Fueron años de esplendor, en los que bajo el entonces jovencísimo obispo auxiliar Don Javier Martínez, con José Miguel García al frente, floreció la misión y la Pastoral Universitaria.
La clave del éxito, al menos en la ciudad universitaria de Madrid (Complutense, Politécnica y CEU) fue un equipo de excelentes capellanes entre los que destacaba el claretiano P. Julio Sainz, un sacerdote enamorado de María, maestro para muchos en la Facultad de Derecho entre los que me incluyo. En Caminos teníamos al navarro Juan Carlos Elizalde, siguiendo la estela plantada por la Milicia de Santa María con los Rosarios de la Aurora cada 13 de mayo, y muchas cosas más que hacían cuando en los 80 sólo asomaba por la convulsa universidad española el Opus Dei y la Milicia. En Arquitectura teníamos al Padre Leocadio y otros misioneros del Verbum Dei que guitarra en mano cantaban “La Senda del Tiempo” para atraer a la gente y la pegadiza “Cristo Vivo Anúncialo”.
No estaban solos, allá a lo lejos en el Campus de Somosaguas estaba el Padre Rafael Hernando de Larramendi, de los Cruzados y por Industriales estaba el que ahora es delegado de la Pastoral Universitaria Feliciano Rodríguez, y había muchos más en las diferentes facultades. En Ciencias de la Información el archiconocido Javier Cremades de la Obra; el Padre Jorge “Coco” de CyL en Historia y un recién ordenado Pablo Dominguez que se hizo cargo de la capellanía de Filología, quien este año nos ha dejado, en lo mejor de su misión como Decano de la Facultad de San Dámaso, para irse con el Padre a disfrutar de la mejor parte.
Eran tiempos en los que Monseñor Martínez aparecía en su coche llevado por el dicharachero Don Alfonso de Simón que era su secretario, en los que José Miguel García organizaba Guadalupadas a las que asistían 1.000 jóvenes, normalmente para el Puente de la Hispanidad, los cuales coreaban aquello de “que bote el obispo” entre cantos y jolgorios varios hasta que el obispo botaba.
Ser cristiano en la Ciudad Universitaria no se hacía difícil porque gracias a la labor conjunta de toda esta gente, y de muchos que me dejo sin nombrar, nos conocíamos y nos tratábamos todos, y gracias a eso aprendimos lo que es ser Iglesia, al convivir unidos gente de diferentes movimientos y parroquias.
En estos días que he comenzado a trabajar con los Cursos Alpha en un Colegio Mayor, he recordado que todavía quedan históricos de la Pastoral Universitaria como Feliciano Rodríguez, el P. Julio y el P. Rafael, pero la sensación que tengo es que la Pastoral Universitaria no es lo que era.
Cuando hace unos pocos años volví a la Facultad de Derecho durante un año estudiando un DEA, se me hizo un gran contraste con lo que había visto en mis años de estudiante de licenciatura.
Ayer, visitando otro colegio mayor para ir a Misa, sólo asistían las religiosas de la comunidad del colegio, todo un contraste con las misas de Derecho, aunque según me dicen aún mantienen las tres misas diarias.
Lo que me cuenta el capellán de Pedagogía es que con 34 años, él es el más joven de los capellanes universitarios y esto me lleva a la presente reflexión.
Si bien un poco de veteranía siempre es buena y por ejemplo repescar al Padre Julio para Navales ha sido todo un fichaje-pues un maestro de corazón siempre joven y entregado a la misión que Dios le ponga- los sacerdotes de la diócesis tendrían que estarse pegando de tortas por trabajar en la universidad.
Nos quejamos de que las iglesias están envejecidas, de que no hay savia nueva en la Iglesia, y perdónenme por la crítica, no evangelizamos algo que tenemos tan a tiro como puede ser una universidad, donde todavía hay una red de capellanías desde donde trabajar. No pretendo hacer demérito a lo que se está haciendo, pues escribo este artículo refiriéndome a tiempos pasados sin saber apenas nada de lo que se hace ahora, simplemente constato que mucho ruido no se oye desde la universidad.
Actualmente me estoy tirando de los pelos pensando lo que hubieran sido nuestros años universitarios en el grupo de Derecho, si hubiéramos tenido métodos de evangelización que resultan tan efectivos como el Curso Alpha en el que ahora trabajo.
En Derecho hacíamos el mes de Mayo, el Belén viviente, el pan y el quesito el miércoles de ceniza, la Guadalupada y la Javierada, y alguna gente reenganchaba con Dios y con la Iglesia gracias a estas cosas junto con la labor callada y constante del capellán quien se pasaba por los despachos de los profesores y las clases a invitar al grupo católico.
Teníamos ganas de comunicar la amistad y la experiencia que estábamos viviendo, e invitábamos con desparpajo a venir al grupo a la gente de clase, pues nos veían pulular alrededor de la capilla y les picaba la curiosidad acerca de lo que vivíamos.
Alguien dijo una vez que el cristianismo se transmite por fascinación, no por imposición, y en esos tiempos los de Comunión y Liberación siempre hablaban de esa fascinación que te llevaba al encuentro con Cristo, y organizaban el Happening, un evento de una semana de inspiración cristiana, al que venían cientos de personas.
¿Se imaginan un método de evangelización hecho a la medida de los alejados, los enfriados y los ateos; un método que puede convertir al cristiano más tímido en parte de un equipo de evangelización y que emplea a los recién evangelizados convirtiéndoles en evangelizados?
¿Se imaginan ver a la gente joven convirtiéndose a cientos, llenos de pasión por el Evangelio y orgullosos de pertenecer a una iglesia que salva, que vibra, que está al cabo de la calle?
Yo lo he visto en Londres, está sucediendo a día de hoy, es posible que suceda en otras partes del mundo, el Espíritu Santo se está derramando, y como siempre está abriendo nuevos caminos.
Me da igual que sea Alpha u otra cosa, lo que no podemos es conformarnos con lo que hay, y dejar que se nos escape la oportunidad de caminar con gente que está fresca, que acaba de comenzar su andadura por la vida adulta y que están deseando ser acompañados por gente de más experiencia pero aún jóvenes como ellos.
Por eso sueño con una Pastoral Universitaria como la que soñamos en mis tiempos de estudiante, y creo que es posible, porque la gente que está a cargo ha vivido eso y tiene la pasión necesaria para trabajar por el Señor y llegar a los universitarios.