Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 29
La lotería del 6 de enero ha tocado a un hombre abandonado con sus dos hijas por su esposa hace años. Se largó a comprar tabaco, y nunca volvió. Ahora se entera de la lluvia monetaria y acude a pedir su parte. Pedir y rezar al modo budista es a lo que han mandado desde Sevilla a los funcionarios de la autonomía con la pretensión de cumplir sus preceptivas horas semanales de trabajo fuera de su puesto laboral habitual. Los que volverán a tirar de la libreta de multas será la policía local de Jaén cuando se cumplan los tres meses de carencia legal a los coches que infrinjan las normas de tráfico en la parte acotada en el centro comercial urbano.
Comienza, como vemos el año, con un común denominador: pedir y cumplir las reglas comunes para la conducta social. Desde la demanda sevillana se podía haber invitado a que los funcionarios rezasen a las imágenes sagradas de sus cofradías, que las tienen más cerca.
Por Jaén, se inicia un año muy novedoso en dos parroquias de la ciudad. La primera es la comunidad de la Santa Cruz, en cuyo interior ha nacido canónicamente la hermandad del Gran Poder, la cual saldrá en procesión durante la inmediata Semana Santa. Tiene la singularidad de disponer de un solo trono sobre el que irán varios personajes esenciales de la Pasión de Cristo, mediante la cual fue llevando la Cruz, en la que murió y tras ser enterrado resucitó al tercer día de entre los muertos para que se cumplieran las Sagradas Escrituras.
La parroquia de San Juan Pablo II tiene lugar dos motivos juntos para conmemorar. El primero es que la hermandad de la Santa Cena hará su primera salida procesional desde el templo construido con las medidas clavadas de los tronos en la anchura y en la altura. El segundo es que durante los doce meses se conmemoran veinte años del nacimiento de esta cofradía que un grupo de personas decidieron servir a la piedad popular de los jaeneros en torno al gran misterio de nuestra fe: el sacramento de la Eucaristía, centro y cumbre de la vida cristiana.
La junta de gobierno ha elaborado un apretado programa de actos para sellar ante la comunidad cristiana parroquial y el resto de la vecindad del norte de Jaén, que las cofradías se crean, se fundan y sus protagonistas pasan quedando siempre una institución como la Santa Cena, que, además, es la única hermandad pasionista, que atiende las necesidades de una residencia de ancianos totalmente unida al templo donde se da culto a las sagradas imágenes de Cristo Salvador en su Santa Cena con sus doce apóstoles y la Virgen Santísima de la Caridad y Consolación, bajo cuyo patronazgo está la residencia de la tercera edad.
Para los católicos de la ciudad de Jaén, tanto la nueva hermandad de la Santa Cruz, como la veinteañera de la Santa Cena de San Juan Pablo II, son ocasiones para que recemos por los resultados positivos pastorales de ambas comunidades parroquiales, y nos demos cuenta que el cristianismo es muy difícil de borrar del mapa de nuestra tierra, a pesar de los intentos que se hacen desde ciertas instancias invitando a rezar en otros modos ajenos a nuestra cultura.
Si la policía local va tirar de la libreta de las multas contra los conductores infractores, sepamos los cristianos que la libertad de expresar nuestra fe públicamente por medio de las procesiones de Semana Santa, no tiene ningún límite nada más que el legal enmarcado en la legislación que ampara la libertad religiosa recogida en el texto de la Constitución española.
Oremos, amigos lectores, por el Gran Poder, por la Santa Cena y por sus devotos cofrades.
Tomás de la Torre Lendínez