¡Que verde era mi valle!
Parece que el problema urgente a resolver está en el silencio de un Valle que un día acogió a miles de victimas de una guerra fraticida, y al que liberó a España de la barbarie anarquista. Es verdad que Franco no fue caído, y tal vez el Valle no era su sitio, pero el problema no es ese. En el fondo de lo que han llamado sesgadamente “Memoria Histórica” pulula un miasma llamado odio. La memoria es para recordar con mirada justa el pasado.
Y en el pasado ocurrieron muchas cosas que se le ocultan a los que nacieron después de la triste guerra.
Se ha querido propalar que el culpable de aquella guerra fue el ejercito nacional con Franco al frente para exterminar un pueblo que, como mansos corderos pastaban por los campos de España. Es falso. Gran parte del pueblo español estaba siendo esquilmado en su flanco más frágil por otra parte del pueblo español fuertemente ideologizado y con el odio por bandera. Esto no se dice ni se enseña. Es más rentable para algunos cargar la responsabilidad sobre los hombros de los que emprendieron la ardua y sangrienta tarea de defender la libertad.
Algunos datos de la Memoria Histórica verdadera: Cataluña fue un claro ejemplo de la gran persecución contra los católicos en este corto pero sangriento periodo histórico. El arzobispo de Barcelona, el auxiliar de Tarragona y el obispo de Lérida fueron ejecutados por anarquistas, comunistas y otros grupos extremistas en los primeros meses de la guerra. Ya al final de la contienda, y siendo prisionero, en Gerona también fue fusilado el obispo de Teruel.
Mas datos
El historiador Vicente Cárcel Ortí ofrece algunos datos sobre el asesinato de sacerdotes en estas diócesis catalanas que ejemplifican la gravedad de lo que allí ocurrió:
- Lérida: 270 sacerdotes asesinados (67% del total).
- Tortosa: 316 asesinados (62% del total del clero).
- Vic: 177 asesinados (27% del clero).
- Barcelona: 279 asesinados (22% del total)
- Gerona: 194 sacerdotes muertos (20% del total)
- Urgel: 109 asesinados (20%)
- Solsona: 60 sacerdotes asesinados (13%).
Otras diócesis también perdieron un porcentaje importante de su clero. Por ejemplo, en Málaga mataron a prácticamente la mitad de los sacerdotes, lo mismo que ocurrió en la sede primada de Toledo o en Menorca. En Segorbe incluso fue más del 50%. En otras como Madrid fusilaron a 334 sacerdotes (30% del total) o 327 en Valencia (27%). Conventos enteros profanados, cadáveres de religiosas extraídos de las sepulturas y expuestos en la vía pública para mofa del populacho…
El levantamiento de un ejercito dispuesto a restablecer el orden, al mando de Franco, supuso una bocanada de aire fresco para ese medio pueblo que sufría la barbarie del otro medio. Naturalmente que en las guerras no se juega al veo veo, mas bien al que ven, de un bando y de otro, van por él. Esta es la desgracia de toda la historia de la humanidad.
Acabada la guerra se les ocurrió a los políticos habilitar un lugar donde pudieran descansar los muertos de ambos bandos. Y así nació El Valle de los Caídos. Franco no era de los caídos, por eso el determinó descansar en su día junto a su esposa en el cementerio de El Pardo. Y ahora se va a cumplir su voluntad. Lo malo es que en esta operación hay más de revancha que de humanidad.
Yo nací después de la guerra, y agradezco -al margen de la política-, que los que lucharon nos permitieran a los niños y jóvenes de entonces disfrutar de nuestro valle particular, coloreado de verde esperanza, sembrado por un ejército de estrellas arrojadas al cielo.
Juan García Inza
Juan.garciainza@gmail.com