dios”. (Pensé que el tema era lo suficientemente genérico como para encajar en lo que yo decidiera). Pero el responsable me respondió: “¡Oh, Dios! Dios no, por caridad. Los sacerdotes no están interesados en Dios”. Me quedé de piedra. ¿Me está diciendo que los sacerdotes no están interesados en Dios? ¡Me imagino que deben de odiar su trabajo!”. “Los sacerdotes quieren algo más cercano a sus preocupaciones, como, por ejemplo, la relación entre sacerdotes y obispos”. No podía creer lo que me decía aquel hombre con toda seriedad. Así que añadí: “Muy bien. Hablaré de la relación entre sacerdotes y obispos”.

Cuando llegó el día de la conferencia, comencé con estas palabras: “Me han pedido que hable sobre la relación entre sacerdotes y obispos. El gran problema en este asunto es que muchos sacerdotes no están interesados en Dios. Si Dios no representa un elemento esencial en vuestra relación con los obispos, la vida sacerdotal se vuelve insoportable, insignificante, aburrida y opresiva. Así que hoy quiero hablaros sobre Dios. Quiero explicaros por qué Dios es interesante”.