Quiero dar las gracias al hermano Ireneaus Dunlevy O.P. por permitirme traducir y publicar su excelente artículo Spiritual but not Religious de la muy recomendable revista digital Dominicana Journal.
Espiritual pero no Religioso
Durante la defensa de la Tesis de una amiga, ella estaba de pie ante el tribunal, jugueteando nerviosamente con su collar entre los dedos índice y pulgar. Recuerdo claramente sus palabras: “Me considero espiritual, pero no religiosa”. Con esas palabras estaba tratando de expresar el razonamiento y significado que había detrás del diseño que había realizado. Confiaba en que su diseño inspiraría algo más allá de la materialidad y superficialidad pero sin tener que recurrir a motivos o símbolos tradicionales. La mayoría de nosotros se ha topado con esas palabras en una u otra ocasión. Alguien puede reflexionar diciendo “Vale, creo que hay algo más elevado, algo espiritual en nosotros, en nuestro mundo, pero no creo que la religión lo entienda plenamente. La Religión trata de llegar a ello, pero creo que en última instancia termina por restringirlo o abusar de ello”. De esta manera lo expresa el famoso exponente del Nuevo Ateísmo, Sam Harris: Nuestro mundo está dividido peligrosamente por doctrinas religiosas que toda persona instruida debería condenar y, aún así, para entender la condición humana se necesita algo más de lo que la ciencia y la cultura secular generalmente admiten.
El pensamiento moderno cambió el rumbo de nuestro entorno constructivo. La tradición y la sutileza en el diseño dio paso a la primacía de la originalidad y la invención. Los nuevos materiales tales como el acero, la grandes láminas de vidrio y el hormigón armado se convirtieron en los nuevos juguetes para construir una utopía abstracta. (Dato curioso: leyendo entre líneas se compone de 30 toneladas de acero). A medida que comenzaron a producirse en masa los materiales, los diseños se volvieron modulares, y los edificios se convirtieron en máquinas. “La forma sigue a la función” pronto degeneró en “la forma es aleatoria respecto de la función”. En lugar de entender la forma de un edificio como parte integral e inseparable de su función, los arquitectos modernos diseñaron edificios simplemente para cumplir con los requisitos del programa. Pasamos de la escuela tradicional a la Bauhaus. Los edificios se volvieron similares a cajas, sin ornamentaciones, blancos. Fuera éste o no el principal interés de los diseñadores, la realidad es que los trabajos de arquitectura moderna se convirtieron en lienzos en blanco, dejando que fuera el observador quien los dotara de significado. Se suponía que se liberaba la mente para ver lo espiritual en la abstracción (si quitamos el crucifijo ¿qué es lo que queda de religioso o espiritual?). Sin embargo, creo que a menos que a alguien se le guíe (por ejemplo: esto es una iglesia, piense en cosas de iglesia) o se le indique con algún signo (por ejemplo el crucifijo), no hay ningún significado presente. La espiritualidad de un diseño es proporcional a su presentación del diseño religioso tradicional y pensamiento. La abstracción es una privación de la tradición. Philip Johnson dijo en una ocasión: “No entiendo cómo alguien puede entrar en la nave central de la Catedral de Chartres y no romper a llorar”. Mientras disfrutaba de la tranquila soledad del interior de la Iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane, mi contemplación silenciosa fue rota por el sonido de la respiración entrecortada de un hombre. Entró, apretó su pecho, y miró hacia arriba sobrecogido. En ese momento pude ver literalmente cómo la belleza le arrebató la respiración a ese hombre.
Las iglesias verdaderamente religiosas emanan trascendencia. Las vidas verdaderamente religiosas emanan trascendencia. Cualquier intento de alcanzar la trascendencia sin la religión sólo llevará a la frustración. Esto sucede porque toda la discusión y compresión de lo espiritual está profundamente enraizada en la religión, y su forma, expresión y existencia más verdaderas se encuentran en Jesucristo. San Pablo predicó que la infinita variedad de la sabiduría de Dios podía ser dada a conocer a través de la Iglesia (Carta de San Pablo a los Efesios 3:10). Esa sabiduría (específicamente Jesucristo), que es anhelada por todo deseo espiritual, se encontrará en el Iglesia. El diseño permanece oculto en la mente del arquitecto hasta que el edificio se construye. De la misma forma, en su Comentario sobre la Carta a los Efesios, Santo Tomás explica que la infinita variedad de la sabiduría de la revelación de Dios permanecía oculta en las mentes de los Apóstoles hasta que predicaron. Tomás escribe: “Así como una casa o la idea de hacerla nadie puede conocerla mientras está en la mente del artífice, sino sólo Aquel que penetra en las almas, es a saber, Dios; pero después que la idea ha salido ya a vistas en el efecto extrínseco, porque la casa ya está hecha; de la misma manera llega uno al conocimiento de la casa ya hecha, que primero estaba escondida en la mente del artífice, mas no por la casa, sino en la casa.” Esa casa es la Iglesia Católica, protegida por los sucesores de los Apóstoles. El mundo no está “peligrosamente dividido por doctrinas [Católicas]”, como Sam Harris diría. El mundo está guiado hacia la auténtica belleza y trascendencia por esa doctrina. Uno sólo tiene que estar dispuesto a recibirla y a dejarse enseñar en la casa. “Soy espiritual pero no religiosa”. Mientras mi amiga decía aquellas palabras, ella encontraba consuelo agarrándose a su medallón. Lo que desconocía la sala era que ese medallón era en realidad la Medalla Milagrosa que colgaba sobre su corazón. Ella estaba buscando refugio en la imagen de María, Madre de la Iglesia.
Ireneaus Dunlevy O.P. (Traducción de Luna Vallana)
Sobre el autor: El Hermano Irenaeus Dunlevy entró en la Orden de Predicadores (Dominicos) en 2013. Se graduó en Arquitectura y obtuvo el Máster en Arquitectura de la Universidad Politécnica de Virginia (Virginia Tech) y antes de entrar a la orden, trabajó como arquitecto en Arlington, Virginia.