Hola, buenos dÃas, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz dÃa.
¿UN MAL DESPERTAR?
-¡Tock, tock, tock...!
Alguien tocaba a la puerta de mi celda mientras susurraba muy despacio:
-Israaaeel... Israaaaaeeeeel...
-¿SÃ? -respondà a media lengua mientras me despertaba de un profundÃsimo sueño.
-¡Que son las seis y veinte!
-¿QUÉ...? Me he dormido... ya voy, ¡muchas gracias! -respondà al tiempo que encendÃa la luz, y me levantaba rápidamente.
Asà comenzaba mi amanecer del viernes. Salà de mi celda directa hacia la galerÃa para llegar hasta el baño cuando, aún desde lejos, Lety me miraba sonriente mientas me decÃa:
-Justo iba a ir a despertarte, al no verte por aquà me ha extrañado mucho, y me he imaginado que te habÃas dormido...
Creo que le pude devolver la sonrisa mientras intentaba abrir los ojos, pero aquel gesto y el de la hermana que llegó antes a despertarme se me clavaron en lo más profundo.
El cariño de los hermanos, el amor, es palpable. Y es que el amor se derrama en gestos que llegan al otro como una cascada de agua fresca. Estos levantan y llenan de vida hasta en el dÃa más torcido.
SÃ, todo apuntaba a un dÃa de mal humor, porque... si te duermes, ya no te da tiempo a ducharte; si no te duchas, bajas dormido al coro; y estar luchando contra el sueño mientras quieres rezar... suele provocar mal genio. Y, sin embargo, dos sencillos gestos de cariño te devuelven a la paz.
Asà nos ama el Señor, en gratuidad pura. Y asà lo vemos palpable en los evangelios, cuando un gesto de Amor de Cristo (una mirada, una caricia, una llamada a su seguimiento...) provocaba en el otro un cambio del motor de sus vidas. Cada uno de ellos dejaron atrás su pasado y fueron entrando en la gratuidad de vivir a costa de Cristo.
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