Es de sobra conocido que las más prestigiosas instituciones académicas, políticas, jurídicas, etc., someten al solicitante que desea ingresar en algunas de estas  asociaciones a multitud de requisitos. Y es notorio que, amén del prurito intelectual que puede animar al aspirante, está el “ser miembro” de tal o cual institución lo que, socialmente, le encumbra. Esto es humano y no debe despreciarse. Creo que todos conocemos casos de amigos o simples conocidos o compañeros de trabajo o clase. Después tocará ir a las charlas, los certámenes, las inauguraciones, las conferencias…organizadas por la asociación. Pero todo es muy prestigioso y soportar el tostón bien lo merece.
 
¿Qué diríamos, sin embargo, de una asociación a la que para entrar sólo hay que… pedirlo? ¿Nos parecería una asociación o institución poco seria o prestigiosa? Probablemente. Somos humanos. Y sin embargo hay una institución,  la Asociación por antonomasia, a la que para entrar sólo es preciso pedirlo y realizar un sencillo rito: el Bautismo.
 
Sí, me estoy refiriendo a la Iglesia. Es cierto que este ingreso tiene aparejados tres compromisos fundamentales…pero, ¿¡y el Premio!? ¡Vaya Premio!
 
Les dejo con un vídeo que me ha enviado un amigo y que habla a las claras de la importancia que para unos padres tiene que su hijo ingrese en... la Asociación por antonomasia.

El vídeo está en inglés pero puede seguirse con facilidad: una madre etíope no tiene reparos en hacer esfuerzos que pudieran parecer pintorescos por bautizar a su hijo.
 

*Nota:
Para más información sobre esta iglesia rupestre, pinchar aquí

Feliz Pascua
Athos