Aquí las vocaciones son pocas. Poquísimas, para ser sinceros. Como en todos lados, en definitiva. En estos momentos existen solamente dos seminarios para todo el país, de los cuales uno tiene apenas 6 seminaristas. El otro, alrededor de 40. Es todo. Hasta hace unos años teníamos cuatro seminarios, pero ahora sólo dos.
Y lo más trágico de la situación es que Papúa es un país en el cual la gente está realmente sedienta de Dios y piden a gritos tener un sacerdote! Aquí no existe el indiferentismo de las sociedades occidentales más «desarroladas» que, a pesar de tenerlo todo, les falta y no les interesa tener a Dios. Todo lo contrario. Aquí la gente vive sin luz, sin agua y sin ninguna de aquellas cosas a las cuales estamos acostumbrados, pero están sedientas de Dios y lo piden a gritos. Basta sentarse a confesar un rato para darse cuenta... Ponerse una estola morada aquí es todo un desafío sólo para valientes: no sabes cuándo te la podrás quitar nuevamente, porque apenas te sientas a escuchar confesiones puedes estar larguísimas horas y la cola de gente parece no acabarse nunca.
Por eso cuando un joven se ordena sacerdote el acontecimiento es realmente trascendente. Y cuando ese joven en realidad no es uno sino que son dos, el acontecimiento es aún más grande. Y si esos dos jóvenes pertenecen no sólo a la diócesis en la cual estás trabajando sino también a la parroquia que desde hace 20 años le fue confiada a tu congregación, entonces la alegría es realmente enorme!
Se llaman Solomon y Gilbert. El primero decidió ser sacerdote diocesano, y por lo tanto estudió en el seminario de esta diócesis y fue nuestro alumno durante todos sus años de formación. El segundo, en cambio, decidió ser salesiano, y realizó toda su formación en Filipinas. Ahora Solomon irá a la selva, a trabajar en distintas aldeas en las cuales no hay sacerdotes. Y Gilbert irá a otra diócesis, para trabajar en un colegio salesiano.
Son sólo dos nuevos sacerdotes. Dos nuevos Cristos que –Dios mediante– celebrarán miles de misas... confesarán miles de personas... caminarán en la selva visitando casas y familias... consolarán enfermos... bendecirán a quien lo pida... enseñarán el catecismo... bautizarán a los recién nacidos y cerrarán los ojos a los que están volando al cielo...
No es poco, verdad?
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