Los temas para los artículos de opinión son como las oportunidades de gol: hay tardes en los que la medular no da un pase entre líneas a derechas y las hay en las que abundan los remates a puerta porque llega un buen surtido de balones bombeados. Cuando no dispongo de material propio sé en qué vertederos buscarlo. Muy mal se tiene que dar la cosa para que no encuentre una burla laicista en según que ambientes. Pero hoy no es el caso. Hoy no hace falta que transite por el campo de minas del ateísmo para encontrar napalm contra la Santa Madre Iglesia. En territorio amigo, una cadena de televisión conservadora, que no es, obviamente, 13 TV, se ha hecho mofa del nombramiento de la Virgen de la Candelaria como presidenta perpetua de Tenerife, se ha puesto en duda la recuperación milagrosa de una monja invalida que peregrinó a Lourdes y se ha criticado la sentencia que obliga a un chico a pagar casi 500 euros por un fotomontaje del Cristo de la Amargura. E imagino que únicamente por falta de tiempo no se ha emitido una noticia en la que se responsabilice a Noe del cambio climático.
Quienes creemos en la vida eterna sabemos que, esté colegiada o no, la Virgen es abogada perpetua, así que no nos extraña que un cabildo agradecido la nombre también presidenta per secula. Quienes creemos en Dios sabemos de su poder de sanación, así que cuando los médicos no se explican una recuperación apuntalan nuestra convicción de que el milagro es la quimioterapia de la fe. Y quienes creemos en el arte sacro de Semana Santa dudamos de que el fotomontaje genere en quien lo contempla ganas de cantarle una saeta. Al respecto, el chico arguye en su defensa que nadie sabe qué cara tiene Jesús. Está en su derecho a argumentarlo, pero hay que dudar de que sea la suya porque ninguno de los evangelistas le atribuyen un pendiente en la nariz.
La izquierda extrema ha hecho causa común con el muchacho. Tal vez piense que la ofensa contra los sentimientos religiosos es una tipificación penal que deriva de la inquisición, pero eso es porque desconoce que lo que ofende al católico no es el pendiente en la nariz del joven, sino su trivialización de la cruz. Y su ignorancia respecto a aquello de lo que se burla. Poner en solfa el catolicismo sin entenderlo viene a ser como si un imberbe cuestionara la elección de Antonio Resines respecto a la navaja de afeitar. Cierto que también se hacen fotomontajes con símbolos comunistas y no pasa jurídicamente nada, pero hay que aclarar en este sentido que Jesucristo, en palabras de Pedro, pasó por la vida haciendo el bien. Cosa que no se puede decir de Stalin.