Hemos concluido un año litúrgico en la iglesia y a su vez hemos dado inicio a este nuevo con el tiempo de Adviento. Me ha parecido interesante instruir a la gente tomando unos momentos de la homilía haciéndoles participes de cuantas bendiciones hemos recibido de parte del buen Dios durante el año litúrgico que ha quedado atrás. El cual esta clasificado en varios tiempos: Adviento, Navidad, Tiempo Ordinario, Cuaresma, Semana Santa, Pascua y de nuevo Tiempo Ordinario.
He tenido que compararlo con las estaciones del año para que pudieran captar como a nivel espiritual somos grandemente bendecidos por Dios manifestándonos su amor, su interés y su deseo de reunirnos en torno a Él.
Ahora estamos en tiempo de lluvias aquí en Zambia por lo tanto la gente esta ocupadísima sembrando sus campos, después llegará el tiempo de la cosecha, de la venta del producto y de mantener una buena cantidad para el resto del año.
Así mismo les hacia ver, que como en nuestra vida ordinaria es todo un ciclo que nos prepara a llegar a un fin, lo mismo el año litúrgico es un camino en el que a través de las diferentes celebraciones tiene la intención de llevarnos a encontrarnos cada vez más con Cristo Jesús Hijo de Dios que vino a este mundo, murió por nosotros y Resucito para salvarnos.
En este tiempo las lecturas profeta Isaías nos ilustran bien, en cuanto a la venida del Mesias se trata, anunciándonos al Sol de Justicia de Paz y de Amor quien llamará a todos a participar de su banquete donde ninguno será rechazado, antes al contrario los invitados de honor serán justamente los pobres, los marginados, los oprimidos, los rechazados, los enfermos. En el Evangelio de Lucas 15,29-37 ya se nos da una introducción de este banquete, con la multiplicación de los panes y la curación de enfermos que Jesús realiza. Pues no solo los instruye, los atiende, los consuela, sino que los sana y los alimenta.
También cada uno de nosotros, independientemente de que no padezcamos una enfermedad física estamos invitados en este Adviento a hacer un camino al desierto para encontrar a Jesús y ser saciados por él. Es necesario, pues estar hambrientos de de escuchar su Palabra, reconocer nuestra pobreza y que somos indefensos necesitados de su protección para que él pueda sentir compasión de nosotros y nos sacie con su amor.
A todos nuestros hermanos africanos y a sus misioneros, le deseamos un Adviento lleno de frutos y una Navidad feliz