EVANGELIO

Sácate primero la viga del ojo.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 1-5

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque seréis juzgados como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?
¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame que te saque la mota del ojo”, teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita; sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano».

Palabra del Señor.


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Desterremos la acusación.

La soberbia nos puede llevar a juzgar y la soberbia es un pecado que va directamente contra Dios. Pero si encima juzgo mal, estoy devaluando al otro en mi corazón, un acto va directamente contra la caridad. Y la caridad es de lo que seré juzgado. Así que, desterremos la acusación.
Si realmente mi esposo hace algo que está mal, con mi soberbia (que sería la viga) no puedo ayudar a mi esposo. Se salva amando, no condenando. He sido creado para ser su ayuda adecuada y llevarlo hasta el Señor y por ese camino, estoy faltando al sentido de mi existencia.
Tengo que entrar en la corriente del amor que construye, que anima, que ilusiona. Quizás ni sabemos hacerlo porque no tenemos el hábito, pero hay que esforzarse para ir cambiando ese mal hábito. Valorar al otro, es una cuenta siempre pendiente.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Jaime: (Habla con su hijo por teléfono mostrando dudas sobre su sinceridad) ¿Seguro que no te han dado la nota? Me extraña mucho, porque al ser un examen tipo test, la dan en seguida.
Raquel: (A su lado escucha la conversación de su esposo con su hijo, y no le gusta el tono que utiliza Jaime. Pero interviene) Papá tiene razón, es habitual que den la nota en el acto, tú sabes que suele ser así. Pero tú no te preocupes que no desconfiamos de ti, ¿A que no, Jaime?
Jaime: No, no, confiamos en ti plenamente, hijo. Si tú nos dices que no ha salido la nota te creemos, porque te comprometiste a no mentirnos y nosotros hemos decidido confiar en ti. Pero comprende que estamos un poco nerviosos porque nos importa mucho tu futuro ¿Vale? Te queremos, hijo.
(Después de colgar)
Raquel: Ánimo, Jaime. Eres un buen padre y te preocupas por tus hijos. Eso está muy bien. Anímalos a ser mejores. Ellos te admiran y les hace mucho bien cuando crees en ellos.
Jaime: Muchas gracias por echarme ese cable, Raquel.
Raquel: No tienes por qué darlas. El otro día, con el tema del orden de su cuarto, fue al revés y me echaste tú el cable a mí, así que, nos necesitamos mutuamente.
Jaime: Tengo que quitarme esta manía de ponerme en lo peor con nuestro hijo. Los prejuicios no le ayudan nada. Gracias, de verdad, Raquel.

Madre,

Ayúdanos a entrar en la corriente del amor, la que arrastra a la gente hacia ti y hacia Dios. Vosotros la provocáis, nosotros sólo tenemos que introducirnos en ella. Alabado sea el Señor que es el artífice del amor.