5º domingo del Tiempo Ordinario
[Jesús continúa presentando la obra de Dios. Es una realidad que se manifiesta poco a poco, más y más en las obras. Sin olvidar que nadie, más que el Padre, su voluntad, marcará el itinerario de Jesús. Como vemos en el Evangelio, la vida creyente no es solo acción, sino profundización, interiorización por la oración].
Si te ayuda, puedes empezar así: -Estás, Señor… -Estoy, Señor… Juntos andemos…, Oremos… Hagamos… Cúrame y curemos…
Del Evangelio de san Marcos 1,29-39. (Es mejor tener el texto a mano y leerlo ahora)
- Al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a la casa de la suegra de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en la cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó. La cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
-Hermosa escena familiar: la suegra de Simón en cama con fiebre; informan del caso a Jesús nada más llegar a casa; la acción maravillosa de Jesús y la no pequeña respuesta de la mujer al pasarle la fiebre. Sitúate en un rinconcito y contempla las personas, la acción de Jesús, sus palabras y gestos, etc. Fíjate: una mujer, -¡en aquel tiempo!-, es objeto inmediato de la atención de Jesús: la libera de la fiebre; de la fiebre y mucho más. Así es Él. Ayudar a la persona, capacitarla para que viva enteramente su proyecto de vida. No le importa si es varón o mujer. Y lo hace sin puritanismos ni melindres: se le acerca, la coge de la mano, la levanta. Silencio total, nadie pestañea… ¿No los ves tú?... Y después, pregúntate: ¿soy yo así de generoso, cercano, comprometido realmente con el otro/a? ¿O me retiene el qué dirán y el hay que ser muy prudentes, sobre todo con la mujer? ¡Y entre tanto, no muevo un dedo por los demás!
-En esa mujer, Jesús ha llevado a cabo una gran transformación personal, relacional y de género, lo que para la época era algo impensable. Mira si no: después de ser sanada, la mujer se puso a servirles en persona: es claramente la actitud que está llamado a tener cualquier que quiera ser seguidor de Jesús. O sea, que esta mujer se hizo inmediatamente discípula de Jesús. Ha captado rápidamente y, lo más importante, ha respondido con generosidad y gratitud al gesto de Jesús. ¡No podía hacer más una mujer! Pues hay que tener en cuenta que a las mujeres les estaba prohibido servir en la mesa. Lo hacían los esclavos masculinos o los hijos más jóvenes de la familia. Las mujeres, en la cocina al margen de las actividades de los hombres. ¿He recibido yo toques así o semejantes de Jesús? ¿Y cómo he respondido? ¿Estoy sirviendo a los demás como respuesta agradecida a Dios y amor concreto a los hermanos? ¿Estoy respondiéndole?
Señor, muchas veces te has acercado a mí para tocarme y levantarme, y yo, ni me he percatado de ello, e incluso, desconfiado; no me lo he creído y hasta me he desalentado. Acércate, Señor. Tócame, cúrame, levántame. La fiebre de mi fe teórica y rutinaria me consume. Quiero servirte a ti y a mi prójimo. Sé que obras son amores. Amén
- Al atardecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
-Otro momento del día, al atardecer. Lee despacio y contempla la escena y la gente, sus reacciones, las acciones concretas de Jesús… Jesús hace lo que ha venido a hacer y en eso se ocupa, lo demás es secundario: proclama, expulsa demonios, cura por dentro y por fuera, o sea, hace presente la soberanía de Dios, el Reino de Dios. ¿Son algo así mis actividades cotidianas? ¿Me olvido de mí y hago el bien a los demás, física y espiritualmente o pienso más en mi tiempo, en mis necesidades y descansos, y después en los demás, cuando pueda? Las acciones de los seguidores de Jesús han de ser generosas, dar paz, serenidad, interesarse por el otro; han compasivas y compresivas, etc. Se mejora y cura así a mucha gente. ¿Qué puedo mejorar y hacer yo al estilo del Señor Jesús? ¿Seguro que no soy capaz de hacerlo?
Señor, que no me encierre en mí mismo. Un discípulo tuyo intenta hacer como tú en relación a los demás, hasta en dar un vaso de agua. Enséñame a hacer el bien sanando a los otros con sola mi presencia testimonial y desde ti. Amén
- Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron: “Todo el mundo te busca”. Él les respondió: “Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí, que para eso he salido”.
-Contempla a Jesús solo y a solas, de madrugada, en la oscuridad… Mírale bien, aunque es de noche. ¡Es una escena asombrosa! ¿Cómo ora Jesús? ¿Seguro q ue no refleja nada su exterior de cuanto pasa en su interior? Calla y contempla asombrado… Lo cierto es que Jesús ora de noche y trabaja durante el día; de esto sí podemos aprender algo. ¿Qué me dice o sugiere esto a mí? Esa oración es algo así como un desahogo profundo de Amor desde su Corazón al Corazón del Padre. Eso descansa y fortifica el espíritu en la entrega, en el servicio salvador a los demás.
-Simón y sus compañeros seguramente miran y admiran a Jesús que buscaban, y de pronto… “Todo el mundo te busca”. Así, brusca y llanamente le interrumpen. No entienden nada, pero nada. ¿Entiendo yo algo de eso? Todos te buscan, dicen. Está bien y es importante, pero antes y siempre Dios-Padre, la comunión con él y desde él todo los demás. Por eso, vámonos… Entonces sí acertaré. De nuevo, ¿entiendo yo algo de esa oración y de ese encuentro?
Señor, te veo orar y me quedo asombrado. ¿Qué puedo hacer yo? Enséñame a orar para saber trabajar por el Reino. Aquí estoy, Señor, enséñame a orar. Amén
- A modo de reflexión para tiempos “perdidos”:
-La tomó de la mano y la levantó. Cogió su mano como un médico… él mismo, que es médico y medicina al mismo tiempo… Que toque también nuestra mano para que sean purificadas nuestras obras. Que entre en nuestra casa; levantémonos por fin del lecho. San Jerónimo.
-“Hacer silencio y orar para comprender la voluntad de Dios. Escucha su voz, intimar con él. Que nuestras manos sean las suyas que cuiden del enfermo; que nuestro corazón sea el suyo que ama al enemigo; que nuestra voz sea su Palabra encarnada que anuncia vida, salvación, esperanza, paz… a todos sus hijos. Porque para eso también nosotros hemos venido”.