La espiritualidad de la adoración eucarística es un manantial en el que nutrirnos del amor de Dios y, recibiéndolo, poder amar a los hermanos, especialmente a los que sufren, débiles, enfermos. Es la caridad sobrenatural para amar dándonos a nosotros mismos, no simplemente dando algo.
La adoración eucarística es una escuela de caridad, de amor y de entrega, que rompe el sentimentalismo y la privacidad, para conducirnos a la entrega de un amor verdadero, que se da.
El Señor en la Eucaristía, constantemente dándose, expuesto de manera entregada, educa el corazón, la voluntad y la inteligencia, para amar como Él y darse como Él. La adoración eucarística no nos reduce a la privacidad, sino nos lleva al otro, mirado y considerado como hermano. Así lo señalaba el papa Benedicto XVI en su primera encíclica:
"Si en mi vida falta completamente el contacto con Dios, podré ver siempre en el prójimo solamente al otro, sin conseguir reconocer en él la imagen divina. Por el contrario, si en mi vida omito del todo la atención al otro, queriendo ser sólo « piadoso » y cumplir con mis « deberes religiosos », se marchita también la relación con Dios. Será únicamente una relación « correcta », pero sin amor. Sólo mi disponibilidad para ayudar al prójimo, para manifestarle amor, me hace sensible también ante Dios. Sólo el servicio al prójimo abre mis ojos a lo que Dios hace por mí y a lo mucho que me ama. Los Santos —pensemos por ejemplo en la beata Teresa de Calcuta— han adquirido su capacidad de amar al prójimo de manera siempre renovada gracias a su encuentro con el Señor eucarístico y, viceversa, este encuentro ha adquirido realismo y profundidad precisamente en su servicio a los demás" (Deus caritas est, 18).
La capacidad de amar al prójimo nos viene dada y crece sin cesar por el encuentro con el Señor eucarístico. La beata Teresa de Calcuta lo supo bien y así lo vivió. Vemos y conocemos su obra admirable, destacada en tantos medios, pero a veces se ignora que la fuente de esa caridad fue la hora diaria de adoración en silencio al Santísimo expuesto.
El testimonio de la madre Teresa de Calcuta es profundamente educativo para entender la adoración eucarística y, además, librar de cualquier horizontalismo o secularización las obras de caridad y la acción social de los católicos.
Ella experimentó que su obra crecía cuando amplió la adoración eucarística de una hora semanal a una hora diaria:
"Por nuestra adoración, el número de las vocaciones se ha duplicado. En 1963, hacíamos una hora de adoración juntas cada semana, pero solamente en 1973 cuando comenzamos a hacer nuestra hora de adoración cotidiana fue cuando nuestra comunidad comenzó a crecer y a prosperar" (Viens, sois ma lumière. Les écrits intimes de la sainte de Cacultta, textes édités et présentés par Brian Kolodiejchuk, Paris 2008, p. 168).
Ella vivió de la adoración eucarística para poder amar sin límites y así lo inculcó en su Congregación y lo aconsejó a todos.
"El tiempo que pasáis con Jesús en el Santísimo Sacramento es el mejor tiempo que podéis pasar sobre la tierra. Cada instante pasado con Jesús profundizará vuestra unión con él, hará a vuestra alma inmortal más gloriosa y más bella para el cielo y contribuirá a aportar una paz eterna sobre la tierra" (Id.).
Y, ¿qué salvará el mundo? ¿Dónde hallará la salvación?
"Mi respuesta es la oración. Es necesario que cada parroquia se ponga a los pies de Jesús en el Santísimo Sacramento en horas de adoración...Se debería apoyar fuertemente la adoración perpetua con la exposición del Santísimo Sacramento.Jesús se ha hecho Pan de vida para danos la vida. Noche y día, él está ahí. Si queremos de verdad crecer en amor, id a la eucaristía, id a la adoración eucarística.Nos hace falta tejer nuestras vidas alrededor de la eucaristía, fijar los ojos en Él que es la Luz.Situad vuestros corazones cerca de su divino Corazón; pedidle que os conceda la gracia de conocerlo, el amor para amarlo, el valor de servirle. Buscadle con fervor.Por María, causa de nuestra alegría, descubrid que en ninguna parte del mundo seréis mejor acogidos, en ninguna parte del mundo seréis mejor amados que por Jesús vivo y verdaderamente presente en el Santísimo Sacramento..Verdaderamente, es él en Persona, esperándoos".
De esta manera, y a través de este gran amor, la vida se traducirá en obras y en acciones de amor, en entrega y asistencia, no haciendo cosas, sino dándose uno a sí mismo.
La espiritualidad de la adoración eucarística es espiritualidad, pues, de la caridad sobrenatural, de la acción.