Cada mañana invierto 15 minutos llenando mi mente con Dios;
de esta forma no hay espacio para los problemas.
-Howard Chandler Christy-
Estaba San Francisco de Asís paseando por el bosque cuando se topó con una hermosa tela de araña. Se detuvo a contemplarla y mientras miraba embelesado, una cándida mosca quedó atrapada en la red. Súbitamente apareció la araña que, con increíble rapidez, atrapó a la mosca y desapareció arrastrándola.
El Poverello de Asís quedó admirado de la destreza de la araña, pero, al mismo tiempo, una gran tristeza le invadió. Sintió una profunda aversión contra el arácnido y levantó la mano para destruir aquella hermosa tela de araña que tanto había admirado. Pero se contuvo y trató de tranquilizarse gritando:
─¡No destruir nada, no despreciar nada! ¡Todo está bien!
En general le causaba profundo pesar el holocausto biológico que mantiene la naturaleza: Unas criaturas se alimentan de otras criaturas.
Cuando la tristeza le inundaba al observar la captura de un animalito por otro, sofocaba la tristeza gritando a viva voz:
─¡Nosotros no sabemos nada!¡Todo está bien!
Seamos conscientes de ello o no, estamos continuamente bajo la mirada de Dios. Él vela sobre nosotros y lo hace con amor y sabiduría. Nada escapa a su atención. Puede utilizar todo: las circunstancias fáciles, así como también las pruebas y el sufrimiento.
Para el bien de sus hijos, Él permite todo lo que nos ocurre. Esto nos debe dar una gran confianza, aun cuando no comprendamos las razones de lo que nos ocurre.
En la vida normal encontramos continuamente hechos aleccionadores. Por ejemplo, se golpea al acero no para debilitarle, como pudiera parecer, sino para conferirle una clase de temple que aumenta su solidez y su resistencia. O se entierra la semilla para morir, pero es una muerte que engendra vida.
¿Sabemos emplear los contratiempos, las dificultades, las contradicciones, el desempleo, la enfermedad, como pautas para tratar de estar más cerca del Señor?
San Pablo afirma que «en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman» (Rom 8, 28).
Todo lo podemos convertir en algo agradable a Dios, y en bien del alma. Esta expresión de San Pablo puede servirnos para repetirla a modo de jaculatoria, como una pequeña oración, que nos dará paz en momentos difíciles. Porque con la fe, y aunque a veces no lo entendamos, tiene razón S. Francisco de Asís:
─¡Todo está bien!
de esta forma no hay espacio para los problemas.
-Howard Chandler Christy-
Estaba San Francisco de Asís paseando por el bosque cuando se topó con una hermosa tela de araña. Se detuvo a contemplarla y mientras miraba embelesado, una cándida mosca quedó atrapada en la red. Súbitamente apareció la araña que, con increíble rapidez, atrapó a la mosca y desapareció arrastrándola.
El Poverello de Asís quedó admirado de la destreza de la araña, pero, al mismo tiempo, una gran tristeza le invadió. Sintió una profunda aversión contra el arácnido y levantó la mano para destruir aquella hermosa tela de araña que tanto había admirado. Pero se contuvo y trató de tranquilizarse gritando:
─¡No destruir nada, no despreciar nada! ¡Todo está bien!
En general le causaba profundo pesar el holocausto biológico que mantiene la naturaleza: Unas criaturas se alimentan de otras criaturas.
Cuando la tristeza le inundaba al observar la captura de un animalito por otro, sofocaba la tristeza gritando a viva voz:
─¡Nosotros no sabemos nada!¡Todo está bien!
Seamos conscientes de ello o no, estamos continuamente bajo la mirada de Dios. Él vela sobre nosotros y lo hace con amor y sabiduría. Nada escapa a su atención. Puede utilizar todo: las circunstancias fáciles, así como también las pruebas y el sufrimiento.
Para el bien de sus hijos, Él permite todo lo que nos ocurre. Esto nos debe dar una gran confianza, aun cuando no comprendamos las razones de lo que nos ocurre.
En la vida normal encontramos continuamente hechos aleccionadores. Por ejemplo, se golpea al acero no para debilitarle, como pudiera parecer, sino para conferirle una clase de temple que aumenta su solidez y su resistencia. O se entierra la semilla para morir, pero es una muerte que engendra vida.
¿Sabemos emplear los contratiempos, las dificultades, las contradicciones, el desempleo, la enfermedad, como pautas para tratar de estar más cerca del Señor?
San Pablo afirma que «en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman» (Rom 8, 28).
Todo lo podemos convertir en algo agradable a Dios, y en bien del alma. Esta expresión de San Pablo puede servirnos para repetirla a modo de jaculatoria, como una pequeña oración, que nos dará paz en momentos difíciles. Porque con la fe, y aunque a veces no lo entendamos, tiene razón S. Francisco de Asís:
─¡Todo está bien!