Después de finalizar la Santa Misa que monseñor Martínez Camino ha presidido en altar mayor de la Catedral de Barcelona, hemos pasado a la Capilla del Cristo de Lepanto para venerar los restos del Obispo mártir de Barcelona, el siervo de Dios Manuel Irurita Almandoz. De allí el canónigo Mn. Josep Vives, arcipreste y prefecto de Liturgia de la Catedral de Barcelona [La verdadera felicidad - Església Jove Barcelona]
nos llevó al claustro de la Catedral donde nos mostró la capilla dedicada a la memoria de los novecientos treinta sacerdotes, religiosos y religiosas, y de los fieles de esta Diócesis, sacrificados por su fe durante el trienio 1936-1939.
 
Una cosa que nos ha explicado Mn. Vives es que siempre ha llamado la atención (también en Roma) sobre cómo se dispuso esta Capilla de Mártires en 1952 para recoger las reliquias de los que fueran canonizados. Es muy curioso el calvario con la representación del Obispo, de sacerdotes y religiosos y religiosas adorando a Cristo crucificado.
 
 
El acto terminó con el canto por los asistentes del Crec en un Déu que nuestros mártires entonaban con firme voz en la inminencia de su contemplación directa en el Cielo, momentos antes de su inmolación.
 
 
La letra, lógicamente es la del credo. La música es de Mn. Lluis Romeu y Corominas (1874-1937). Aquí su vida: 0070_070. «Mn. Lluís Romeu moría el día 23 de septiembre de 1937. Moría en plena guerra civil. La persecución religiosa de aquella nefasta época que tantas vidas de eclesiásticos y notorios católicos había segado, se olvidó del insigne sacerdote. No fue un especial perdón; fue un desprecio a un enfermo sin posible recuperación. Pero este enfermo todavía servirá para algo importante antes de morir. Ejercerá el sagrado ministerio, en secreto, en su misma habitación de enfermo, absolviendo a muchos fieles cristianos que acudirán a él para una reconciliación con Dios. ¡Bella corona de la vida de un sacerdote que a tantos labios puso sus inspiradas alabanzas musicales al Señor!».
 
HACE 65 AÑOS - Publicado en 2017
 
La hemeroteca es fantástica y echando cálculos he recordado que este año se cumplieron 65 años de la bendición de dicha Capilla. Os adjunto unas fotos de las lápidas que normalmente pasan desapercibidas al visitante y la noticia que al día siguiente publicó “La Vanguardia”. La fecha de la bendición fue el 31 de mayo de 1952, por la mañana había tenido lugar la ordenación sacerdotal en el Estadio Montjuich de Barcelona. Fueron ordenados 800 jóvenes de toda España, suceso insólito en la historia. Todo ello en el marco del XXXV Congreso Eucarístico Internacional celebrado en la Ciudad Condal.

En un libro publicado por Ramón Rucabado, titulado "Santa Mónica de la Rambla. Una página inédita de julio de 1936, escrita en 1941 y publicada en 1959", recuerda:

«Un visitante ilustre, de muy especial significación, concurrió también a tan conmovedora ceremonia. Fue el insigne poeta católico francés Paul Claudel, venido a Barcelona para presidir el certamen poético internacional en exaltación de la Santísima Eucaristía. Paul Claudel es el autor de la famosísima Oda a los mártires de la Iglesia de España, escrita y publicada en plena persecución (1937). El altar a la memoria de las víctimas que con fortísima emoción él había cantado se inauguró en su presencia, y allí oró con lágrimas en los ojos antes que nadie, después de la bendición episcopal".
 

Bendición de una capilla dedicada a los religiosos mártires de la diócesis

Concurrieron al piadoso acto los cardenales Pierre-Marie Paul Gerlier [arzobispo de Lyon (Francia) y Primado de las Galias], Jaime de Barros Câmara [arzobispo de Río de Janeiro (Brasil)], Clément-Emile Roques [arzobispo de Rennes (Francia)], Norman Thomas Gilroy [arzobispo de Sídney (Australia)] y Teodosio Clemente de Gouveia [arzobispo de Lourenço Marques en Mozambique]; los obispos de Barcelona y Zamora y otras personalidades eclesiásticas y civiles.

En la Catedral basílica
«Uno de los actos más emotivos del actual Congreso Eucarístico lo ha sido, sin duda, el celebrado ayer por la tarde en el claustro de la santa iglesia Catedral basílica, con motivo de la bendición de la capilla dedicada a los mártires de nuestra diócesis, víctimas de la pasada revolución marxista.

