Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 29
Hace unos días nuestro diario publicaba la Carta de Compromisos aprobada por el patronato de la Fundación Estrategias para el año entrante. Más ciento y pico de proyectos llenan esa ambiciosa misiva, que será realizada por las entidades, organismos, municipios y empresas vigentes en el bosque provincial, en cuya cúspide está la Diputación y la Universidad.
Sabemos que en nuestra tierra una cosa son los deseos, y otras las realidades. Desde aquella famosa frase: “Jaén me quita el sueño”, hasta la actualidad ha llovido, ha nevado, existe sequía, hemos pasado calores atosigantes…y seguimos donde estamos, por mucho que nuestra tierra merezca más y es cierto que lo merece.
Cuando terminamos hoy el año 2017, de triste memoria para la historia española por los levantiscos movimientos secesionistas del noreste del mapa, es bueno que hagamos memoria de los logros conseguidos en la provincia. Para quien suscribe este campanario dominical destaco como gran acontecimiento cultural la apertura del ansiado Museo Ibero. Y a nivel local de la ciudad de Jaén, resalto el afán por quitar los vehículos a motor del casco central del comercio, aunque habrá que pulimentar algunos defectos. Tras estas victorias, todo lo demás son deseos y proyectos, espejismos y cabriolas mentales.
En uno de sus varios discursos a lo largo de los evangelios, Jesús de Nazaret dijo una frase realmente histórica: “Confiad en la Providencia de Dios, porque cada día tiene su propio afán, por lo tanto no viváis atosigados, ni preocupados por lo que comeremos, mirad los pájaros del cielo cómo el Padre providente los alimenta y viste”.
La confianza en la Providencia de Dios no significa mirar el techo esperando que nos caiga el plato del día, la cama de la noche, y el vestido de mañana, sino todo lo contrario, colaborar con la acción divina para que nos merezcamos el plato, la cama y el vestido. Esta cooperación con Dios está en contra de la holgazanería, de la pereza absoluta, del vivir del cuento, de la vagancia permanente y del estar en la cola de la sopa boba.
El Padre providente nos recomienda que invirtamos nuestros caudales en la tierra donde vivimos, creando empresas y puestos de trabajo, renovando las herramientas de producción y actualizando los horizontes del comercio ya que cada día tiene su propio afán, por lo tanto hemos de luchar por merecernos el plato, la cama y el vestido de mañana y siempre.
Pero, la pretensión, como ocurre en Jaén, desde que tengo uso de razón, de que toda inversión monetaria tiene que darla el papá y la mamá administración nacional, regional o provincial, y el empresario individual o familiar tome su dinero y lo coloque fuera de nuestra tierra, es una inmoralidad condenada por la Doctrina Social de la Iglesia.
Por esto, opino que la Carta de Compromisos, citada más arriba, es una epístola a los Reyes Magos, donde la ilusión infantil espera que la prestidigitación mágica le traiga el juguete más caro al precio más barato. Las administraciones deben, por tanto, colaborar con el dinero público a repartir entre municipios más pobres, procurando una justicia social equilibrada, sin meter la mano en la caja común, porque eso es un delito, como los que se están sustanciando en los tribunales de justicia. Las inversiones privadas adelantan a los pueblos.
Feliz salida del año y buena entrada en el nuevo, amigos lectores. Dios nos bendiga.
Tomás de la Torre Lendínez