Revisemos nuestra fe, para aquellos que nos consideramos católicos, apostólicos, romanos...
Y definamos lo que es la fe… O más bien, lo que no es fe en Dios.
Humanismo: Tener fe en algo o alguien en un sentido de confiar, apostar o intuir que ese algo o alguien, se comportará como se espera de él, no es tener fe. Es simplemente, un “brindis al sol” de los muchos que hacemos al día, sobre miles de cosas. Podríamos decir que es una fe humana, natural y necesaria para vivir, sobrevivir y convivir en el ajetreado mundo en el que se desliza nuestra vida. Digamos que esperamos que mañana no ocurra un terremoto, el jefe se comporte amablemente y en Cataluña gobierne alguien sensato… Aunque sabemos y experimentamos constantemente que puede pasar cualquier cosa.
Deísmo: Tener fe no es creer en un Dios que ha creado todo, “porque algo tiene que haber ahí”, pero que una vez creó el universo se echó a dormir, se olvidó de nosotros y nos observa impasible desde su trono celestial.
Determinismo: Tampoco es tener fe, creer en un destino predeterminado que se cumple inexorablemente, reduciendo el libre albedrío y la libertad humana a simple anécdota. Dios no es un tirano que mueve a los hombres como marionetas en un juego cerrado y acabado.
Superstición: Tener fe no es creer en ritos, amuletos y códigos no escritos que sin darnos cuenta, nos rodean por doquier. Recomendamos vivamente al lector que pase por debajo de la primera escalera que se encuentre, derrame un poco de sal sobre el suelo o rompa un espejo… sin cortarse. Así como dejar de leer los ridículos horóscopos, reírse de la ley de murphy o dejar de culpar a la suerte por lo incierto de la vida.
Buenísmo: Tener fe no es ser buena persona. Hay muchas personas que son buenas y no creen en nada más allá de sí mismos. Tener fe no significa no haber roto nunca un plato o ser una malva que nunca discute con nadie, o ser pariente de los “flanders”. Animamos desde aquí al lector, a que sea uno mismo, con su carácter y personalidad propias y que no se enajene en un nirvana imposible y constreñido, de una perfección falsa y agobiante. “La verdad os hará libres” y la verdad es que… solo Dios es bueno.
Religiosidad natural: Tener fe, tampoco es tener un barniz de religiosidad heredada, costumbre o tradición familiar. Esto no es censurable en sí mismo, pero es imperfecto, incompleto y pueril.
Sentimentalismo: La fe tampoco es sentimiento, porque si no sentimos nada, ¿que hacemos? ¿dejamos de creer? Esta es la base argumental de muchas rupturas matrimoniales en las que se deja de sentir algo por el cónyuge, pasando a sentir una pasión desenfrenada por el vecino, el compañero de trabajo o la mujer del amigo. Tener fe no es sentir ni imaginar. Porque lo sentimientos y la imaginación engañan… Aunque no eternamente. Todo tiene su aterrizaje en la realidad, más tarde o más temprano…
Moralismo: Tener fe no es seguir unas estrictas reglas morales, no es seguir manuales, mamotretos y señales de tráfico. Todo esto es saludable, recomendable y necesario pero no es la ley lo que lo que controla al hombre, sino que está a su servicio. Invitamos al lector a que conozca la doctrina, la ética y la moral cristiana, pero sobre todo, que profundice en… el espíritu de la letra. Por otro lado, ser “más papistas que el Papa” es tan malo como querer “hacer lo que a uno le venga en gana”, que hay muchos que saben más que curas y obispos y quisieran remodelar la iglesia a “su imagen y semejanza”.
Espiritualismo: Tener fe no es ser espiritual y sensible. También los demonios son espíritus y son sensibles, pero no aman, no perdonan y son justicieros. La espiritualidad y la sensibilidad son cualidades poco fiables, cambiantes y emocionales.
Paternalismo: Tener fe no es ser un blando y un afectivo. Es muy recomendable no ser un cardo borriquero para tener una vida sociable y familiar agradable y positiva, pero el amor no puede eludir la verdad. Al contrario, debe afrontarla con delicadeza pero con firmeza.
