Nadie reza solo.
Cristo ora en su Iglesia, por tanto, Cristo ora en cada uno de nosotros.
Cristo ora por nuestros labios.
Cristo ora por nuestros corazones.
La oración es cristiana por su vinculación con Cristo en la Iglesia.
Recordemos un precioso texto de san Agustín:
"Cuando nos dirigimos a Dios con súplicas, no establecemos separación con el Hijo, y cuando es el Cuerpo del Hijo quien ora, no se separa de su Cabeza, y el mismo salvador del Cuerpo es el que ora por nosotros, ora en nosotros y es invocado por nosotros.
Ora por nosotros como Sacerdote nuestro, ora en nosotros por ser nuestra Cabeza, es invocado por nosotros como Dios nuestro. Reconozcamos, pues, en Él nuestras propias voces y reconozcamos también su voz en nosotros" (Enar. in Ps., 85,1).
La Iglesia ora "en Cristo", y Cristo prolonga su alabanza, súplica, adoración y petición, por medio de su Cuerpo que es la Iglesia; por medio de cada uno de nosotros, miembros de Cristo.
"Llamar a Dios "Abba", Padre, muestra el enraizamiento de la oración cristiana en la relación viva de Jesús con su Padre.
La misión y la obediencia divinas del Hijo son el marco de la oración de Jesús, Cuando, en respuesta a la petición de los discípulos: "Señor, enséñanos a orar" (Lc 11,1), Jesús les transmite el Padrenuestro, les da parte en su relación con Dios.
Esta participación marcará por consiguiente toda la oración de la Iglesia primitiva, refiriéndola a la apertura de Cristo a su Padre. Los relatos evangélicos expresan con fuerza, en su relato del viernes santo, esta apertura, y este don desinteresado de sí. Extendiendo los brazos, Jesús se remitió a la voluntad del Padre. Y al hacerlo, abre a la "multitud" su persona y su relación con Dios, y nos da parte en su ser de Hijo. El secreto más profundo de su persona se entrega aquí en el libre don de sí. Don desinteresado de sí, e inclusión por modo de sustitución -nociones todas en un segundo plano bíblico muy fuerte- serán enseguida meditadas por la Iglesia gracias al concepto de "filiación divina".
Ya en este estado, es momento de advertir una particularidad que afecta a la relación oración personal / oración comunitaria: anterior a esta distinción es la certeza de que la oración cristiana no es tal más que por su vínculo con la oración de Jesús a su Padre.
Es por lo que Jesús hace a su Iglesia partícipe de su relación con el Padre cuando le ofrece dirigirse al Padre en una oración que se conforma con la del Hijo".
(AMBAUM, J, Dimension communautaire et personelle, en: Communio, ed. francesa, X,4, juillet-août 1985, pp. 40-41).