Por Juan Carlos Calero
(Misionero Apóstol de la Palabra y colaborador de nuestro blog)
A partir de este pasaje (También vea Mt 24, 36), algunas sectas como los Testigos de Jehová han retomado la antigua herejía de los Agnoetas (secta del siglo VI que negaban que Jesús nuestro Señor conocía el día del Juicio Final), para argüir que Jesús no es Dios, aun cuando la Escritura enseña en varios pasajes que el Hijo es Dios, como el Padre (cf. Jn 1,1-3; 10,30; Rm 9,5; Tit 2,13).
Para explicar el pasaje Mc 13, 32, es importante examinar lo siguiente:
“El verbo conocer o saber tiene a veces la significación de Manifestar o Enseñar […[1] Por ello, el desconocimiento del día del juicio, como se deduce de Hch 1, 7: “No os toca a vosotros conocer los tiempos ni los momentos que el Padre ha fijado en virtud de su poder soberano”; es un desconocimiento fundado en el orden de la salvación dispuesto por Dios.
Veamos ahora los que nos enseña la Escritura, La Sagrada Tradición y el Magisterio de la Iglesia sobre este punto:
I. LA SAGRADA ESCRITURA
Por la Escritura sabemos que nuestro Señor conocía todas las cosas (pues es atributo divino, la Omnisciencia):
Jn 16:30 “Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios.”
Jn 18:4 Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se adelanta y les pregunta: « ¿A quién buscáis?»
Lc 17:31 Aquel Día, el que esté en el terrado y tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y, de igual modo, el que esté en el campo, no se vuelva atrás.
En este último versículo vemos claramente que el Señor SABE hasta lo que ocurrirá el día del Juicio, y ¿cómo sabrá lo que ocurrirá y sin saber cuándo será ese día?
Pero solo manifestaría aquellas que el Padre le concedió manifestar:
Jn 12:49 “Porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que el Padre que me ha enviado me ha mandado lo que tengo que decir y hablar.”
Es curioso que quienes defienden que Jesús ignoró el día del Juicio final, interpretando de manera aislado el texto de Marcos, se les escapan textos fundamentales en el que se presenta a nuestros Señor como la Sabiduría de Dios como los que a continuación cito[2]:
1 Co 1:24 “Cristo es poder y sabiduría de Dios.”
Col 2:3 “En quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.”
Y si es la Sabiduría de Dios ¿cómo ignora lo que hay en la mente de Dios? ¿Será que la Escritura miente? Ciertamente que NO.
II. LA TRADICION DE LA IGLESIA:
San Agustín de Hipona:
“Se sabe que ha de venir terriblemente el día último para aquellos que no quieren estar seguros viviendo bien y prefieren vivir mal continuamente. Dios quiso ocultar con provecho este día para que esté siempre preparado el corazón a esperar lo que sabe que ha de venir, aunque ignora cuándo ha de llegar. Nuestro Señor Jesucristo, enviado a nosotros como Maestro y siendo Hijo del hombre, dijo que ignoraba este día, porque en su magisterio no entraba el enseñarnos esto. Nada sabe el Padre que no sepa el Hijo, puesto que la misma ciencia del Padre es su Sabiduría, y su Sabiduría es su Hijo, su Verbo. Pero como no nos convenía saber lo que ciertamente sabía Aquel que había venido a enseñarnos, no precisamente lo que no nos aprovechaba conocer, por eso, como Maestro, no sólo enseñó algunas cosas, sino que también calló otras. Como Maestro sabía lo que convenía enseñar y lo que era nocivo declarar. Así, pues, se dice, por cierta manera de hablar, que el Hijo ignora lo que no enseña; es decir, se dice que ignora lo que ignoramos nosotros por no dárnoslo a conocer.”[3]
San Hilario de Poitier:
