Jueves Santo. Jesús lava los pies a sus discípulos. No es sólo un ejemplo. Es toda una revelación de Quién es Dios, de Cómo es Dios. "El Eterno arrodillado", así lo llama Ibáñez Langlois en su conmovedor Libro de la Pasión, con su característico estilo carente de puntuación (lo que nos obliga a ensimismarnos con el texto... y a interpretarlo):
"Jesús es el más siervo de los siervos 13
Jesús está lavando los 24 polvorientos pies
esos pies del oriente llevan mugre auténtica del oriente
no son los pies hermosos de Adán y Eva por el paraíso
son los pies de la historia
son las extremidades del animal caído
que camina pecando por el polvo
que peca de los pies a la cabeza
con el mundo al revés entre sus párpados
a sus pies está Dios lavando sus pies
con las propias lágrimas
oh vosotros que pasáis por el camino
decid si hay una flor un ángel una mosca
más humilde que Dios
no es humilde el pequeño que se inclina ante el grande
sino el viceversa
el Eterno se ha puesto de rodillas
tiene manos de madre para los pies de Judas
vosotros que pasáis por el camino
decid si hay amor como el de Dios madre".
Jesús está lavando los 24 polvorientos pies
esos pies del oriente llevan mugre auténtica del oriente
no son los pies hermosos de Adán y Eva por el paraíso
son los pies de la historia
son las extremidades del animal caído
que camina pecando por el polvo
que peca de los pies a la cabeza
con el mundo al revés entre sus párpados
a sus pies está Dios lavando sus pies
con las propias lágrimas
oh vosotros que pasáis por el camino
decid si hay una flor un ángel una mosca
más humilde que Dios
no es humilde el pequeño que se inclina ante el grande
sino el viceversa
el Eterno se ha puesto de rodillas
tiene manos de madre para los pies de Judas
vosotros que pasáis por el camino
decid si hay amor como el de Dios madre".
José Miguel Ibáñez Langlois, Libro de la Pasión.
La descripción de los pies de los discípulos, llenos de "mugre auténtica del oriente", me recuerda –nos recuerda a todos– los pies de los peregrinos de Caravaggio. Esos que se arrodillan, humildes, ante la Madonna de Loreto o de los Peregrinos:
Más polvorientos aún los pies de uno de los personajes de la Crucifixión de San Pedro, en otro célebre cuadro de Caravaggio:
No son los "pies hermosos de Adán y Eva por el paraíso", sino los "pies de la historia", los tuyos y los míos, pies de "animal caído, que camina pecando por el polvo, que peca de los pies a la cabeza".
No edulcoremos el lavatorio, ese gesto que en el cuarto evangelio sustituye al relato de la institución de la Eucaristía. Es la Redención. Dios a mis pies, lavando mis pies con sus propias lágrimas. También los de Judas, que ya caminan fuera del Amor. El Eterno se ha puesto de rodillas...
Juan Miguel Prim Goicoechea
elrostrodelresucitado@gmail.com