Sandra Solomon nació en Ramala (territorios palestinos) hace 39 años; su difunto tío, Saher Habash, fue una de los dirigentes de Al Fatah –la organización que hoy gobierna en Cisjordania– y de la Segunda Intifada, en la que se llevaron a cabo infinidad de ataques terroristas en territorio israelí. Esta valiente mujer también ha vivido en Arabia Saudí y Jordania. Sandra, que solía odiar a los “infieles” y festejar cuando morían asesinados a manos de extremistas islámicos, logró dejar atrás todo ese adoctrinamiento para convertirse en una dura crítica de la violencia y la intolerancia que le fueron inculcadas desde niña. Fue durante ese proceso de “desintoxicación” que se cambió de nombre, abandonó el islam para convertirse al cristianismo y escapó a Canadá, donde vive actualmente.

–¿Cómo fue tu educación?

Tuve una educación principalmente islámica. Solía leer el Corán casi todos los días, para memorizarlo y aprender los significados de los distintos versos. También estudié la vida de Mahoma, los hadices, la historia del islam, la sharía, etc.

–¿Os enseñaban a odiar?

Por supuesto. El odio está bien arraigado en los textos islámicos. Diría que el Corán es la literatura del odio y Mahoma, el líder de todos los terroristas. Según estas enseñanzas, a todos los infieles, es decir a todos aquellos que no son musulmanes y no aceptan la sharía, debemos odiarlos, y tenemos que llevar a cabo una yihad (guerra santa) contra ellos hasta que se sometan al islam. En mi caso, como palestina, el odio hacia los judíos y el Estado de Israel era el doble de fuerte. El antisemitismo que nos enseñaban está en la raíz del Corán y de las enseñanzas de Mahoma. Según los hadices, se debía conquistar a y librar un genocidio contra los judíos de Medina. Esto me llevó a crecer odiando a los infieles, pero especialmente a los judíos.

–¿El odio inculcado era el mismo en los territorios palestinos, Jordania y Arabia Saudita?

Claro, porque a fin de cuentas está todo en las enseñanzas del Corán y Mahoma. Tanto en Arabia Saudita, donde residí desde los 9 años hasta el secundario, como en Jordania, donde pasé otra parte de mi vida, viví en comunidades palestinas donde nos enseñaban el islam en profundidad y festejábamos los ataques terroristas contra los judíos. En la escuela debíamos repetir que el islam era nuestra religión, Mahoma nuestro profeta, el Corán nuestra Constitución, la Yihad nuestro camino y morir por Alá, nuestro deseo más preciado. Crecíamos como yihadistas, nos decían que debíamos combatir a los infieles y liberar la mezquita Al Aqsa de los “apestosos judíos”. Sí, era así como te lo digo; nos enseñaban que nosotros éramos los limpios, y los judíos y los cristianos los apestosos.

–En una entrevista dijiste que en tu juventud también te enseñaron a alabar a Hitler…

Sí, alabábamos a Hitler y veíamos al Holocausto como un hecho positivo de la Historia. Incluso me enseñaron que el error de ese genocida fue haber dejado algunos judíos vivos, y que nosotros sufríamos por eso. Por lo tanto, debíamos exterminar a los judíos de la faz de la tierra. Para muchos palestinos y musulmanes en general, Hitler es un héroe.

–¿El odio se te inculcaba en sólo la escuela o también en casa?

En mi casa me hacían ver documentales que justificaban el Holocausto, por ejemplo. Y me explicaban que había que exterminar a los judíos no solo en Israel, sino en todo el mundo. Hay un hadiz de Mahoma que expresa: “El Día del Juicio Final no llegará hasta que los musulmanes se enfrenten a los judíos y los maten a todos. Entonces, los judíos se esconderán detrás de las rocas y de los árboles, y las rocas y los árboles gritarán: ‘¡Oh, musulmán, hay un judío escondido detrás de mí! ¡Ven y mátalo!’”. No es un conflicto por territorio, sino por un claro odio contra los judíos.

–¿Cómo pudiste librarte de semejante adoctrinamiento?

