Las hipótesis para establecer la fecha en que efectivamente nació Jesús han sido muchas desde los primeros tiempos del cristianismo. Casi todas se han pronunciado por una fecha primaveral.
De las muchas que se han establecido, les voy a narrar la que se me antoja más pintoresca. Trátase de la de procedente de la obra titulada Paschae computus, atribuída por algunos a San Cipriano (n.210-m.258) y por otros a Clemente de Alejandría (n.150-m.215), según la cual, Jesús habría nacido el 28 de marzo, a lo cual se da la siguiente explicación. Si según el Génesis, Dios dividió la luz de las tinieblas el primer día de la creación (ver Gn. 1, 4), esto debío de ocurrir durante un equinoccio, pues Dios que es perfecto, no pudo elegir otro día que aquél en el que noche y día tienen idéntica duración. Excluyendo por razón desconocida el del otoño, el autor del opúsculo establece que se trata del de primavera el 25 de marzo. Como por otro lado, Dios creó el sol tres días después, quiere esto decir que el astro rey fue creado el 28 de marzo. Abundando en la comparación de Jesús con el sol, Jesús debió de nacer el 28 de marzo.
Esto dicho, me va a permitir el lector que aporte yo también una hipótesis plausible. Pues bien, según ella, Jesús habría nacido en las fechas inmediatamente anteriores a la Pascua judía, y por lo tanto en una fecha igualmente primaveral, aunque no necesariamente la misma establecida por el Paschae Computus. Las razones que conducen a esta conclusión, extraídas todas ellas única y exclusivamente de los datos aportados por Lucas, son cuatro. Dos de ellas confirman el hecho de que el parto debió de producirse en fechas de cierta placidez climática, ya primavera, en que se celebra la pascua, ya verano. La primera es que José no habría aventurado a su esposa –y en realidad no era obligado hacerlo, pues el que se censaba era él y no ella- a un pesado viaje como era el que conducía de Nazaret a Belén, si las condiciones meteorológicas no hubieran sido las más aconsejables, lo que excluye todo el invierno y buena parte del otoño. La segunda es el hecho de que los pastores durmieran al raso, razón que, como hemos tenido ocasión de señalar en otro artículo, abunda en la misma dirección.
Esto establecido, la tercera razón, el hecho de que José no hallara posada para alojar a su encinta esposa en trámite tan gravoso, apunta a que el parto aconteciera en alguna fecha en la que Jerusalén y su región –Belén se halla a apenas diez kilómetros- se hallaran muy concurridas, lo que ocurría con ocasión de las fiestas, de las que la Pascua no sólo es una más, sino la más importante. Fiestas en las que se producía una inmensa afluencia de público hacia la ciudad santa del judaísmo.
La cuarta razón apunta directamente hacia la pascua como la fiesta que se estaba celebrando, y tiene que ver, precisamente, con la presencia de tantos pastores en las inmediaciones de Jerusalén, siendo así que el pastoreo es el oficio nómada por excelencia, y que una concentración tan amplia de rebaños junto a la capital davídica obligadamente había de obedecer a alguna razón especial, ninguna como la del sacrificio del cordero que entre los judíos es obligado hacer por pascua.
El razonamiento, que se presenta muy lógico y completo, tropieza con un inconveniente, y es el de que la comparación que realizan los evangelistas de Jesús con el cordero de la pascua para convertirle en el sacrificio de la Nueva Alianza, habría dado a Lucas una excelente oportunidad de abundar en el parangón, insistiendo en la nueva semejanza existente entre el cordero del sacrificio pascual y el Cordero Jesús de la Nueva Alianza. Lo que nos obliga a pensar que si no lo hace, y aunque por las razones antes apuntadas se ha de pensar que la pascua era cercana, no lo estaba sin embargo tanto como para que Lucas se valiera de la circunstancia para cerrar el argumento teológico.
Como quiera que sea, la pascua judía se celebra en la fecha judía del 14 de nisán, fecha que es móvil si se compara con el calendario cristiano gregoriano, por ser este solar, y aquél luni-solar. Por lo que se refiere a los años en los que pudo nacer Jesús (algo a lo que me referiré mañana) la pascua judía se celebró el 31 de marzo, el 11 de abril o el 24 de marzo, lo que quiere decir que en función del año en que hubiera nacido Jesús, la fecha de su nacimiento de acuerdo con lo expresado habría versado entre el 15 y el 31 de marzo, en otras palabras, la segunda quincena del tercer mes del año, en torno pues al inicio de la primavera. Vayan Vds. a saber si después de todo, y a pesar de la extraña vía de la que se valió para deducirlo, el Paschae Computus tenía razón y Jesús nació verdaderamente un 28 de marzo.
Naciera el día que naciera, lo cierto es que hoy es el día elegido por los cristianos para celebrarlo. Así las cosas, queridos amigos, permítanme Vds. lanzar hoy como ayer un nuevo grito de libertad pero también de amistad y cariño para desearles una muy feliz Navidad, extensiva sobre todo, a aquéllos cuya situación o la de los suyos pasa, en día tan señalado como éste, por alguna pena o tribulación.