“Se objeta al Unigénito de Dios la ignorancia de este día y hora, para concluir que no ha nacido Dios de Dios, en esa perfección de naturaleza por la cual es Dios. Pero el sentido común dice que cómo es posible que el autor de todo lo que es y será ignore nada absolutamente. ¿Cómo puede existir la ciencia fuera de Aquél en quien se contiene todo lo que ha de ser hecho? ¿Ignorará, pues, aquel día, que es el de su venida? En la naturaleza humana está, en cuanto de ella depende, el saber de antemano lo que determina hacer, y sigue siempre el conocimiento de ello a la voluntad de hacerlo. Y bien: ¿cómo puede admitirse que ignorara el Señor el día de su gloriosa venida por imperfección de su naturaleza, teniendo necesidad de venir y no teniendo conocimiento de su venida? Pero ¿cuánta ocasión de impiedad resultaría de atribuir a Dios Padre la malignidad de privar del conocimiento de su dicha a Aquél a quien había dado el conocimiento de su muerte? Si en El existen todos los tesoros de la sabiduría, no puede ignorar ese día. Pero conviene que no olvidemos nosotros que los tesoros de la sabiduría están ocultos en El. Su ignorancia respecto de ese día proviene de que los tesoros de la sabiduría están ocultos en El; y siempre que manifiesta ignorar alguna cosa, no se detiene por ignorancia, sino porque no es tiempo de hablar o de obrar. Si para mostrar que Dios quiso hacer conocer a Abraham que no ignoraba su amor, se dice en el capítulo XXII del Génesis que Dios conoció que Abraham le amaba, entonces al decir que el Padre conocía el día del juicio, debe darse a entender que no se lo ocultó al Hijo. Así que si el Hijo ignora el día, es porque debe callar sobre esto, y al contrario el Padre manifiesta ser El solo quien lo sabe, porque habla. Lejos, pues, de nosotros la idea de que pueda haber en el Padre y en el Hijo cambio alguno. Finalmente para que no se juzgue que ignoraba por defecto de naturaleza, añade en seguida: "Estad, pues, alerta, velad y orad, ya que no sabéis cuándo será el tiempo".[4]
San Máximo el Confesor:
"La naturaleza humana del Hijo de Dios, no por ella misma sino por su unión con el Verbo, conocía y manifestaba en ella todo lo que conviene a Dios."[5]
III. El Magisterio de la Iglesia:
“Sobre lo que está escrito que el día y la hora, ni el Hijo ni los ángeles lo saben [cf. Mc. 13, 32], muy rectamente sintió vuestra santidad que ha de referirse con toda certeza, no al mismo Hijo en cuanto es cabeza, sino en cuanto a su cuerpo que somos nosotros... Dice también Agustín... que puede entenderse del mismo Hijo, pues Dios omnipotente habla a veces a estilo humano, como cuando le dice a Abraham: Ahora conozco que temes a Dios [Gen. 22, 12]. No es que Dios conociera entonces que era temido, sino que entonces hizo conocer al mismo Abraham que temía a Dios. Porque a la manera como nosotros llamamos a un día alegre, no porque el día sea alegre, sino porque nos hace alegres a nosotros; así el Hijo omnipotente dice ignorar el día que Él hace que se ignore, no porque no lo sepa, sino porque no permite en modo alguno que se sepa. De ahí que se diga que sólo el Padre lo sabe, porque el Hijo consustancial con Él, por su naturaleza que es superior a los ángeles, tiene el saber lo que los ángeles ignoran. De ahí que se puede dar un sentido más sutil al pasaje; es decir, que el Unigénito encarnado y hecho por nosotros hombre perfecto, ciertamente en la naturaleza humana sabe el día y la hora del juicio; sin embargo, no lo sabe por la naturaleza humana. Así, pues, lo que en ella sabe, no lo sabe por ella, porque Dios hecho hombre, el día y hora del juicio lo sabe por el poder de su divinidad...
