Según el calendario del ayuntamiento de Logroño, el pasado 6 de enero lo que se celebró fue el día después de la Cabalgata organizada por Radio Rioja; no se dice nada de que los católicos celebraran la Epifanía. Y el día 3 de febrero es aquél en que se bendicen las rosquillas de S. Blas, pero no aquél en que los católicos celebran a S. Blas, que no es una marca de repostería. Y el 15 de agosto no figura como el día en que los católicos celebran la Asunción de María, pero quien lo consulte podrá enterarse de que los pakistaníes celebran su independencia. Quien quiera saber cuándo celebran los musulmanes el nacimiento de Mahoma, no tiene nada más que mirar en los últimos días de febrero, concretamente el 24.

Evidentemente los católicos no necesitan que los consistorios o cualquier otro órgano estatal se dedique a editar el calendario litúrgico ni precisan del beneplácito de las autoridades civiles para celebrar su fe en días señalados. Pero los ciudadanos queremos que se nos respete y que quienes detentan algún cargo público lo hagan al servicio de la sociedad. Y, a ser posible, que hagan el menor número de estupideces y maldades posibles.

La aconfesionalidad del estado no supone la anulación de una de las confesiones. Quiere decir que ninguna es religión oficial. Lo que no significa que el estado sea neutral. Porque serlo  supone no ser de unos ni de otros y el Estado tiene que estar al servicio de unos y otros ciudadanos. Lo que no tiene que ser es parcial, lo cual es distinto de neutral. Y, llegado el caso, tiene que tomar partido por la verdad, la justicia, etc.

Un pequeño calendario, si lo edita un ayuntamiento, es un servicio a esa ciudad. Y, en este caso concreto, aparece claro el modo de entender el servicio público que algunos tienen. Como ciudadano, me parecería bien, por ejemplo, que el ayuntamiento de mi ciudad publicara un almanaque en que se informara de fiestas musulmanas, pues parte de mis vecinos lo son, o cuándo celebran la independencia de su país los ecuatorianos. Y, claro, esto no sería incompatible con que también se dijera cuándo son las celebraciones o efemérides más importantes de la confesión mayoritaria de la población. Vamos, servir a unos y a otros. En cualquier caso, no burlarse de nadie ni ningunearlo.

Lo mismo que con un calendario, con las demás cuestiones. Los católicos no necesitamos del proteccionismo del Estado. Pero los ciudadanos tenemos derecho a que nos sirvan los poderes públicos y no debemos tolerar que unos lo sean menos que otros, aunque no sean de mi cuerda, ni que parte de la población sea arrinconada o burlada, aunque sea católica.

Por cierto, el alcalde juliobrigense se llama Tomás Santos y, gracias a él, podemos saber que, al menos, los farmacéuticos celebran la Inmaculada el 8 de diciembre. ¿Lo harán también los católicos en Logroño?