La pastoral juvenil, dentro de sus tareas específicas, tiene el reto de formar un nuevo liderazgo católico en medio de la sociedad. Esto implica confiar a los jóvenes una serie de tareas que, teniendo en cuenta su edad y momento, les ayuden a comprometerse. Hasta aquí, todo cuadra y tiene una buena dirección. ¿Dónde surge el problema? Cuando, en vez de buscar a otros jóvenes que enriquezcan al grupo, se limitan a los dos o tres que siempre están, duplicando o triplicando lo que les toca hasta “quemar” su liderazgo. Por ejemplo, “X” coordina, es el tesorero, encargado de la publicidad, atiende a los papás y además organiza los temas de formación. ¿El resultado? Cansancio, agobio, e incluso bajo rendimiento en el colegio o la universidad. Lo que, en principio, se pensó en plan formativo, terminó siendo activismo. ¿Qué hacer al respecto? Prevenirlo y si llegó a darse, atenderlo rápidamente.
Es muy importante que los asesores deleguen actividades, pues de otro modo se vuelve una pastoral juvenil sin jóvenes o incluso un club selecto de adultos que llegaron a una edad apropiada pero que nunca optaron por ninguna vocación y se quedaron estancados, pero debe darse de modo equitativo, equilibrado y, sobre todo, considerando el tamaño de la estructura y/o plataforma de pastoral. Si bien es cierto que hay que partir de responsabilidades generales, cuando se note que alguno va especializándose en un punto, hay que apoyarlo y no saturarlo, pues justamente necesitamos diferentes perfiles que puedan responder a la variedad de retos que tenemos en el campo de la fe.
Tampoco se trata de que se cierren a una sola forma o manera de aportar, lo que sí es que hay que dejar que sean ellos mismos; es decir, considerar a la hora de distribuir las funciones, sus habilidades y talentos. La idea es dar un salto de calidad y que sepan hacer de la fe una dimensión que pueda permear en todas las áreas de su vida, en vez de verla como algo separado o limitado a lo que dure la sesión semanal del grupo. El del coro no puede cantar y, al mismo tiempo, repartir los folletos al final.
Es necesario delegar, coordinar inteligentemente, para que el liderazgo fluya y no se vuelva una carga que termine por minar un buen proceso de crecimiento integral.
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Escucha el siguiente audio, titulado "Fe y ciencia. Dos preguntas": https://mx.ivoox.com/es/fe-ciencia-dos-preguntas-audios-mp3_rf_21759055_1.html
Es muy importante que los asesores deleguen actividades, pues de otro modo se vuelve una pastoral juvenil sin jóvenes o incluso un club selecto de adultos que llegaron a una edad apropiada pero que nunca optaron por ninguna vocación y se quedaron estancados, pero debe darse de modo equitativo, equilibrado y, sobre todo, considerando el tamaño de la estructura y/o plataforma de pastoral. Si bien es cierto que hay que partir de responsabilidades generales, cuando se note que alguno va especializándose en un punto, hay que apoyarlo y no saturarlo, pues justamente necesitamos diferentes perfiles que puedan responder a la variedad de retos que tenemos en el campo de la fe.
Tampoco se trata de que se cierren a una sola forma o manera de aportar, lo que sí es que hay que dejar que sean ellos mismos; es decir, considerar a la hora de distribuir las funciones, sus habilidades y talentos. La idea es dar un salto de calidad y que sepan hacer de la fe una dimensión que pueda permear en todas las áreas de su vida, en vez de verla como algo separado o limitado a lo que dure la sesión semanal del grupo. El del coro no puede cantar y, al mismo tiempo, repartir los folletos al final.
Es necesario delegar, coordinar inteligentemente, para que el liderazgo fluya y no se vuelva una carga que termine por minar un buen proceso de crecimiento integral.
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