El final de la mañana ha concluido con la celebración de la Santa Misa, en la fiesta de los santos apóstoles Simón y Judas; de nuevo, en la Capilla de los Mártires del Museo de los Claretianos de Barbastro. En la foto, doña Ana Toquero, profesora de Educación Secundaria y secretaria técnica de las Jornadas.
La tarde ha comenzado con la excelente conferencia: Martirio cristiano y Misión: el contexto apocalíptico por parte del padre José Cristo Rey Paredes, cfm.
Consultor para la Congregación de los Institutos de Vida Consagrada y la Sociedades de Vida Apostólica. Este conocido teólogo es actualmente Catedrático en el Instituto Teológico de Vida Religiosa de Madrid (ITVR-Univ. Pont. Salamanca), regentado por los Misioneros Claretianos y profesor del Instituto de Pastoral (Univ. Pontificia de Salamanca). Por su labor docente en diferentes centros de ámbito internacional (Europa-Asia-América) es uno de los grandes conocedores de la Vida Consagrada a nivel mundial. Autor de varias obras de teología, destaca su labor de estudio y sus obras referidas a la Vida Consagrada, las cuales han sido traducidas a diversas lenguas.
Lo ha presentado otro claretiano: el padre Jorge Ayala Martínez (debajo de estas líneas, a la izquierda de la foto), profesor de la Universidad de Zaragoza. Tras la magnífica exposición sobre un tema teológico tan necesario para la historia de los mártires ha tenido lugar la ponencia esperada sobre el recuerdo de los XXV años de la beatificación de los mártires claretianos de Barbastro.
En la historia de los mártires no existe una cosa parecida
El padre Ayala, cmf ha recordado que San Juan Pablo II mandó invitar a todos los seminaristas que estaban estudiando en ese momento en Roma para que se sintieran aleccionados por los jóvenes claretianos de Barbastro.
Dos testigos excepcionales
Gracias a los italianos Atilio-Cecilio Parussini, natural de Rosario (Argentina), de 22 años y a Pablo Hall, natural de Cuatraché, (Pampa, Argentina), de 25 años que al ser extranjeros pudieron salvarse. Pusieron a salvo la llamada Carta de despedida de los seminaristas a la Congregación. No se la encontraron al salir de aquí (no les registraron) y pudieron llegar a Barcelona, para pasar a Roma. El padre Felipe Maroto, Superior General, a los pocos meses de recibir la historia de martirio de Barbastro fue encontrado muerto sobre la mesa de su despacho.
“No existe una carta -afirma el ponente- como la excepcional escrita por los mártires claretianos”. Un documento único y de perdón”
Carta de despedida de los seminaristas a la Congregación
Cuando recibieron el aviso de que esa misma noche (13 de agosto) serían fusilados los seminaristas que quedaban en el salón, Faustino Pérez redactó esta carta en nombre de todos. Los demás la firmaron, añadiendo cada uno su último deseo espiritual. Está escrita en unos envoltorios de tabletas de chocolate. Los dos estudiantes argentinos se la llevaron consigo oculta entre su ropa personal.
«Querida Congregación:
Anteayer, día 11, murieron, con la generosidad con que mueren los mártires, seis de nuestros hermanos; hoy, trece, han alcanzado la palma de la victoria 20, y mañana, catorce, esperamos morir los 21 restantes. ¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios! ¡Y qué nobles y heroicos se están portando tus hijos. Pasamos el día animándonos para el martirio y rezando por nuestros enemigos y por nuestro querido Instituto. Cuando llega el momento de designar las víctimas hay en todos serenidad santa y ansia de oír el nombre para adelantar y ponernos en las filas de los elegidos; esperamos el momento con generosa impaciencia, y cuando ha llegado, hemos visto a unos besar los cordeles con que los ataban, y a otros dirigir palabras de perdón a la turba armada: cuando van en el camión hacia el cementerio, les oímos gritar ¡Viva Cristo Rey! Mañana iremos los restantes y ya tenemos la consigna de aclamar, aunque suenen los disparos, al Corazón de nuestra Madre, a Cristo Rey, a la Iglesia Católica, y a ti, Madre común de todos nosotros. Me dicen mis compañeros que yo inicie los ¡vivas! y que ellos ya responderán. Yo gritaré con todas la fuerza de mis pulmones, y en nuestros clamores entusiastas adivina tú, Congregación querida, el amor que te tenemos, pues te llevamos en nuestros recuerdos hasta estas regiones de dolor y muerte.
Morimos todos contentos sin que nadie sienta desmayo ni pesares: morimos todos rogando a Dios que la sangre que caiga de nuestras heridas no sea sangre vengadora, sino sangre que entrando roja y viva por tus venas, estimule tu desarrollo y expansión por todo el mundo. ¡Adiós, querida Congregación! Tus hijos, Mártires de Barbastro, te saludan desde la prisión y te ofrecen sus dolores y angustias en holocausto expiatorio por nuestras deficiencias y en testimonio de nuestro amor fiel, generoso y perpetuo. Los Mártires de mañana, catorce, recuerdan que mueren en vísperas de la Asunción. ¡Y qué recuerdo éste! Morimos por llevar la sotana y moriremos precisamente el mismo día en que nos impusieron.
