Santa Teresa de Jesús escribía:
«Al llegar a un ciudad, dióme una enfermedad tan grande que pensaron muriera...
»El estar tullida, aunque iba mejorando, me duró casi tres años... Todos los dolores pasé con gran conformidad y con gran alegría.
»Otras veces tenía males corporales más graves... deseaba la salud..., y como no tenía los males del alma..., los pasaba con mucha alegría.
»Y es que tan alegremente debemos tomar lo sabroso como lo amargo.
»Si hay trabajos y enfermedades hemos de sufrirlos con contento.»
Los autores espirituales afirman que los términos «cruz-alegría», «sufrimiento-alegría», «dolor-alegría», «enfermedad-alegría»... no son contradictorios, sino complementarios.
La alegría no es opuesta a la enfermedad, a la cruz, al sufrimiento, al fracaso.
La alegría es opuesta a la tristeza.
El beato Hermano Rafael, gravemente enfermo, decía:
— «En sufrir solo y con Dios, está la verdadera alegría.»
Alimbau, J.M. (2017). Palabras para la alegría. Madrid: Voz de Papel.