(Inspirado en “Tengo sed”, Hermanas Clarisas de Lerma, CD 1, nº4) *actualmente Instituto Iesu Communio*
A veces cuesta confiar en Jesús, pero al hacerlo el gozo nos inunda.
Criatura- Jesús, vengo a pedirte perdón y sabes que tengo mucha vergüenza.
Jesús- ¿Por qué tienes vergüenza? ¿Y por qué me pides perdón?
Criatura- Porque me enfadé contigo y dejé de hablarte. Estuve un día entero sin atreverme a confiar en ti. ¡Pero no aguanto más tiempo sin ti!
Jesús- ¡Ja, ja, ja! ¡Ay, pajarillo! ¿Cuándo aprenderás a conocerte? Yo sé esperar; tómate tu tiempo para madurar, tienes toda tu vida. Ahora siéntate a mi lado y cuéntame por qué te enfadaste. Escucharte es lo más importante que tengo que hacer hoy y lo que más me agrada.
Criatura- Verás Jesús, a veces siento que pones en mi corazón el anhelo de amarte y ser amado por ti, de entregarme a ti en los demás, de encender otras almas con tu amor y cuando tengo al alcance de la mano el realizarlo, aparecen obstáculos que me lo impiden.
Es como si me dieras un caramelo y cuando lo he probado, me gusta y me lo voy a comer, ¡ZAS! me lo quitas. Entonces surgen las dudas, la desconfianza: no entiendo tu modo de hacer las cosas, por qué mi camino al Cielo tiene baches, curvas, subidas y bajadas, atascos que me hacen perder la paciencia y la serenidad.
Reacciono como el niño pequeño que soy ante ti y lloro y pataleo muy disgustado: “¿cómo es posible que hagas esta faena?”
Desconcierto, confusión y desasosiego me invaden por dentro, me quedo ciego y sordo para tus cosas, ¡que no mudo, pues no dejo de hacerte reproches!
Jesús- ¡Pero bueno! A estas alturas ¿acaso crees que los tengo en cuenta? Te conozco mejor que tú mismo y sé qué harás cuando se te pase el berrinche: venir a mí y entregarte por entero, para que te seduzca y te llene con el fuego abrasador de mi Amor.
Criatura- Es verdad. Pero cuando el dolor me ciega me olvido de ti y ¡me siento tan solo! Si recordara que tú llevaste mis heridas antes que yo, no perdería la paz.
Jesús- ¡Qué fácilmente olvidáis mis promesas! Os dije que estaría con vosotros todos los días hasta el fin del mundo: con cada uno, en todo momento. ¿Por qué te sientes solo?
Criatura- ¡Perdóname Jesús! En medio de la tempestad quiero creer en ti, pero el ruido de las olas y el viento me asustan y me bloqueo. Deseo estar contigo, volver a sentir tu presencia, amarte y me ames con tu locura de Dios que se hace hombre para llenarme de ti.
Cuando te pierdo de vista sufro mucho. ¡No me prives de tu presencia! No quiero perder ni un minuto de nuestra historia de amor.
En la noche oscura de mi alma repito una y otra vez: “Confía en Jesús aunque te parezca que te está haciendo daño; salta al vacío, que Él te espera al otro lado del “abismo” con las manos tendidas hacia ti para recogerte y abrazarte.”
¿Sabes qué? Temo a la incertidumbre y al sufrimiento, por eso me cuesta tanto confiar en ti.
Jesús- No, no, no. Tú no temes el sufrimiento, sino que tu sufrimiento no tenga sentido. Pero sabes que todo sufrimiento unido a mi Pasión y Muerte es fecundo. ¡Venga! “CONFÍA en mí, pídeme que entre, que tome tu ser y lo haré.”
Criatura- ¡Pero Jesús! Me da miedo, porque cada vez que entras en mi alma ¡arrasas!, lo tomas todo, me posees completamente.
Jesús- ¡Pues claro! ¿No me has dicho muchas veces “soy para ti un cheque en blanco, haz de mí lo que quieras, toma todo en mí”?
Criatura- Sí, te lo digo de verdad, ¡y te lo tomas todo en serio! Y soy más feliz cuando no me reservo nada pero cuando me duele el alma me vuelvo egoísta. Cuando me pasa eso y tengo miedo acudo corriendo a tu Madre, vacío en su corazón la angustia que me oprime y Ella me devuelve la confianza en ti. ¡Sí, mi Jesús! CONFÍO en ti, entra en mí, toma mi ser.
Jesús- “¡Y lo haré! Te prometo ante mi Padre que haré milagros contigo.”
Fragmento del libro “Si supieras cuánto te amo…”, Guadalupe García, Ed. Bendita María.