Lo triste es que al rechazar que seamos tentados, estamos rechazando la Esperanza que nos ofrece el evangelio. De igual forma, si rechazamos la existencia del pecado, rechazamos el perdón y la Gracia que nos transforma.
¿Te fijas en que Cristo fue tentado, y no te fijas en que salió victorioso? Reconócete a ti mismo tentado en él, y reconócete también vencedor en Él. Él hubiera podido evitar que el diablo se le acercara pero si no hubiera sido tentado, ¿cómo te habría enseñado la manera de vencer en la tentación? Es por eso que no es sorprendente si, acosado por la tentación, grita de los confines de la tierra según el salmo. Pero ¿por qué no fue vencido? El salmo continua: « Me has establecido sobre la piedra»…recordemos el Evangelio: «Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt 16,18). Es entonces la Iglesia la que él deseó edificar sobre la piedra, que clama desde los confines de la tierra. Pero, ¿quién se ha convertido en roca para que la Iglesia sea edificada sobre la piedra? Escuchemos a San Pablo decírnoslo: «La roca era Cristo» (1Cor 10:4). He aquí porque esa roca sobre la cual hemos sido construidos fue la primera en ser azotada por los vientos, los torrentes y las lluvias cuando Cristo fue tentado por el diablo (Mt 7:25). He aquí el fundamento inquebrantable sobre el cual Él quiso establecerte. (San Agustín. Comentario al Salmo 60)
La Roca es Cristo, como nos recuerda Pablo. Pero no una roca cualquiera. Es la Piedra Angular que sostiene a la Iglesia y en la Iglesia, a cada uno de nosotros. La Piedra Angular no fue vencida ni tampoco lo será. El diablo es el gran separador, el que destroza el entendimiento. El que se contrapone a Cristo, que Símbolo universal, Logos, Nombre de Dios. En Cristo y sólo en Cristo, podemos rechazar la tentación. Tentación que es permitida por Dios para nuestro bien.
Actualmente tampoco se acepta que Dios permita la tentación. Como si Dios no hubiera planeado el largo Éxodo del Pueblo de Israel para el bien de cada israelita de entonces. Como bien indica San Agustín, Cristo podía haber rechazado la tentación. ¿Por qué no lo hizo? Porque en esta tentación venció un poco más al diablo y además, dejó el relato para que no se nos olvidara que en Él, Cristo, podemos vencer la tentación. ¿Cómo no vamos a tener esperanza si Cristo fue tentado y venció al diablo?
No podemos rechazar la tentación con nuestras fuerzas. Es imposible. En todo caso podremos aparentar, llenos de soberbia, que la tentación no es importante. Entonces evidenciaremos desdén e indiferencia y con un acto displicente, nos jactaremos de que no nos importa y que nada nos afecta. Pero claro que nos afecta. Nadie puede vencer la tentación con actitudes displicentes. La victoria proviene de la humildad de quien sabe que nada puede sin la Gracia de Dios. Sólo entonces, el diablo se retira. Esa es nuestra esperanza. La esperanza del humilde que confía en el Señor.