Al leer las obras de Santa Hildegarda nos llama la atención su insistencia en advertirnos que casi ningún alimento se debe comer crudo. Solamente el hinojo, el membrillo, las castañas y las manzanas muy maduras, nos aconseja comerlos crudos si queremos (aunque cocidos, mejor).
Los alimentos crudos no son muy aconsejables por diversas razones que la Santa va explicando.
Es verdad que existen actualmente muchas escuelas en el campo de la dietética y la alimentación que se basan en las maravillas de comer los alimentos crudos. Además de las razones que ella da en sus obras y que vamos a leer según sus propias palabras, los descubrimientos científicos actuales corroboran sus afirmaciones. Por ejemplo los cereales contienen fitatos que son compuestos derivados del ácido fítico que son tóxicos para la salud y que solo se descomponen mediante la cocción, no es suficiente con poner a remojo los copos de cereales. Las partes verdes de muchos vegetales, comidas crudas, pueden producir un proceso de fermentación en lugar de una digestión y, además de dañar la flora bacteriana beneficiosa para el intestino, dar origen a sustancias tóxicas (diversas clases de alcoholes) lo que en personas estrictamente vegetarianas y abstemias ha producido lesiones en el hígado sorprendentes por ser más propias de personas aficionadas a las bebidas alcohólicas.
Dice Santa Hildegarda:
“Cuando ciertos hombres toman alimentos crudos o sin cocción, o a media cocción, o demasiado grasos, pesados, áridos y secos, en esos casos el corazón, el hígado, el pulmón y cualquier calor que haya en el cuerpo no pueden suministrar al estómago un fuego lo suficiente grande o fuerte para digerirlos”.
- Por lo tanto siempre que se pueda es aconsejable comer alimentos cocidos, asados o hervidos previamente.
De la lechuga dice Santa Hildegarda que, “comida cruda”, vacía el cerebro de la persona y si se come “predigerida” es muy sana para el cerebro.
¿Cómo se predigiere la lechuga?
No se trata de cocer la lechuga como si fuese una verdura.
Se trata de aliñarla con sal, aceite, vinagre y un poco de azúcar de caña para que ningún sabor predomine (también se puede usar eneldo, ajo crudo o zumo de limón…) y dejarla que se “predigiera” 1015 minutos de manera que se ponga un poco “mustia” o ajada y así ya no está cruda.
Si además se le añaden 2-3 cucharadas de granos de espelta (previamente cocidos con un poco de hisopo y tomillo serpol) habremos convertido un alimento indigesto (la lechuga cruda) en un remedio para mantener y mejorar nuestra salud.
Para saber más cosas sobre las virtudes del Hisopo o del Tomillo Serpol visite nuestra web: www.santahildegarda.es