Los Mártires de Barbastro, y en nombre de todos, el último y más indigno, Faustino Pérez. C. M. F.
¡Viva Cristo Rey! ¡Viva el Corazón de María! ¡Viva la Congregación! Adiós, querido Instituto. Vamos al cielo a rogar por ti. ¡Adiós, adiós!
El padre Ayala, que estudió en Barbastro, también ha recordado: “en torno a las dos cruces martiriales celebrábamos los retiros mensuales, cantábamos, rezábamos, nos animaban a ser fieles a la vocación…”.
Ha explicado con detalle toda la historia de la Causa (sobre estas líneas la plaza de San Pedro de Roma el día de la beatificación)... y ha terminado recitando parte de este hermoso poema escrito por el obispo Pedro Casaldáliga, claretiano, (¡¡¡que vivió tres años en Barbastro, durante su postulantado!!!) y que lo compuso para la beatificación en 1992.
La tarde ha comenzado con la excelente conferencia: Martirio cristiano y Misión: el contexto apocalíptico por parte del padre José Cristo Rey Paredes, cfm.
Consultor para la Congregación de los Institutos de Vida Consagrada y la Sociedades de Vida Apostólica. Este conocido teólogo es actualmente Catedrático en el Instituto Teológico de Vida Religiosa de Madrid (ITVR-Univ. Pont. Salamanca), regentado por los Misioneros Claretianos y profesor del Instituto de Pastoral (Univ. Pontificia de Salamanca). Por su labor docente en diferentes centros de ámbito internacional (Europa-Asia-América) es uno de los grandes conocedores de la Vida Consagrada a nivel mundial. Autor de varias obras de teología, destaca su labor de estudio y sus obras referidas a la Vida Consagrada, las cuales han sido traducidas a diversas lenguas.
Lo ha presentado otro claretiano: el padre Jorge Ayala Martínez (debajo de estas líneas, a la izquierda de la foto), profesor de la Universidad de Zaragoza. Tras la magnífica exposición sobre un tema teológico tan necesario para la historia de los mártires ha tenido lugar la ponencia esperada sobre el recuerdo de los XXV años de la beatificación de los mártires claretianos de Barbastro.
En la historia de los mártires no existe una cosa parecida
El padre Ayala, cmf ha recordado que San Juan Pablo II mandó invitar a todos los seminaristas que estaban estudiando en ese momento en Roma para que se sintieran aleccionados por los jóvenes claretianos de Barbastro.
Dos testigos excepcionales
Gracias a los italianos Atilio-Cecilio Parussini, natural de Rosario (Argentina), de 22 años y a Pablo Hall, natural de Cuatraché, (Pampa, Argentina), de 25 años que al ser extranjeros pudieron salvarse. Pusieron a salvo la llamada Carta de despedida de los seminaristas a la Congregación. No se la encontraron al salir de aquí (no les registraron) y pudieron llegar a Barcelona, para pasar a Roma. El padre Felipe Maroto, Superior General, a los pocos meses de recibir la historia de martirio de Barbastro fue encontrado muerto sobre la mesa de su despacho.
“No existe una carta -afirma el ponente- como la excepcional escrita por los mártires claretianos”. Un documento único y de perdón”
Carta de despedida de los seminaristas a la Congregación
Cuando recibieron el aviso de que esa misma noche (13 de agosto) serían fusilados los seminaristas que quedaban en el salón, Faustino Pérez redactó esta carta en nombre de todos. Los demás la firmaron, añadiendo cada uno su último deseo espiritual. Está escrita en unos envoltorios de tabletas de chocolate. Los dos estudiantes argentinos se la llevaron consigo oculta entre su ropa personal.
«Querida Congregación:
Anteayer, día 11, murieron, con la generosidad con que mueren los mártires, seis de nuestros hermanos; hoy, trece, han alcanzado la palma de la victoria 20, y mañana, catorce, esperamos morir los 21 restantes. ¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios! ¡Y qué nobles y heroicos se están portando tus hijos. Pasamos el día animándonos para el martirio y rezando por nuestros enemigos y por nuestro querido Instituto. Cuando llega el momento de designar las víctimas hay en todos serenidad santa y ansia de oír el nombre para adelantar y ponernos en las filas de los elegidos; esperamos el momento con generosa impaciencia, y cuando ha llegado, hemos visto a unos besar los cordeles con que los ataban, y a otros dirigir palabras de perdón a la turba armada: cuando van en el camión hacia el cementerio, les oímos gritar ¡Viva Cristo Rey! Mañana iremos los restantes y ya tenemos la consigna de aclamar, aunque suenen los disparos, al Corazón de nuestra Madre, a Cristo Rey, a la Iglesia Católica, y a ti, Madre común de todos nosotros. Me dicen mis compañeros que yo inicie los ¡vivas! y que ellos ya responderán. Yo gritaré con todas la fuerza de mis pulmones, y en nuestros clamores entusiastas adivina tú, Congregación querida, el amor que te tenemos, pues te llevamos en nuestros recuerdos hasta estas regiones de dolor y muerte.
