Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 29
El ciclo litúrgico de la Navidad cierra hoy sus puertas con la solemnidad del Bautismo del Señor. Pero días pasados han tenido lugar las mal llamadas cabalgatas de los Reyes Magos en todas las localidades que se precien de serlo socialmente, porque culturalmente las comitivas reales se han convertido en un envoltorio de todas las pasiones humanas, y muy poco cristianas.
En la España medieval nació la primera manifestación litúrgica, literaria y popular hacia sus majestades de Oriente, en el Auto de los Reyes Magos, sencilla obra anónima representada por sacerdotes y ayudantes del culto católico. El pueblo rendía esta sencilla adoración a los extraños personajes que llegaron hasta Belén a adorar al Hijo de Dios hecho hombre, nacido de María, la Virgen, por obra del Espíritu Santo. El rico texto de esta obra magistral de la literatura española sigue siendo recreado en algunos lugares donde el laicismo no ha entrado a destruir la verdadera fe cristiana imponiendo un dogmático modo de ser y pensar alejado de todo lo divino.
Esta obra nacida en el interior de los templos para los asistentes a él, llegó el momento en que algunas hermandades lo sacaron a las portadas de catedrales y colegiatas siendo el pueblo en pleno quien con sus autoridades municipales al frente eran los directos destinatarios del mensaje sencillo nacido del texto evangélico, donde la pieza tiene sus raíces.
De esta manera sugestiva avanza la historia de la fiesta de los Reyes Magos hasta los inicios del siglo pasado. Es cuando las cofradías abandonan esta representación, que la naciente sociedad de consumo sabe tomar muy bien colocándola en manos de los concejos locales, quienes pugnan salir por las calles portando en carrozas a los tres magos de Oriente.
Era cuando el cristianismo servía a la osamenta de una sociedad relativamente católica. Pero llegaron los vientos laicistas, ateos y materialistas, acompañados de personajes atrofiados mental y moralmente, viendo cómo se puede destruir una Religión sin violencia, colocando otra religión y moral con letras minúsculas, que ahogue la cultura y el sentimiento popular, creando sus dogmas, sus tribunales inquisitoriales, su lenguaje políticamente correcto y su policía implacable, instalada en los medios informativos y en la enseñanza oficial de los niños y jóvenes.
Y llegamos al hoy, donde las cabalgatas de los Reyes Magos son un festival carnavalesco adelantado al tiempo, una muestra de las pasiones humanas más incultas y una mezcolanza de ideas falsamente religiosas, donde quienes ganan son los gestores de la nueva religión laicista y los que pierden son los niños que acuden a ver un espectáculo que ha perdido todo su sabor evangélico y catequético católico. El engaño está servido. La polémica, en algunos municipios llega hasta los tribunales de Justicia. En la cuesta de quien es más “creativo” se producen engendros mentales, que aquellos antepasados de nuestra Edad Media, espectadores del auténtico Auto de los Reyes Magos, saldrían corriendo pensando que los locos los habían soltado del manicomio más cercano.
La alocada carrera de las cabalgatas de Reyes Magos municipalizados tendrá una explosión en cualquier momento del modo más impensable. Esa maniática manera de embaucar y mentir a los infantes españoles ha entrado en un callejón sin salida. O volvemos a la sencillez de nuestra cultura católica, o estas olimpiadas de la mentira serán denunciadas, y ya lo están siendo, por los jóvenes actuales tan alejados de la fe católica, acusándonos de haberlos engañado como bobos con balcones a la calle.
Tomás de la Torre Lendínez