Cada 29 de abril se conmemora que 868 sacerdotes polacos fueron asesinados en Dachau, primer campo de concentración alemán donde fueron deportados sacerdotes de toda Europa. Más de la mitad provenían de Polonia.

Ese mismo día, el vicepresidente segundo del Gobierno de España declaraba: «Para mí es un honor representar a un grupo político dentro del cual hay un partido con casi cien años de historia, el Partido Comunista de España». En fin.

El libro negro del comunismo: crímenes, terror y represión (1997) es un libro escrito por profesores universitarios e investigadores europeos y editado por Stéphane Courtois, director de investigaciones del Centro Nacional para la Investigación Científica, organización pública de investigación de Francia. Su propósito es catalogar diversos actos criminales (asesinatos, tortura, deportaciones, etc.) que son el resultado de la búsqueda e implementación del comunismo (en el contexto del libro, se refiere fundamentalmente a las acciones de Estados comunistas).

La introducción, a cargo del editor, Stéphane Courtois, mantiene que «...el comunismo real [...] puso en funcionamiento una represión sistemática, hasta llegar a erigir, en momentos de paroxismo, el terror como forma de gobierno». De acuerdo con las estimaciones realizadas, cita un total de muertes que «...se acerca a la cifra de cien millones».

Sin embargo, las cifras que se ofrecían junto a la información de este miércoles era de más de 120 millones. Entre ellos se cuentan los más de 10.000 Obispos, sacerdotes, religiosas, religiosos y seglares sacrificados en España, con el deseo de hacer desaparecer el catolicismo en nuestra nación.

Nosotros ya tenemos el 6 de noviembre, día en que la Iglesia de España conmemora a los ¡1.965 santos y beatos de la persecución religiosa! (un grupo de las últimas beatificaciones firmadas por el Papa Francisco, en el último año, está esperando poder ser llevados a los altares; amén, de cientos y cientos cuyos procesos se siguen en la diócesis españolas o en Roma). Así que ese día bien puede ser el «Día del martirio del clero español»

En Toledo asesinaron a 292 sacerdotes del clero secular, un subdiácono y cuatro seminaristas. Y en varias diócesis españolas a muchos más que en la nuestra.

Sigamos. La primera imagen representa una idealización lo que si sucedió en Dachau. Las autoridades del campo hicieron filmar una misa de Dachau como propaganda para asegurar que a los presos se les respetaba su derecho al culto.

Como informa María Cecilia Mutual, el 21 de marzo de 1933, Dachau, una pequeña ciudad al sur de Alemania a sólo 13 km al noroeste de Múnich, comenzó el período más oscuro y dramático de su larga existencia. La vida de la pequeña ciudad alemana cambió completamente después de que diario local Münchner Neuesten Nachrichten, dio la noticia, firmada por Heinrich Himmler, presidente de la policía de Múnich y jefe de las SS: el miércoles 22 de marzo de 1933 se abriría en las cercanías de Dachau el primer campo de concentración.

Dachau, primer campo de concentración

El campo de concentración de Dachau fue el primero de los campos de exterminio del Tercer Reich, para la detención de los enemigos de Hitler. Allí, después del estallido de la guerra, también fueron deportados prisioneros de otros países ocupados por los alemanes. En Dachau, una de cada tres personas asesinadas era de nacionalidad polaca. El régimen nazi que había ocupado Polonia, quería eliminar físicamente las élites del país: intelectuales, oficiales, y reducir a la población a mano de obra barata. Entre los deportados se encontraban también clérigos: 1773 sacerdotes.

El principal lugar de martirio de los sacerdotes polacos

En Dachau, entre los 2794 sacerdotes de diversas nacionalidades, 1773 eran polacos y de ellos 861 fueron asesinados. Este campo se convirtió entonces en el principal lugar del martirio de los sacerdotes polacos. Allí murieron también asesinados, entre los sacerdotes, Michal Kozal, obispo auxiliar de Wroclaw (beatificado por Juan Pablo II el 10 de junio de 1987) y Wladyslaw Goral, obispo de Lublin.

Un sufrimiento, el de los sacerdotes presos en los campos de concentración, todavía poco conocido. Estos mártires, pudieron haber dejado el campo de Dachau en cualquier momento, con la condición de renunciar a su fe y apoyar al gobierno alemán, pero no lo hicieron.

Testimonios de la victoria de Cristo

El 13 de junio de 1999, san Juan Pablo II beatificó en Varsovia, a un grupo de 108 mártires polacos de la Segunda Guerra Mundial. Entre ellos, estaban también los sacerdotes polacos. En su homilía el Papa santo habló de “la victoria de los que, en nuestros tiempos, dieron la vida por Cristo”:

“Es una victoria particular, porque la han conseguido representantes del clero y laicos, jóvenes y ancianos, personas de todas las clases y estados”. Y entre ellos el Papa peregrino recordó a “monseñor Wladyslaw Goral, de Lublin, torturado con especial odio sólo porque era obispo católico” en Dachau y al "arzobispo Antoni Julián Nowowiejski, pastor de la diócesis de Plokc, torturado hasta la muerte en Dzialdowo".

San Juan Pablo II elogió también a “sacerdotes diocesanos y religiosos, que prefirieron morir con tal de no abandonar su ministerio, y otros que murieron atendiendo a sus compañeros de prisión enfermos de tifus”, y a quienes “fueron torturados hasta la muerte por defender a los judíos”. “Si hoy nos alegramos por la beatificación de 108 mártires, clérigos y laicos, -evidenció- lo hacemos ante todo porque son un testimonio de la victoria de Cristo, el don que devuelve la esperanza”.

Sacerdotes reunidos en memoria de sus hermanos mártires

El 29 de abril 2015, con ocasión del cumplimiento de 70º aniversario de la liberación del campo de concentración de Dachau, la Iglesia de Polonia recordó a los numerosos sacerdotes que murieron en ese campo de concentración alemán a causa de la persecución nacista. Al acto de conmemoración asistieron alrededor de 800 sacerdotes y 30 obispos polacos.

En el vídeo de archivos históricos, que acompaña el artículo, no se llega a ver la imagen de la Virgen (que estaba a la izquierda) pero sí como le rezan el Rosario. Hoy se la conoce como Nuestra Señora de Dachau y la custodian las carmelitas que viven dentro del campo.

La imagen llegó en 1943 y provenía del monasterio de los religiosos salvatorianos de Breslauer. Al parecer llego junto con los paquetes de comida que las autoridades dejaban que amigos o parientes enviasen a los clérigos, y que ellos solían compartir con otros presos para aliviar el hambre. Algún militar compasivo o despistado debió permitir que se instalara.