Aristóteles dijo que «La alegría y gusto con que se hace la obra es causa de que se haga y salga con perfección.
»Y si la misma obra se lleva a cabo con pesadez y tristeza es causa de que se haga y salga mal hecha.»
Todos sabemos la diferencia que existe entre una cosa hecha con gusto, con alegría o bien con mala gana, por fuerza.
Quien la lleva a cabo con tristeza es para poder decir que la hizo, que cumplió...
Pero quien procura estar alegre y esmerado, en hacer bien lo que hace, suele salirle con cierto grado de perfección.
San Juan Crisóstomo decía que: «La alegría y contento del alma... da fuerzas y aliento para obrar.»
Y es que la alegría dilata y ensancha el corazón y el alma, como dice el Profeta: (Sal 118,32): «Señor, cuando Vos me dábais aquella alegría con que se dilataba mi corazón, yo corría con gran ligereza por el camino de vuestros mandamientos.»
A quien sabe andar con alegría... sus obras le saldrán mejor, con más valor y con mayor mérito.
A quien sepa hacerlo todo... con alegría y prontitud... su obra le saldrá más acabada.
Será entonces cuando uno apenas notará la fatiga;
No experimentará tanto el esfuerzo;
Es entonces cuando el trabajo parecerá más fácil y suave.
Isaías (40,31) profetiza:
«Correrán y no se fatigarán.
Andarán y no desfallecerán.»
Alimbau, J.M. (2017). Palabras para la alegría. Madrid: Voz de Papel.