Periodistas de progreso que han leído la sentencia del caso de la Manada coligen que hubo violación, pero como no citan las artículos del Código Penal en los que sustentan su criterio esta conclusión tiene para mí el mismo valor, no que el gol de Michel, que entró, sino que el de Pelé a Uruguay, que salió fuera por poco. Los periodistas de progreso dicen que hubo gol, esto es, agresión, pero como el tribunal de la Audiencia de Pamplona lo único que acredita es que hubo abuso en el abominable cinco contra una la prensa pide que la judicatura se eduque en valores de género. La judicatura está en su derecho, pues, de pedir a la prensa que oposite a juez.
Si la prensa no oposita a juez es porque cree que no le hace falta, dado que el poder emana del pueblo, que ella entiende como nadie porque lo adoctrina. Lo que explica la causa por la que la sentencia indigna al pueblo, que se mueve por impulsos previamente inoculados por medios de comunicación que usan para su propósito a las víctimas, a las mujeres, para después olvidarse de ellas: ¿quién se acuerda ya de Juana Rivas? De ahí que, en mi opinión, que nunca es modesta, entienda que es mejor dejar el siguiente fallo en manos del Tribunal Supremo que proponer que lo dicte la calle. Más que nada porque proponer que lo dicte la calle es permitir que las partituras de Mozart las corrija Peret.
Como esto que escribo es difícil sostenerlo en una discusión a contracorriente, de todos a por el salmón, para sobrevivir en la polémica he evolucionado hasta el punto de que en estos momentos abandero la manifestación. A fin de situar ante el espejo a quienes claman contra el poder judicial, digo ahora que lo hay que hacer es prescindir del tribunal para que a estos animales sevillanos los juzgue directamente un consejo de sabias que tenga ya la tijera preparada. Hombre, no, dicen, pero en realidad es lo que sugieren algunos. Otros no llegan a tanto, pero avivan el fuego. Como el alcalde de mi ciudad, un buenazo del PP que propone que se alce la voz contra la sentencia sin comprender que su gesto de izquierdas no servirá para que le vote ninguna mujer de pelo azul.