Así, pues, la ciencia que no tuvo por la naturaleza de la humanidad, por la que fue criatura como los ángeles, ésta negó tenerla como no la tienen los ángeles que son criaturas. En conclusión, el día y la hora del juicio la saben Dios y el hombre; pero por la razón de que el hombre es Dios.
Pero es cosa bien manifiesta que quien no sea nestoriano, no puede en modo alguno ser agnoeta. Porque quien confiesa haberse encarnado la sabiduría misma de Dios ¿con qué razón puede decir que hay algo que la sabiduría de Dios ignore? Escrito está: En el principio era el Verbo y el Verbo estaba junto a Dios y el Verbo era Dios... todo fue hecho por Él [Jn 1, 1 y 3]. Si todo, sin género de duda también el día y la hora del juicio. Ahora bien, ¿quién habrá tan necio que se atreva a decir que el Verbo del Padre hizo lo que ignora? Escrito está también: Sabiendo Jesús que el Padre se lo puso todo en sus manos [Jn 13, 3]. Si todo, ciertamente también el día y la hora del juicio. ¿Quién será, pues, tan necio que diga que recibió el Hijo en sus manos lo que ignora?”[6]
“Si alguno pretende que Jesucristo ignoró los acontecimientos futuros y el día del juicio final, siendo un solo Jesucristo, a la vez Hijo de Dios verdadero e hijo de hombre verdadero; y si pretende que (Jesús) solamente pudo saber lo que le reveló la divinidad que habita en él como en otra (persona), sea anatema.”[7]
“Tampoco puede decirse cierta la sentencia que establece no haber ignorado nada el alma de Cristo, sino que desde el principio lo conoció todo en el Verbo, lo pasado, lo presente y lo futuro, es decir, todo lo que Dios sabe por ciencia de visión.”[8]
“Lo que reconoce ignorar en este campo (cf. Mc 13,32), declara en otro lugar no tener misión de revelarlo (cf. Hch 1, 7).”[9]
Para explicar el pasaje Mc 13, 32, es importante examinar lo siguiente:
“El verbo conocer o saber tiene a veces la significación de Manifestar o Enseñar […[1] Por ello, el desconocimiento del día del juicio, como se deduce de Hch 1, 7: “No os toca a vosotros conocer los tiempos ni los momentos que el Padre ha fijado en virtud de su poder soberano”; es un desconocimiento fundado en el orden de la salvación dispuesto por Dios.
Veamos ahora los que nos enseña la Escritura, La Sagrada Tradición y el Magisterio de la Iglesia sobre este punto:
I. LA SAGRADA ESCRITURA
Por la Escritura sabemos que nuestro Señor conocía todas las cosas (pues es atributo divino, la Omnisciencia):
Jn 16:30 “Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios.”
Jn 18:4 Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se adelanta y les pregunta: « ¿A quién buscáis?»
Lc 17:31 Aquel Día, el que esté en el terrado y tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y, de igual modo, el que esté en el campo, no se vuelva atrás.
En este último versículo vemos claramente que el Señor SABE hasta lo que ocurrirá el día del Juicio, y ¿cómo sabrá lo que ocurrirá y sin saber cuándo será ese día?
Pero solo manifestaría aquellas que el Padre le concedió manifestar:
Jn 12:49 “Porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que el Padre que me ha enviado me ha mandado lo que tengo que decir y hablar.”
Es curioso que quienes defienden que Jesús ignoró el día del Juicio final, interpretando de manera aislado el texto de Marcos, se les escapan textos fundamentales en el que se presenta a nuestros Señor como la Sabiduría de Dios como los que a continuación cito[2]:
1 Co 1:24 “Cristo es poder y sabiduría de Dios.”
Col 2:3 “En quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.”
Y si es la Sabiduría de Dios ¿cómo ignora lo que hay en la mente de Dios? ¿Será que la Escritura miente? Ciertamente que NO.