Cuando estaba en el secundario me gustaba la psicología, y si bien no la estudiábamos mucho, solía ir a la biblioteca por mi cuenta para leer más al respecto. Entonces comencé a analizar el Corán y la sharía, viviendo en un lugar [Arabia Saudita] donde, como mujer, se me imponía vestir con hiyab o nicab, no podía siquiera salir de mi casa sin la compañía de un hombre, no se permitía opinar libremente, etc. Fue cuando comencé a analizar todo en profundidad, lo que me llevó a rebelarme, ya que no quería ese tipo de vida para mí. Me empecé a dar cuenta de que el islam no es una religión, sino una ideología política cuyo objetivo es conquistar y dominar. Está adornado con algunas prácticas religiosas, pero su verdadera cara es la de la violencia y el terror. Tuve que pasar por un divorcio muy complicado, debido a que en los países islámicos es muy difícil conseguirlo. Luego pude escaparme a Canadá, donde recibí todos los papeles necesarios para residir allí. Recuerdo que me persiguieron mucho, me echaron de varios colegios y mi hermano quiso asesinarme. A la edad de 10 años fui testigo de cómo degollaban a una persona en la plaza donde suelen ejecutar este tipo de castigos en Arabia Saudita.

–¿Tienes relación con tu familia?

No. Mi familia me rechaza, incluso públicamente. De hecho, lo hicieron en los medios de comunicación. No sé nada de ellos ni ellos saben nada de mí.

–Has dicho que el conflicto palestino-israelí no es territorial, sino que está basado en el odio a los judíos. No obstante, muchos en Occidente opinan que es debido a la “ocupación israelí”. ¿Qué les dirías?

Les diría que estudien el Corán y vean lo que este libro dice sobre los judíos. También les diría que lean sobre la vida de Mahoma, lo que decía sobre los judíos y lo que les hacía. Que lean lo que les pasó a los judíos de Jaibar. Hoy, los palestinos cantan “Jaibar, Jaibar, oh judíos, el ejército de Mahoma volverá”, porque están librando la misma guerra que empezó Mahoma cientos de años atrás contra los judíos, porque rechazaron creer en él. Por este motivo, el profeta del islam perpetró un genocidio contra ellos.

Les diría además que tienen que estudiar los verdaderos hechos históricos de ese territorio. No se pueden negar los 3.000 años de conexión del pueblo judío con la Tierra de Israel ni las persecuciones que sufrieron. Han estado en Judea por miles de años. Y ahora vienen los musulmanes a reclamar todo, a decir que la mezquita de Al Aqsa les pertenece. Es una locura total. Yo no voy a seguir a un psicópata que afirme que Mahoma subió al cielo en un burro para negar toda la verdadera historia de ese lugar. Hay pruebas arqueológicas que demuestran que la presencia judía es muy anterior a la islámica.

Les recomendaría, además, que estudien acerca de las conquistas de los musulmanes. La mayoría quiere que regrese el califato, e imponerlo en todo el mundo. Durante el último imperio islámico no había ninguna mención a Palestina, y Jerusalén no era para nada importante.

El islam no tiene nada que ver con la paz, solo buscaron y buscan conquistar por la fuerza. No solo les pasa con los judíos, lo han hecho también con los cristianos en el norte de África, Europa, el Líbano, etc. No se puede negar todo esto.

Quien quiera saber la verdad, hoy tiene todos los medios para conocerla. Pero hay mucha gente corrompida que tiene objetivos ocultos, como la ONU y la Unesco, que ya perdieron toda legitimidad.

Por eso debemos decir la verdad y proteger a los judíos de otro Holocausto: el islámico.

–¿Está Europa en riesgo de ser islamizada?

Desde ya. No solo Europa. El Gobierno de Canadá dio la espalda a la gente y está cediendo ante la sharía. La islamización del Viejo Continente se está produciendo muy rápidamente. Los Gobiernos han traicionado a la gente, han abierto las fronteras totalmente para dar la bienvenida a los invasores. Sí, esto no es inmigración, es invasión. No veo mucha esperanza en Europa, a menos que la gente se dé cuenta y actúe en consecuencia. Si no hacen nada, sus hijos pagarán el precio.


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