Morimos todos contentos sin que nadie sienta desmayo ni pesares: morimos todos rogando a Dios que la sangre que caiga de nuestras heridas no sea sangre vengadora, sino sangre que entrando roja y viva por tus venas, estimule tu desarrollo y expansión por todo el mundo. ¡Adiós, querida Congregación! Tus hijos, Mártires de Barbastro, te saludan desde la prisión y te ofrecen sus dolores y angustias en holocausto expiatorio por nuestras deficiencias y en testimonio de nuestro amor fiel, generoso y perpetuo. Los Mártires de mañana, catorce, recuerdan que mueren en vísperas de la Asunción. ¡Y qué recuerdo éste! Morimos por llevar la sotana y moriremos precisamente el mismo día en que nos impusieron.
Los Mártires de Barbastro, y en nombre de todos, el último y más indigno, Faustino Pérez. C. M. F.
¡Viva Cristo Rey! ¡Viva el Corazón de María! ¡Viva la Congregación! Adiós, querido Instituto. Vamos al cielo a rogar por ti. ¡Adiós, adiós!
El padre Ayala, que estudió en Barbastro, también ha recordado: “en torno a las dos cruces martiriales celebrábamos los retiros mensuales, cantábamos, rezábamos, nos animaban a ser fieles a la vocación…”.
Ha explicado con detalle toda la historia de la Causa (sobre estas líneas la plaza de San Pedro de Roma el día de la beatificación)... y ha terminado recitando parte de este hermoso poema escrito por el obispo Pedro Casaldáliga, claretiano, (¡¡¡que vivió tres años en Barbastro, durante su postulantado!!!) y que lo compuso para la beatificación en 1992.
HIMNO A LOS MÁRTIRES DE BARBASTRO
Sobre el sol de Somontano
Misioneros claretianos,
Y el altar del Pirineo
Sangre nuestra sois, hermanos
Hoy blandís vuestras manos
El martirio por trofeo.
Misioneros de Barbastro
Sangre unida en holocausto
De la casa de Claret,
Compañeros de ideales,
Seguidores radicales
De Jesús de Nazaret.
Juventud cantando vais
Al encuentro de la muerte,
Que el amor del Rey que amáis
Es más libre y es más fuerte.
Con la muerte celebráis
Su Palabra y su memoria
y a la Madre que os espera
en el Pueyo de la gloria
ofrendáis la primavera.
Moriréis, "siempre a su lado",
Y a su lado reinaréis,
Vencedores coronados
Por la luz de Cristo Rey.
Y al morir, "firme la voz" y
"Serena la mirada"
Sobre el Pueblo roto en dos
Derramáis la paz de Dios
Con la sangre derramada.
Martirial Eucaristía,
Los tres votos, día a día,
Os hicieron oblación
Y en la fragua de María;
Y hoy sabéis morir de pie
Entre el canto y el perdón,
Claretianos en misión
De testigos en la fe.
Misioneros claretianos,
¡Sangre nuestra sois, hermanos!
Enseñadnos a vivir
Con la misma rectitud,
Radicales en la opción.
Convocad a la juventud
A una misma vocación
Y en la urgencia de Claret,
Para el sueño y la pasión
De ese Reino en construcción
De Jesús de Nazaret.
Sobre el sol de Somontano
Misioneros claretianos,
Y el altar del Pirineo
Sangre nuestra sois, hermanos
Hoy blandís vuestras manos
El martirio por trofeo.
Misioneros de Barbastro
Sangre unida en holocausto
De la casa de Claret,
Compañeros de ideales,
Seguidores radicales
De Jesús de Nazaret.
Juventud cantando vais
Al encuentro de la muerte,
Que el amor del Rey que amáis
Es más libre y es más fuerte.
Con la muerte celebráis
Su Palabra y su memoria
y a la Madre que os espera
en el Pueyo de la gloria
ofrendáis la primavera.
Moriréis, "siempre a su lado",
Y a su lado reinaréis,
Vencedores coronados
Por la luz de Cristo Rey.
Y al morir, "firme la voz" y
"Serena la mirada"
Sobre el Pueblo roto en dos
Derramáis la paz de Dios
Con la sangre derramada.
Martirial Eucaristía,
Los tres votos, día a día,
Os hicieron oblación
Y en la fragua de María;
Y hoy sabéis morir de pie
Entre el canto y el perdón,
Claretianos en misión
De testigos en la fe.
Misioneros claretianos,
¡Sangre nuestra sois, hermanos!
Enseñadnos a vivir
Con la misma rectitud,
Radicales en la opción.
Convocad a la juventud
A una misma vocación
Y en la urgencia de Claret,
Para el sueño y la pasión
De ese Reino en construcción
De Jesús de Nazaret.
Cripta con los relicarios de los 51 mártires claretianos en la cripta (en las urnas están todos perfectamente identificados), bajo la Capilla de los Mártires en el Museo de Barbastro.