Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
LA ROCA FIRME
-¿Se puede saber qué habéis hecho?
Éste fue el saludo de nuestro capellán, ayer, justo antes de empezar la Eucaristía.
-No, no... -aclaró- Es que tenéis el convento sitiado por los tercios españoles...
Para confirmar tan curiosa notificación, unos minutos más tarde un cañonazo hacía retumbar los muros de la iglesia. Acto seguido, voces de capitanes, trompetas, tambores llamando a la carga, disparos...
Tranqui, que no hay que lamentar bajas. Resulta que en Lerma se celebran las fiestas barrocas este fin de semana, ¡y el campamento del ejército español está situado en nuestra puerta!
Pero ahí no acabaron las sorpresas. Al mediodía, cuando íbamos a empezar Sexta...
-Vamos a esperar unos minutos... hay alguien que quiere rezar con nosotras -informó la Madre Priora.
¡Justo entonces entró el "rey" Felipe III, acompañado de su esposa y toda su corte! (Esta vez, las miradas de asombro eran mutuas... 😉)
Ya no estábamos en guerra, sino que ahora se trataba de una fiesta real. ¡Menudo día de "saltos históricos"!
En ese momento me di cuenta de que nosotras no teníamos que estar continuamente a cambiar de vestuario. Toque la época que toque, pasado o presente, ¡nuestro hábito sigue siendo el mismo! Igual que nuestra presencia, siempre alrededor del Señor... ¡Pase lo que pase, Él sí que permanece!
Tanto si nos sentimos sitiados por preocupaciones, como si festejamos la mayor alegría, Cristo no cambia. Él permanece fiel, siempre dispuesto a acogerte y levantarte, en medio de tus batallas o tus bailes.
¡Jesús es la roca firme que llena de plenitud toda una vida! Ayer nuestro convento fue testigo de ello: ¡celebramos los 400 años de la inauguración de nuestro monasterio! ¡Cuatro siglos de vida dominicana en Lerma! Cuatro siglos en que el Señor ha permanecido siempre amando y esperando...
Hoy el reto del amor es agarrarse a la roca firme. ¡Sí, Jesucristo! Hoy es domingo, y Cristo te espera, como cada domingo, en la Eucaristía. Te invito a participar en ella. Tanto si acudes como si no, Jesús no faltará a la cita. Seguirá amándote, estés como estés, sea cual sea tu respuesta. Y así cada día, todos los meses, todos los años. Puede pasar el tiempo y cambiar muchas cosas, pero su amor por ti seguirá firme, desde siempre y por siempre. ¡El amor de Cristo es eterno! ¡Feliz domingo!