Año del Señor 2017
16 de octubre
Hola, buenos dÃas, hoy Matilde nos lleva al Señor. Que pases un feliz dÃa.
EL BUEN SAMARITANO
Uno de estos dÃas leÃamos en la Misa la parábola del Buen Samaritano, y me quedaba sorprendida de la dureza de corazón e indiferencia del sacerdote y el levita, que, viendo a ese hombre medio muerto en el camino, no se pararon a echarle una mano.
Pero me daba cuenta también de que, la compasión del samaritano, no era suya. Ese sentimiento de piedad era de Dios…, y recordé vivamente algo que me sucedió siendo yo joven estudiante y recién llamada por el Señor a seguirle en la vida religiosa.
Iba por la calle a prisa porque tenÃa un examen y mi tiempo estaba justo. De repente, una joven cayó desplomada delante de mà llorando, en una fuerte crisis nerviosa de sufrimiento. Mucha gente se paró y la levantamos del suelo; su estado psicológico estaba muy alterado, no parecÃa estar en este mundo. En esto me di cuenta de que todos habÃan desaparecido y estaba sola con ella.
A dos pasos estaba el Ministerio del Interior y muchos guardias haciendo allà su servicio. Les pedà que la atendieran, pero me contestaron que estaban de servicio y no podÃan moverse de allÃ. En un instante vi que, si me hacÃa cargo de esta joven, mi examen, que era final, lo perderÃa, y además, aprobando ese examen, terminaba el magisterio antes de entrar al convento.
Pero algo por dentro, era la voz de Dios, me respondió: "Pues aún asÃ, lo primero es que te compadezcas y la ayudes, lo demás, si lo pierdes…"
Me puse en marcha. La llevé en un taxi a un centro de salud. Allà le dieron los primeros auxilios y me indicaron que sola no podrÃa ir a su casa. Entonces cogà otro taxi y nos fuimos para allá. VivÃa en un barrio extremo de Madrid, asà que el precio del taxi subÃa y subÃa, y yo no sabÃa si tendrÃa dinero para ir y volver a casa. Por fin llegamos y la entregué a su madre, que, entre lágrimas, no sabÃa cómo agradecérmelo…
Pero aquà no acaba la historia del Buen Samaritano, porque marché directamente a la escuela por ver si podÃa hacer algo con mi examen y conté lo sucedido a la profesora. Ella me lo hizo en particular y Dios me regaló aprobar todas las asignaturas y terminar el magisterio.
Siempre, al recordar este episodio, he visto cómo el amor de Dios me habÃa cogido el corazón y lo primero era Él, me regaló poder hacer una obra de misericordia.
Hoy el Reto del Amor es dejarnos tocar por Dios a la compasión y misericordia. No pases de largo ante una necesidad que veas en tu hermano. Échale una mano.
VIVE DE CRISTO
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¡Feliz dÃa!
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