Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 29
Una ola de puritanismo invade el globo terráqueo: el cura de Membrilla retira un cuadro de la sacristía, tras pasar tres años, donde aparece el apóstol Santiago sin mirada medieval; proponen quitar obras clásicas de museos argumentando que se ven partes pudendas de hombres o mujeres; desprecian las normas de ortografía acusando a la Academia de machismo ibérico cerril y montaraz…mientras, en las redes sociales se ofende la imagen de Cristo Despojado de la hermandad de la Amargura de Jaén.
Este puritanismo tiene un mismo denominador común: es mantenido por la izquierda intelectualoide; y un numerador diferencial: si se trata de ofender a la Religión Católica, todo vale, porque los católicos nos callamos.
En el evangelio de este domingo aparece Jesús curando a un leproso, enfermedad que era impura para toda la legislación mosaica del Antiguo Testamento, donde se recoge que deben vivir fuera de la comunidad y llevar unos harapos distintivos de su impureza.
Con esta curación el Señor demostró que la lepra no produce impureza en la persona, sino que es el corazón humano donde se gesta y produce la verdadera inmundicia, que nubla los ojos y las mentes retorcidas por la mala idea siempre fruto del pecado personal.
Ante esta ola de puritanismo, nacido en tierras de América del Norte, donde tiempos atrás tuvo mucha preponderancia, ha tenido respuesta en algún país europeo, no recogida por los grandes medios de comunicación. La razón está colocada en que la persona es libre dentro del marco de la responsabilidad moral individual, familiar y social, y, mientras, sus cuadros, sus películas, sus palabras y obras, no ofendan de modo deliberado y directo los sentimientos de colectivos sociales o religiosos recogidos en la legislación vigente, el arte en sí mismo no es digno de ser sancionado y metido entre rejas.
Es famosa aquella rencilla entre el pintor Miguel Ángel, autor de los frescos de la Capilla Sixtina y el papa de turno, a quien le pareció “impura” la forma expresiva de varios personajes de los magníficos frescos. Uno de los sucesores mandó a un pintor, Daniel Volterra, a poner unos “velos de pureza” sobre los desnudos, que se han quedado motejado como «Il Braghettone» en la historia del arte.
El puritanismo de nuestros días está incluido en la ideología de género que está transformando la antropología católica de forma vertiginosa derrumbando conceptos esenciales como la paternidad masculina, la maternidad femenina, la filiación de padres y madres y la idea de la persona humana nacida en la cultura clásica griega y romana.
El virus de la ideología de género ha entrado en determinadas leyes autonómicas bajo una presión de multas, sanciones y la colocación de sambenitos a quienes no sigan el pensamiento único políticamente correcto que tiene su propia “policía” para que se cumpla por parte de los obligados a transmitirlo con la palabra, con las letras y con las obras.
Los católicos nos quedamos con el pensamiento liberador de Jesús de Nazaret para quien ningún alimento es impuro, ningún enfermo es impuro por padecer la enfermedad que sea, ningún animal es impuro, sino que la impureza está en el corazón podrido lleno de todas las malas artes, que la mente humana pueda engendrar para destruir al hombre creado por Dios.
Tomás de la Torre Lendínez