En Tiempos Modernos, esta vez Alberto Bárcena, profesor de Historia del CEU, habla con José Javier Esparza acerca de la verdad sobre el Valle de los Caídos.
La basílica benedictina del Valle de los Caídos se construyó entre 1940 y 1958 en el sitio de Cuelgamuros, en la sierra madrileña de Guadarrama, como monumento de homenaje a los muertos en la guerra civil. En ella están enterrados 33.872 combatientes de ambos bandos. Fue diseñada por los arquitectos Pedro Muguraza y Diego Méndez con esculturas de Juan de Ávalos y Taborda, entre otros artistas.
Según la leyenda negra forjada con posterioridad, con fines propagandísticos, el Valle fue un mausoleo que el general Franco se hizo construir a mayor gloria de sí mismo, utilizando para ello mano de obra esclava de presos de la guerra civil. Todo eso es completamente falso. Franco no dispuso que se le enterrara allí: de hecho, iba a ser inhumado en el palacio de El Pardo, y fueron el gobierno de entonces y el rey Juan Carlos quienes ordenaron que se abriera una tumba para el generalísimo en el Valle. Y sobre todo, tampoco es verdad que en el Valle trabajara mano de obra esclava. Veinte mil presos esclavos, dice la propaganda, muchos de ellos muertos durante la obra. ¿Veinte mil? ¿Quiénes son? ¿Cuáles son sus nombres? Nadie puede decirlo. Sencillamente, porque no es verdad.
En las obras del Valle de los Caídos hubo presos republicanos, sí, pero voluntarios, acogidos a la redención de penas por trabajo, para rebajar condena, y cobrando el mismo salario que los trabajadores convencionales. Todos estos extremos han sido demostrados de manera irrefutable por el profesor Alberto Bárcena, con abundante documentación oficial. A los presos políticos se les dio la oportunidad de reducir o anular su pena trabajando allí e, incluso, cobrando un sueldo; como es lógico, los voluntarios fueron muchos. El sistema legal de redención de penas por el trabajo prestado incluía un sueldo igual al de los obreros libres, alojamiento en la obra -frecuentemente, con sus familias- y escolarización de los hijos de los operarios que trabajaban en el Valle, ya fueran libres o presos. Tampoco hubo nunca 20.000 presos: en diciembre de 1943 eran 679, en mayo de 1947 eran 1.029 y en noviembre de 1948 eran 1.278. Todos ellos salieron libres cuando terminó la construcción. Así que ni mausoleo de Franco, ni mano de obra esclava. Esa es la verdad sobre el Valle de los Caídos.
La basílica benedictina del Valle de los Caídos se construyó entre 1940 y 1958 en el sitio de Cuelgamuros, en la sierra madrileña de Guadarrama, como monumento de homenaje a los muertos en la guerra civil. En ella están enterrados 33.872 combatientes de ambos bandos. Fue diseñada por los arquitectos Pedro Muguraza y Diego Méndez con esculturas de Juan de Ávalos y Taborda, entre otros artistas.
Según la leyenda negra forjada con posterioridad, con fines propagandísticos, el Valle fue un mausoleo que el general Franco se hizo construir a mayor gloria de sí mismo, utilizando para ello mano de obra esclava de presos de la guerra civil. Todo eso es completamente falso. Franco no dispuso que se le enterrara allí: de hecho, iba a ser inhumado en el palacio de El Pardo, y fueron el gobierno de entonces y el rey Juan Carlos quienes ordenaron que se abriera una tumba para el generalísimo en el Valle. Y sobre todo, tampoco es verdad que en el Valle trabajara mano de obra esclava. Veinte mil presos esclavos, dice la propaganda, muchos de ellos muertos durante la obra. ¿Veinte mil? ¿Quiénes son? ¿Cuáles son sus nombres? Nadie puede decirlo. Sencillamente, porque no es verdad.
En las obras del Valle de los Caídos hubo presos republicanos, sí, pero voluntarios, acogidos a la redención de penas por trabajo, para rebajar condena, y cobrando el mismo salario que los trabajadores convencionales. Todos estos extremos han sido demostrados de manera irrefutable por el profesor Alberto Bárcena, con abundante documentación oficial. A los presos políticos se les dio la oportunidad de reducir o anular su pena trabajando allí e, incluso, cobrando un sueldo; como es lógico, los voluntarios fueron muchos. El sistema legal de redención de penas por el trabajo prestado incluía un sueldo igual al de los obreros libres, alojamiento en la obra -frecuentemente, con sus familias- y escolarización de los hijos de los operarios que trabajaban en el Valle, ya fueran libres o presos. Tampoco hubo nunca 20.000 presos: en diciembre de 1943 eran 679, en mayo de 1947 eran 1.029 y en noviembre de 1948 eran 1.278. Todos ellos salieron libres cuando terminó la construcción. Así que ni mausoleo de Franco, ni mano de obra esclava. Esa es la verdad sobre el Valle de los Caídos.