La gente que no tiene futuro
tiene que rebuscar en el pasado
para atacar a la Iglesia.
-José González Horrillo-
Aquel oficial del ejército de tierra que invita a un compañero suyo a dar un paseo y se encuentra con una negativa: «
─Lo siento, perdona, pero no puedo porque a esa hora, hoy, domingo, suelo ir a misa.
Y aquel oficial, sonriendo sarcástico, replica con retintín:
─Yo hace tiempo que superé esas cosas.
─Yo también, respondió el amigo católico practicante, yo también hace tiempo que superé esa opinión tuya. Y ¿sabes una cosa? Estoy muy contento de haberlo hecho.
¡Cuánta gente, también entre los cristianos, ven nuestra fe como una carga! ¿Que hay cosas que cuestan en la fe cristiana? Evidente. Y en la vida de los que no tienen fe también las hay. Y sin fe resultan más pesadas ya que se carecen de apoyo.
La fe es como las alas del águila; pesan, pero gracias a ese peso, vuela. Un hombre sin fe es como un coche sin motor, un cuerpo sin alma, un cerebro sin ideas. Sin fe no hay esperanza, ni es posible vivir con amor y con ilusión. Llegamos a ser y a convertirnos en lo que pensamos de nosotros mismos, en lo que creemos que poder ser, podemos porque creemos que podemos. Lo afirmó Quintiliano: Si tienes fe, hallarás que el camino de la virtud y de la felicidad es muy corto.
¿Podemos vivir sin fe? La respuesta rotunda es NO, a no ser que se pretenda «vivir muriendo». Para vivir de verdad hace falta fe, porque la fe es confianza, es fiarse de alguien por su autoridad, su autenticidad y su amor a la verdad. La fe es la fuerza de la vida y si el hombre vive es porque cree en algo. La fe cristiana da sentido y sirve de estímulo a la vida entera; también a las cruces y sinsabores, que los hay como en toda vida humana.
«Superar esas cosas» no es una liberación; es una ruina. Pensar lo contrario indica muy poca madurez y demasiado infantilismo. Pero eso, como ocurre en otras cosas, sólo se entiende en la medida en que se vive.
Ser moderno, progre, independiente, libre, etc. son etiquetas que, gracias a Dios, hace tiempo que superé. ¡Y estoy muy contento de haberlo hecho!
tiene que rebuscar en el pasado
para atacar a la Iglesia.
-José González Horrillo-
Aquel oficial del ejército de tierra que invita a un compañero suyo a dar un paseo y se encuentra con una negativa: «
─Lo siento, perdona, pero no puedo porque a esa hora, hoy, domingo, suelo ir a misa.
Y aquel oficial, sonriendo sarcástico, replica con retintín:
─Yo hace tiempo que superé esas cosas.
─Yo también, respondió el amigo católico practicante, yo también hace tiempo que superé esa opinión tuya. Y ¿sabes una cosa? Estoy muy contento de haberlo hecho.
¡Cuánta gente, también entre los cristianos, ven nuestra fe como una carga! ¿Que hay cosas que cuestan en la fe cristiana? Evidente. Y en la vida de los que no tienen fe también las hay. Y sin fe resultan más pesadas ya que se carecen de apoyo.
La fe es como las alas del águila; pesan, pero gracias a ese peso, vuela. Un hombre sin fe es como un coche sin motor, un cuerpo sin alma, un cerebro sin ideas. Sin fe no hay esperanza, ni es posible vivir con amor y con ilusión. Llegamos a ser y a convertirnos en lo que pensamos de nosotros mismos, en lo que creemos que poder ser, podemos porque creemos que podemos. Lo afirmó Quintiliano: Si tienes fe, hallarás que el camino de la virtud y de la felicidad es muy corto.
¿Podemos vivir sin fe? La respuesta rotunda es NO, a no ser que se pretenda «vivir muriendo». Para vivir de verdad hace falta fe, porque la fe es confianza, es fiarse de alguien por su autoridad, su autenticidad y su amor a la verdad. La fe es la fuerza de la vida y si el hombre vive es porque cree en algo. La fe cristiana da sentido y sirve de estímulo a la vida entera; también a las cruces y sinsabores, que los hay como en toda vida humana.
«Superar esas cosas» no es una liberación; es una ruina. Pensar lo contrario indica muy poca madurez y demasiado infantilismo. Pero eso, como ocurre en otras cosas, sólo se entiende en la medida en que se vive.
Ser moderno, progre, independiente, libre, etc. son etiquetas que, gracias a Dios, hace tiempo que superé. ¡Y estoy muy contento de haberlo hecho!