Duerme negrito fue la canción escogida en su día por Pablo Iglesias para demostrar en el programa de María Teresa Campos que Stalin también puede ser sensible. En la nana de Víctor Jara el bebé lo pasa mal, pero no tanto como Rebeca, nigeriana raptada por Boko Haram, que fue violada tres veces por cuatro negros. El progresista blanco cree que el hombre blanco es malo por naturaleza, de modo que, en consecuencia, el hombre negro es bueno por definición, que es lo que piensa también el progresista negro. Sin embargo, de la raza blanca, a veces, en lugar de Hitler surge Gandhi. Y de la raza negra, en ocasiones, en lugar de Mandela surge Abubakar Shekau, el líder terrorista que, en nombre del Islam, esparce el terror por África sin que se inmute Europa.
El progresista europeo, de hecho, considera que Hazte Oír es el anverso católico de Boko Haram, de manera que equipara el machete con el autobús. Para el buen progresista, la campaña contra la ideología de género es tan repudiable como el secuestro masivo de niñas negras que de rezar el Credo en grupo pasaron a ser violadas de una en una. La tesis impresa en el autocar igual ofende a algún crío que no tenga las cosas claras respecto a su identidad sexual, pero de las palabras de Rebeca se deduce que el terrorismo islamista no se para en niñerías. Valga exponer que a uno de sus hijos, por llorar tras la entrada masiva de hombres de saco en su poblado, lo tiraron al río. Y en los ríos de África lo peor que te puedes encontrar no es un barbo.
El progresismo esgrime que hay que pensar en el bienestar de los niños siempre que quiere que el juez otorgue su custodia a la madre. Pero en este caso, sorprendentemente, Rebeca cuenta su periplo por iniciativa de la Iglesia católica, una institución que, según el feminismo de guardia, discrimina a las mujeres. Que se sepa, ninguna organización feminista ha tenido bien convertir a esta chica en paradigma del maltrato machista. Tal vez sea porque no tiene un ex marido italiano o tal vez sea porque profesa una religión que el feminismo detesta, dado que, en su opinión, discrimina a la mujer. Y la que no es discriminada, María, es considerada sumisa por el feminismo. Mira tú qué reproche: está claro que para la labor de engendrar a Jesucristo el buen Dios no iba a escoger a Rita Maestre. Por algo es omnisciente.