Falsa humildad: Tener fe no es tener poca autoestima. Los complejos no son signos de humildad, sino de problemas de la personalidad que hay que sanar y superar. Ser tímido, inseguro y apocado no es ser humilde, ni bueno, ni santo, es tener un alma sufriente en permanente estado de insatisfacción. Aunque es cierto que la vanidad y el ego, son el otro extremo que nos impide reírnos de nosotros mismos, tomarnos demasiado en serio y andar esclavizados por nuestro amor propio y por el qué dirán.
Relativismo: Tener fe no es opinar sobre ideas y debatir sobre filosofía. Hay, y siempre ha habido, filósofos tanto ateos como creyentes. Cualquiera, hoy en día, va de filósofo y puede dar su opinión, de una forma más o menos categórica, sobre cualquier tema, y especialmente sobre la iglesia y en internet. Aquello de la ignorancia es atrevida se queda corto… es temeraria. En el foro anónimo de las redes sociales cabe cualquier cosa y cualquier argumento. La verdad se diluye en opiniones subjetivas y visiones parciales.
Alienación: Tener fe no es enajenación mental, vivir en las nubes o alienarse en un consuelo analgésico ante las frustraciones de la vida. Tener fe no es huir de la realidad en búsqueda constante de ilusiones, que por consistir en ilusión… es de ilusos.
Individualismo: Tener fe en Dios, no es creer en mi Dios a mi medida y según mis conceptos e ideas, porque sencillamente, la vida se encarga constantemente en estropear cualquier sistema, proyecto o castillo de naipes que me empeñe en construir.
Temor: Tener fe, finalmente, no es buscar seguridad y protección ante las incertidumbres y peligros de la vida, en un sistema angélico espiritual que evite por condescendencia o capricho divino, la enfermedad, la injusticia y la desgracia.
Queridísimo lector, si se ha sentido identificado en algún momento, no desespere. Nunca es tarde para evolucionar y salir de la caverna. Si lo comentado le parece algo simple y básico, enhorabuena, parece que tiene un ojo abierto… porque:
“Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo. Así que tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios sino como sabios, aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos” (Efesios 5:1416).
Y definamos lo que es la fe… O más bien, lo que no es fe en Dios.
Humanismo: Tener fe en algo o alguien en un sentido de confiar, apostar o intuir que ese algo o alguien, se comportará como se espera de él, no es tener fe. Es simplemente, un “brindis al sol” de los muchos que hacemos al día, sobre miles de cosas. Podríamos decir que es una fe humana, natural y necesaria para vivir, sobrevivir y convivir en el ajetreado mundo en el que se desliza nuestra vida. Digamos que esperamos que mañana no ocurra un terremoto, el jefe se comporte amablemente y en Cataluña gobierne alguien sensato… Aunque sabemos y experimentamos constantemente que puede pasar cualquier cosa.
Deísmo: Tener fe no es creer en un Dios que ha creado todo, “porque algo tiene que haber ahí”, pero que una vez creó el universo se echó a dormir, se olvidó de nosotros y nos observa impasible desde su trono celestial.
Determinismo: Tampoco es tener fe, creer en un destino predeterminado que se cumple inexorablemente, reduciendo el libre albedrío y la libertad humana a simple anécdota. Dios no es un tirano que mueve a los hombres como marionetas en un juego cerrado y acabado.
Superstición: Tener fe no es creer en ritos, amuletos y códigos no escritos que sin darnos cuenta, nos rodean por doquier. Recomendamos vivamente al lector que pase por debajo de la primera escalera que se encuentre, derrame un poco de sal sobre el suelo o rompa un espejo… sin cortarse. Así como dejar de leer los ridículos horóscopos, reírse de la ley de murphy o dejar de culpar a la suerte por lo incierto de la vida.
Buenísmo: Tener fe no es ser buena persona. Hay muchas personas que son buenas y no creen en nada más allá de sí mismos. Tener fe no significa no haber roto nunca un plato o ser una malva que nunca discute con nadie, o ser pariente de los “flanders”. Animamos desde aquí al lector, a que sea uno mismo, con su carácter y personalidad propias y que no se enajene en un nirvana imposible y constreñido, de una perfección falsa y agobiante. “La verdad os hará libres” y la verdad es que… solo Dios es bueno.