II. LA TRADICION DE LA IGLESIA:
San Agustín de Hipona:
“Se sabe que ha de venir terriblemente el día último para aquellos que no quieren estar seguros viviendo bien y prefieren vivir mal continuamente. Dios quiso ocultar con provecho este día para que esté siempre preparado el corazón a esperar lo que sabe que ha de venir, aunque ignora cuándo ha de llegar. Nuestro Señor Jesucristo, enviado a nosotros como Maestro y siendo Hijo del hombre, dijo que ignoraba este día, porque en su magisterio no entraba el enseñarnos esto. Nada sabe el Padre que no sepa el Hijo, puesto que la misma ciencia del Padre es su Sabiduría, y su Sabiduría es su Hijo, su Verbo. Pero como no nos convenía saber lo que ciertamente sabía Aquel que había venido a enseñarnos, no precisamente lo que no nos aprovechaba conocer, por eso, como Maestro, no sólo enseñó algunas cosas, sino que también calló otras. Como Maestro sabía lo que convenía enseñar y lo que era nocivo declarar. Así, pues, se dice, por cierta manera de hablar, que el Hijo ignora lo que no enseña; es decir, se dice que ignora lo que ignoramos nosotros por no dárnoslo a conocer.”[3]
San Hilario de Poitier:
“Se objeta al Unigénito de Dios la ignorancia de este día y hora, para concluir que no ha nacido Dios de Dios, en esa perfección de naturaleza por la cual es Dios. Pero el sentido común dice que cómo es posible que el autor de todo lo que es y será ignore nada absolutamente. ¿Cómo puede existir la ciencia fuera de Aquél en quien se contiene todo lo que ha de ser hecho? ¿Ignorará, pues, aquel día, que es el de su venida? En la naturaleza humana está, en cuanto de ella depende, el saber de antemano lo que determina hacer, y sigue siempre el conocimiento de ello a la voluntad de hacerlo. Y bien: ¿cómo puede admitirse que ignorara el Señor el día de su gloriosa venida por imperfección de su naturaleza, teniendo necesidad de venir y no teniendo conocimiento de su venida? Pero ¿cuánta ocasión de impiedad resultaría de atribuir a Dios Padre la malignidad de privar del conocimiento de su dicha a Aquél a quien había dado el conocimiento de su muerte? Si en El existen todos los tesoros de la sabiduría, no puede ignorar ese día. Pero conviene que no olvidemos nosotros que los tesoros de la sabiduría están ocultos en El. Su ignorancia respecto de ese día proviene de que los tesoros de la sabiduría están ocultos en El; y siempre que manifiesta ignorar alguna cosa, no se detiene por ignorancia, sino porque no es tiempo de hablar o de obrar. Si para mostrar que Dios quiso hacer conocer a Abraham que no ignoraba su amor, se dice en el capítulo XXII del Génesis que Dios conoció que Abraham le amaba, entonces al decir que el Padre conocía el día del juicio, debe darse a entender que no se lo ocultó al Hijo. Así que si el Hijo ignora el día, es porque debe callar sobre esto, y al contrario el Padre manifiesta ser El solo quien lo sabe, porque habla. Lejos, pues, de nosotros la idea de que pueda haber en el Padre y en el Hijo cambio alguno. Finalmente para que no se juzgue que ignoraba por defecto de naturaleza, añade en seguida: "Estad, pues, alerta, velad y orad, ya que no sabéis cuándo será el tiempo".[4]
San Máximo el Confesor:
"La naturaleza humana del Hijo de Dios, no por ella misma sino por su unión con el Verbo, conocía y manifestaba en ella todo lo que conviene a Dios."[5]
III. El Magisterio de la Iglesia:
“Sobre lo que está escrito que el día y la hora, ni el Hijo ni los ángeles lo saben [cf. Mc. 13, 32], muy rectamente sintió vuestra santidad que ha de referirse con toda certeza, no al mismo Hijo en cuanto es cabeza, sino en cuanto a su cuerpo que somos nosotros... Dice también Agustín... que puede entenderse del mismo Hijo, pues Dios omnipotente habla a veces a estilo humano, como cuando le dice a Abraham: Ahora conozco que temes a Dios [Gen. 22, 12]. No es que Dios conociera entonces que era temido, sino que entonces hizo conocer al mismo Abraham que temía a Dios. Porque a la manera como nosotros llamamos a un día alegre, no porque el día sea alegre, sino porque nos hace alegres a nosotros; así el Hijo omnipotente dice ignorar el día que Él hace que se ignore, no porque no lo sepa, sino porque no permite en modo alguno que se sepa. De ahí que se diga que sólo el Padre lo sabe, porque el Hijo consustancial con Él, por su naturaleza que es superior a los ángeles, tiene el saber lo que los ángeles ignoran. De ahí que se puede dar un sentido más sutil al pasaje; es decir, que el Unigénito encarnado y hecho por nosotros hombre perfecto, ciertamente en la naturaleza humana sabe el día y la hora del juicio; sin embargo, no lo sabe por la naturaleza humana. Así, pues, lo que en ella sabe, no lo sabe por ella, porque Dios hecho hombre, el día y hora del juicio lo sabe por el poder de su divinidad...
Así, pues, la ciencia que no tuvo por la naturaleza de la humanidad, por la que fue criatura como los ángeles, ésta negó tenerla como no la tienen los ángeles que son criaturas. En conclusión, el día y la hora del juicio la saben Dios y el hombre; pero por la razón de que el hombre es Dios.
Pero es cosa bien manifiesta que quien no sea nestoriano, no puede en modo alguno ser agnoeta. Porque quien confiesa haberse encarnado la sabiduría misma de Dios ¿con qué razón puede decir que hay algo que la sabiduría de Dios ignore? Escrito está: En el principio era el Verbo y el Verbo estaba junto a Dios y el Verbo era Dios... todo fue hecho por Él [Jn 1, 1 y 3]. Si todo, sin género de duda también el día y la hora del juicio. Ahora bien, ¿quién habrá tan necio que se atreva a decir que el Verbo del Padre hizo lo que ignora? Escrito está también: Sabiendo Jesús que el Padre se lo puso todo en sus manos [Jn 13, 3]. Si todo, ciertamente también el día y la hora del juicio. ¿Quién será, pues, tan necio que diga que recibió el Hijo en sus manos lo que ignora?”[6]
“Si alguno pretende que Jesucristo ignoró los acontecimientos futuros y el día del juicio final, siendo un solo Jesucristo, a la vez Hijo de Dios verdadero e hijo de hombre verdadero; y si pretende que (Jesús) solamente pudo saber lo que le reveló la divinidad que habita en él como en otra (persona), sea anatema.”[7]
“Tampoco puede decirse cierta la sentencia que establece no haber ignorado nada el alma de Cristo, sino que desde el principio lo conoció todo en el Verbo, lo pasado, lo presente y lo futuro, es decir, todo lo que Dios sabe por ciencia de visión.”[8]
“Lo que reconoce ignorar en este campo (cf. Mc 13,32), declara en otro lugar no tener misión de revelarlo (cf. Hch 1, 7).”[9]
[1] Biblia Torres Amat, comentario a Marcos 13,32.
[2] También puede consultar: Mt 11,19; Lc 11,49; Pr 8,22-31 (Bar 3,38; Jn 1,14)
[3] San Agustín, Enarr. In Ps. 36, sermo I, I, BAC, Madrid 1964, pp. 575-576
[4] San Hilario de Trinitate, 9
[5] S. Máximo el Confesor, qu. dub. 66.
[6] Dz 248: De la ciencia de Cristo, SAN GREGORIO I EL MAGNO, 590-604
[7] DS 419
[8] DS 3646
[9] Catecismo de la Iglesia Católica, 474