SEMANA PASCUAL
La experiencia en cada momento nos marca nuestro caminar espiritual hasta el encuentro definitivo con el Señor Jesucristo.
En este año de gracia, he percibido de una manera especial los evangelios que nos han acompañado durante estos siete dÃas del único dÃa. DÃa que hizo el Señor.
En las EucaristÃas, tanto de la mañana en la escuela de Ingenieros Navales, donde soy Capellán, en al caer la tarde en mi Parroquia Claretiana de Argüelles, he procurado dar importancia a los distintos elementos pascuales: especialmente al ¡Aleluya! Por cierto, en ambos casos, la respuesta ha sido excelente.
En las primeras lecturas, San Pedro trata de presentar a Jesús como el MesÃas Prometido, al que Dios ha resucitado de entre los muertos. Ante las distintas reacciones, incluida la cárcel, este es su mensaje: Aquel a quien vosotros crucificasteis, ha resucitado.
Lunes- (Mt 28, 815)
El primer miedo de las mujeres se explica ante el acontecimiento inaudito de la Resurrección. Ellas reciben la misión de trasmitir la noticia a los apóstoles. Lo impresionante del relato son los testigos dormidos. En cualquier tribunal en que pudieran aparecer semejantes testigos serÃan descalificados inmediatamente. Por un parte atestiguan lo mismo que las mujeres y por otra el evangelista les deja en ridÃculo.
Martes- (Jn 20, 1118)
Este evangelio me indica el camino de intimidad de la vida cristiana. Mientras Él no pronuncia nuestro nombre como hizo con MarÃa Magdalena, nuestra vida espiritual no tiene la interioridad suficiente. Podemos quedarnos en prácticas. Buenas, pero sin la intimidad suficiente.
Miércoles- (Lc 24, 13-35)
Siempre me ha impresionado la ironÃa de San Lucas, cuando aquella pareja se ponen a contar a Jesús lo que ha sucedido en Jerusalén. También el machismo que demuestran con el testimonio de las mujeres. Para ellos tiene poca importancia. Es Jesús quien me reparte el pan cada dÃa.
Jueves- (Lc 24, 35-48)
Jesús era el mismo, no de la misma manera, por eso no era fácil comprenderlo, incluso, y quizás por eso, para los que habÃan convivido con Él. En esta aparición les concede un don muy especial: le abre el entendimiento para comprender las Escrituras. No era fácil el tránsito. Y come con ellos. Es de carne y hueso.
Viernes- (Jn 21, 114)
Aquà los pescadores no sabÃan de peces. Toda la noche bregando sin coger nada, cuando era tan fácil llenar las redes. Era el hombre e tierra adentro quien conocÃa dónde estaban los peces: a la derecha de la barca. Es como si un hombre de Tierra de campos diera lecciones a los pescadores de las RÃas Gallegas. La diferencia es sencilla: allà estaba el Señor.