Junto a la deliciosa costumbre de «poner el nacimiento», que se le ocurriera e ideara san Francisco de Asís, tenemos también la costumbre, por estas fechas, de enviar tarjetas navideñas, los clásicos christmas, con reproducciones del Portal, en cuadros o hermosos paisajes, o con otros muchos motivos navideños, como árboles, campanitas, ángeles o nieve. Ahora, además, se envían por Internet, con mucha más imaginación, con figuras que aparecen y desaparecen, luces que se encienden, mensajes que se prodigan, y todo a base de hacer clic en nuestro ordenador. Una maravilla.
Sin embargo, quizás lo más interesante sea el texto que acompaña la tarjeta. No resisto la tentación de escoger algunos de esos textos por lo que significan y nos enseñan. Por ejemplo, el que ha escogido monseñor Juan José Asenjo, unas palabras del Cura de Ars, Juan María Vianney, haciendo referencia al Año Sacerdotal que estamos celebrando. Dice así: «¿Qué hacían la Santísima Virgen y San José en el portal de Belén? Miraban, contemplaban y admiraban a Jesús. He aquí toda su ocupación». Al mismo tiempo, el arzobispo de Sevilla y Administrador Apostólico de Córdoba desea que «la contemplación del misterio y la acogida del Señor que nace, sea manantial de paz, alegría y esperanza en esta Navidad y en el año 2010».
Hermosas lineas también las del arzobispo de Granada, monseñor Javier Martinez, transidas de cercanía y esperanza: «¡Qué alegría saber que el Señor de todo no se ha olvidado de nosotros -de cada uno, que ´hasta los cabellos de nuestra cabeza´ tenemos contados-, y que no se olvidará jamás! ¡Feliz Navidad!».
Como la felicitación de los seminaristas cordobeses, con una amplia cita de Benedicto XVI: «Dios se inclina. Esta es una palabra profética. En la noche de Belén, esta palabra ha adquirido un sentido completamente nuevo. El inclinarse de Dios ha adquirido un realismo inaudito y antes inimaginable. El Creador que tiene todo en sus manos, del que todos nosotros dependemos, se hace pequeño y necesitado del amor humano. Dios está en el establo».
José Luis Martin Descalzo gustaba recordar el papel de María, que plasmó en este versos: «Y Dios no tenía madre; / y Dios la quería tener; / por no morirse de envidia / se inventó lo de Belén». Pone una nota de ternura y de bondad en las fiestas navideñas.
Y así, cada christma nos regala un pequeño abrazo y un gran mensaje. Francisco Alcalde transcribe los versos de Ricardo Molina: «Estrella, ¿qué haces ahí / parada sobre el portal? / ¿Qué prodigio celestial / te tiene suspensa así?».
La Biblioteca Sacerdotal Breña subraya con fuerza el deseo de una Navidad y un 2010 lleno de frutos apostólicos. La Fundación de Cultiura Andaluza, que dirige David Puentes Madrigal nos felicita con estas lineas de Gerardo Diego: «Si la palmera pudiera / volverse tan niña, niña / como cuando era una niña / con cintura de pulsera / para que el Niño la viera... / Si la palmera tuviera / las patas del borroquillo / las alas de Gabrielillo / para cuando el Niño quiera / correr, volar a su vera. / Si la palmera supiera / que sus palmas algun dia... / Si la palmera supiera / por qué la Virgen María / la mira... Si ella supiera...».
Y así podríamos seguir en un recuento urgente de anhelos y mensajes. Ciertamente, la Navidad nos convoca a la más prodigiosa historia de amor que ha tenido lugar sobre la faz de la tierra. Una historia que se repite cada dia, en alboradas permanentes de esperanza. Y como pórtico, los christmas, sinfonía de Belén.