Pocas veces se ha presentado el análisis de unas elecciones más fácil que el de las alemanas del pasado domingo. La democracia cristiana, la CDU de Angela Merkel, ha perdido un 9% de votos que ha recogido el partido situado a su derecha, Alternative für Deutschland (AfD); y los socialistas de Martin Schültz, el SPD, han perdido un 5% de votos que ha recogido el partido situado a su derecha, el FDP, los liberales de Christian Lindner. Y esto es todo, porque por lo demás, todo queda igual. En dos palabras, importante giro a la derecha en un país que representa en Europa un modelo de equlibrio y responsabilidad política. (Para nosotros quisiéramos el socialismo del SPD que, amén de una moderación y una sensatez inconcebible en nuestro PSOE, hace gala de cualquier cosa menos de simpatía hacia todo aquél que se apunte al desmembramiento de la patria común, en este caso la de los alemanes).
 
            Hecho este análisis que, como les prometía, no ofrece mayor dificultad ni complejidad, cabe preguntarse a qué se debe el giro a la derecha que con tanta nitidez se ha producido en la patria de Bismarck, Göethe, Beethoven, Einstein o Adenauer.
 
            Una razón se apunta como la primera: el millón de refugiados acogidos por el país desde 2015, no todos los cuales han registrado un comportamiento compatible con el agradecimiento -las cosas como son, ha sido impresionante la generosidad alemana para con ellos-, y bastantes de los cuales han traspasado la frontera de un urbanismo de mínimos, cuando no el de la legalidad, cometiendo atentados execrables de todos conocidos. Junto a ella, el sentimiento de muchos alemanes de estar pagando con sus impuestos las vacaciones de muchos ciudadanos de otros países de Europa. Con razón o sin ella, hallen Vds. ahí el motivo del traslado de una buena parte del 14% del electorado alemán dentro de lo que constituye su abanico electoral, y también el del lema de campaña de la Alternative für Deutchland: “Wer Europa liebt, muss Brüssel stoppen”. “El que ama a Europa, tiene que pararle los pies a Bruselas”.
 
            Existe sin embargo una segunda razón que, no les quepa a Vds. duda, se halla también detrás del importante corrimiento del electorado alemán, cual ha sido la repentina incorporación de la CDU de Angela Merkel, ¡el partido democristiano alemán!, a los postulados de la que hoy se presenta como la implacable y omnipresente ideología de género, no desde luego con el entusiasmo y afición con el que lo ha hecho en España el Partido Popular, pero sí de una manera claramente reconocible que el electorado ha decidio castigar.
 
            A lo mejor se halla ahí ahí la razón del éxito del hermoso lema de campaña “Für unser Land. Für unsere Werte. Familien fördern”: “Por nuestro país. Por nuestros valores. Protejamos la familia”, con el que la Alternative für Deutchland ha triplicado el número de votos que obtuvo en 2013. ¿Extrema derecha o derecha harta?
 
            Lo que está claro es que a "la" Merkel, hacer la política que habría hecho la izquierda no le ha reportado un solo voto de izquierdas (la izquierda en eso es muy rencorosa), y sí en cambio, un serio descalabro en el costado derecho. Aviso a navegantes, nada más. España es diferente, ya lo sabemos. A lo mejor resulta que no tanto. Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
 
 
 
 
            ©L.A.
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