Asistieron los eminentísimos cardenales Gerlier, Barros, Roques, Gilroy y De Gouveia; el obispo de la diócesis, Rvdmo. Dr. Don Gregorio Modrego; el obispo de Zamora, Rvdmo. Dr. Don Eduardo Martínez; el presidente de la Diputación Provincial, marqués de Castellflorite; el ilustre escritor y académico francés, M. Paul Claudel (bajo estas líneas); el Cabildo Catedral; y representaciones del clero secular y de todas las Órdenes religiosas, etc.
 

Figuraban, asimismo, el Rvdo. P. Victoriano Irurita, capuchino, del convento de Lecároz (Navarra), hermano del santo obispo mártir de inolvidable memoria doctor don Manuel Irurita Almandoz, con varias sobrinas y primas, otros familiares de los gloriosos mártires y considerable cantidad de fieles.

Características da la nueva capilla
La capilla ha sido objeto de notables obras de restauración y es la que forma ángulo entrando por las puertas de Santa Lucía y Piedad. Ha sido construido un gran altar de piedra, con mesa y gradas con un bajorrelieve que simboliza el sacrificio de los mártires.
 

Se ven en él, orando al pie del Crucificado, representaciones de los diversos estamentos de los cleros secular y regular. En las paredes laterales, en ocho lápidas de mármol, figuran esculpidos los nombres de estas víctimas de la revolución marxista que fueron, con el prelado doctor Irurita de santa memoria, trescientos treinta y nueve sacerdote seculares, quinientos treinta y siete regulares, cuarenta y seis religiosas y siete seminaristas.
 



Es de destacar que se guardan en la misma capilla, en sendos sarcófagos de alabastro, los restos mortales de varias personas de la Casa Real de Aragón, que pudieron ser salvados de las ruinas del desaparecido convento de San Francisco, que estuvo emplazado en lo que es hoy la plaza de Medinaceli.
 

Bendición por el cardenal De Gouveia y parlamento del prelado diocesano
Bendijo la capilla, revestido con capa pluvial, Su Eminencia el cardenal arzobispo de Lourenço Marqués (Mozambique), monseñor De Gouveia, asistido por los canónigos reverendos Serra Puig, Vilaseci y Boada.
 

A continuación el prelado diocesano pronunció un elocuente y emotivo parlamento. «Considero un deber -comenzó diciendo- cerrar esta ceremonia con unas breves palabras. Acto sencillo, pero de grandísima trascendencia es el de la bendición de esta capilla en la que perpetuamos la memoria de nuestros hermanos mártires que derramaron generosamente su sangre y dieron su vida por la fe de Cristo, muchos de ellos sosteniendo esta fe con espíritu de verdadero heroísmo. A su frente, el doctor Irurita, obispo de la caridad, el del lema “todo para todos”, inolvidable siempre en esta diócesis que llora todavía su muerte».

«Creemos firmemente -agregó el doctor Modrego- que esta pléyade de mártires está en la gloria. Comenzó la instrucción del correspondiente proceso canónico pero entretanto no podemos rendirles culto y por esta razón se halla vacía la urna del altar preparada para recoger sus reliquias. Al glorificar a nuestros mártires proclamamos nuestros sentimientos de perdón».

«Después puso de relieve su admiración por el éxito obtenido por el Congreso Eucarístico en el que participa Barcelona entera, cuya fuerza de proyección a todo el mundo es considerable. «El éxito del Congreso -dijo- débese a dos factores sobrenaturales: uno, en la tierra, por las almas santas y buenas que han colaborado con su incansable esfuerzo; otro, en el cielo, por nuestros mártires, quienes congregados en torno al trono del Señor piden constantemente por Barcelona, por España y por el mundo. No olvidemos que sus méritos valen mucho más a los ojos de Dios que nuestros esfuerzos».

Agradeció a Sus Eminencias su presencia en Barcelona estos días, así como también la del hermano del doctor Irurita a quien calificó de símbolo de los afligidos familiares de los gloriosos mártires. Dirigiéndose a estos dijo:

No os entristezcáis. ¡Esta ceremonia es fiesta y la muerte de nuestros mártires no ha sido muerte sino vida en el cielo! Alegraos, pues, encomendaos a ellos y sigamos todos su ejemplo. Que desde el Cielo sigan bendiciendo nuestro Congreso y rueguen por la renovación espiritual de nuestra ciudad, de España y del mundo».

Con estas palabras diose el acto por terminado. Sus Eminencias fueron obsequiadas con ejemplares del libro que contiene el martirologio de los sacerdotes y religiosos de la diócesis».