Morir de éxito con lazos amarillos votando la misma secuencia de la farsa tragicómica, es un signo de enfermedad mental y moral.
Meter un voto en una urna en masa borrega es la prueba evidente que el alma del votante está muy enferma, y que el conjunto de esa masa tiene un desquiciamiento mental de primer orden.
Cuando el pueblo alemán elevó al poder a los nazis, pocos pensaron donde acabaría semejante suicidio colectivo.
Las elecciones catalanas son una prueba evidente de semejante situación. Los votantes se miran su ombligo creyendo todas las mentiras que les han grabado a fuego en una voluntad inexistente.
Cuando la enfermedad social mira con supremacismo a los demás, en el pecado lleva la penitencia. No se puede medir la capacidad craneal a los que votan otra opción.
Seguramente, la solución del artículo 155 de la Constitución pudo ser un arreglo momentaneo que ahora se ha vuelto enfermedad incurable.
La sociedad catalana necesita una "desnazificación" , por lo menos de diez años, para volver al camino de la sensatez. De lo contrario, el futuro es impredicible para toda España.
Con todo, miremos con esperanza y confianza en la acción de la Justicia española, que aunque lenta es inexorable.
En el año entrante la tragicomedia falsaria catalana sigue. Continuaremos analizándola con lupa.
Tomás de la Torre Lendínez