Ha sido una modelo famosa. Se llama Constance Marie Coxon. Es de Arizona (EE.UU.). Salió a la pasarela con modelos de Versace, Valentino, Chanel, Calvin Klein, Fendi y American Vogue... en Tokio, Nueva York, París, Milán, Londres...
— «Cuando comencé como modelo sentía una fuerte emoción —manifiesta en unas declaraciones—, porque salir a la pasarela era un reto, una ocasión para enfrentarme a las miradas de muchos espectadores que lo esperan todo de ti. Pero después de caminar por muchas pasarelas y vestir toda clase de marcas, me di cuenta de que no me sentía tan realizada ni tan feliz ni tan contenta como yo quería. No estaba ejercitando ni mi mente, ni mi capacidad de entrega, ni mis ansias de amar.
»Empecé a sentirme muy vacía. Todo lo que me decían que me haría feliz, que me daría contento... ya lo había conseguido, ya lo tenía. Y sin embargo no era feliz, ni poseía aquella alegría que yo soñaba. Estaba más bien triste, aburrida y pesimista.
»El único sueño que aún tenía era hacer algo de trascendencia, que durara y que ayudara a los demás. Algo así como lo que había hecho Edith Stein, Madre Teresa de Calcuta o el Padre Damián de Molokai.
»Al fin encontré este sueño. Colgué los fabulosos vestidos que solía mostrar en las pasarelas y me consagré en el Movimiento Apostólico «Regnum Christi». Doy conferencias, retiros espirituales, charlas a jóvenes y acudo regularmente a zonas pobres del sur de México.
»Ahora soy feliz. Vivo el don de la alegría. Me he dado cuenta de que valía la pena. No sabía que una podía ser tan feliz y vivir tan contenta, abandonándolo todo y dedicándome totalmente a los demás.»
Y es que la alegría es como el oro de una mina: sólo se necesita algo para sacarla fuera.
Abbé de Saint-Pierre dice: «La propia felicidad... se hace ocupándonos de los otros, haciendo el bien.»
Alimbau, J.M. (2017). Palabras para la alegría. Madrid: Voz de Papel.