Religiosidad natural: Tener fe, tampoco es tener un barniz de religiosidad heredada, costumbre o tradición familiar. Esto no es censurable en sí mismo, pero es imperfecto, incompleto y pueril.
Sentimentalismo: La fe tampoco es sentimiento, porque si no sentimos nada, ¿que hacemos? ¿dejamos de creer? Esta es la base argumental de muchas rupturas matrimoniales en las que se deja de sentir algo por el cónyuge, pasando a sentir una pasión desenfrenada por el vecino, el compañero de trabajo o la mujer del amigo. Tener fe no es sentir ni imaginar. Porque lo sentimientos y la imaginación engañan… Aunque no eternamente. Todo tiene su aterrizaje en la realidad, más tarde o más temprano…
Moralismo: Tener fe no es seguir unas estrictas reglas morales, no es seguir manuales, mamotretos y señales de tráfico. Todo esto es saludable, recomendable y necesario pero no es la ley lo que lo que controla al hombre, sino que está a su servicio. Invitamos al lector a que conozca la doctrina, la ética y la moral cristiana, pero sobre todo, que profundice en… el espíritu de la letra. Por otro lado, ser “más papistas que el Papa” es tan malo como querer “hacer lo que a uno le venga en gana”, que hay muchos que saben más que curas y obispos y quisieran remodelar la iglesia a “su imagen y semejanza”.
Espiritualismo: Tener fe no es ser espiritual y sensible. También los demonios son espíritus y son sensibles, pero no aman, no perdonan y son justicieros. La espiritualidad y la sensibilidad son cualidades poco fiables, cambiantes y emocionales.
Paternalismo: Tener fe no es ser un blando y un afectivo. Es muy recomendable no ser un cardo borriquero para tener una vida sociable y familiar agradable y positiva, pero el amor no puede eludir la verdad. Al contrario, debe afrontarla con delicadeza pero con firmeza.
Falsa humildad: Tener fe no es tener poca autoestima. Los complejos no son signos de humildad, sino de problemas de la personalidad que hay que sanar y superar. Ser tímido, inseguro y apocado no es ser humilde, ni bueno, ni santo, es tener un alma sufriente en permanente estado de insatisfacción. Aunque es cierto que la vanidad y el ego, son el otro extremo que nos impide reírnos de nosotros mismos, tomarnos demasiado en serio y andar esclavizados por nuestro amor propio y por el qué dirán.
Relativismo: Tener fe no es opinar sobre ideas y debatir sobre filosofía. Hay, y siempre ha habido, filósofos tanto ateos como creyentes. Cualquiera, hoy en día, va de filósofo y puede dar su opinión, de una forma más o menos categórica, sobre cualquier tema, y especialmente sobre la iglesia y en internet. Aquello de la ignorancia es atrevida se queda corto… es temeraria. En el foro anónimo de las redes sociales cabe cualquier cosa y cualquier argumento. La verdad se diluye en opiniones subjetivas y visiones parciales.
Alienación: Tener fe no es enajenación mental, vivir en las nubes o alienarse en un consuelo analgésico ante las frustraciones de la vida. Tener fe no es huir de la realidad en búsqueda constante de ilusiones, que por consistir en ilusión… es de ilusos.
Individualismo: Tener fe en Dios, no es creer en mi Dios a mi medida y según mis conceptos e ideas, porque sencillamente, la vida se encarga constantemente en estropear cualquier sistema, proyecto o castillo de naipes que me empeñe en construir.
Temor: Tener fe, finalmente, no es buscar seguridad y protección ante las incertidumbres y peligros de la vida, en un sistema angélico espiritual que evite por condescendencia o capricho divino, la enfermedad, la injusticia y la desgracia.
Queridísimo lector, si se ha sentido identificado en algún momento, no desespere. Nunca es tarde para evolucionar y salir de la caverna. Si lo comentado le parece algo simple y básico, enhorabuena, parece que tiene un ojo abierto… porque:
“Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo. Así que tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios sino como sabios, aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos” (Efesios 5:1416).