Schiller (17591805), poeta alemán, escribió la Oda a la Alegría a la que, años más tarde, Beethoven puso música coral como último tiempo de su Novena Sinfonía. Actualmente es el himno oficial de Europa.
Schiller, en su Oda a la Alegría, repite varias veces la palabra «alegría» que es humana y trascendente:
«Alegría, destello de los dioses,
generada en lo alto de los cielos...
Alegría, que todos desearíamos tener...
Alegría, que es beso y es primavera...
Alegría, que buenos amigos nos hacéis...
Alegría, que fue dada al ángel que goza cerca de Dios.
»Alegría, los astros cantan gloria...
van por el cielo riendo triunfantes...
¡Alegría! Corramos riendo, hermanos;
héroes somos cantando victoria.
»¡Abrazaos, hombres, ahora!
Un gran beso inflama los cielos:
hermanos, sobre los bellos astros
existe el Amor inmenso de un Padre,
Creador de tierra y cielos y que
dentro de la luz de mil estrellas,
dentro de la luz... te buscamos aún.»
Muchos son los que carecen de alegría. Y es porque no se comportan como hermanos, ni saben mirar, ni leer la naturaleza, y a veces, empujados por prisas tenaces, no tienen tiempo para levantar la cabeza y contemplar las estrellas, ni ir más allá... a Dios, como cantan Schiller y Beethoven.
Bernanos constataba:
«El mundo moderno ni tiene tiempo ni para esperar, ni para amar, ni para soñar.»
Dijo Johann W. Goethe: «Alegría y amor son las dos alas para las grandes empresas.»
¿Quieres saber si tu alegría es de la buena? Mira si te eleva sobre ti mismo, te proyecta hacia Dios y hacia los hombres.
¡Cuánta grandeza, tener las limitaciones de un hombre y al mismo tiempo poseer la alegría esperanzada en un Dios!
Alimbau, J.M. (2017). Palabras para la alegría. Madrid: Voz de Papel.