Para rezar bien el Padrenuestro, debemos encontrar el sentido de la palabra ‘Padre’. Primero, rezarlo bien. Es una plegaria que no debemos precipitar. La primera palabra especialmente. Jesús la emplea públicamente en casos muy concretos y con gran reverencia. En las noches de adoración con una intimidad que nos desborda.
“En aquel momento tomó la palabra Jesús y dijo: Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ha escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien”. (Mt 11, 25)
“Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra y, arrodillado, oraba diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz: pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. (Lc 22,40-46)
“Era como la hora sexta, y vinieron las tinieblas sobre toda la tierra, hasta la hora nona, porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente dijo: Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu’. Y dicho esto expiró”. (Lc 23, 46)
Esta palabra es propia del Hijo y propia de los hijos. En el Bautismo hemos recibido el perdón del pecado original y la realidad preciosa de ser hijos de Dios.
“Mas, cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción filial. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abba, Padre!” (Gl 4, 6).
“Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino que habéis recibido un Espíritu de hijos de adopción en el que clamamos: ¡Abba, Padre!” (Rm 8, 15).
Templos de la Santa Trinidad: “Respondió Jesús y les dijo: El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a Él y haremos morada en él”. (Jn 14, 23)
El bautismo es vida nueva, nacimiento nuevo. Por él podemos decir: ‘Padre’ de un modo nuevo.
En este Padre que nos ha dado a su Hijo para nuestra salvación podemos confiar en todo momento. No podía hacer más para arrancarnos del poder del enemigo. ¡Somos tus hijos, guárdanos del poder del maligno!